
“Nuestro poder, nuestro planeta”: el mensaje del Día de la Tierra 2025
Bajo la consigna “Nuestro poder, nuestro planeta”, la conmemoración de este año pone el foco en energías limpias, desarrollo regenerativo y necesidad de triplicar la producción global de electricidad limpia para 2030.
Este martes 22 de abril se celebra el Día Mundial de la Tierra, una fecha que desde hace 55 años invita a reflexionar sobre el estado del planeta.
El lema de este año es “Nuestro poder, nuestro planeta”. Busca movilizar a gobiernos, empresas y ciudadanos hacia una acción climática concreta, centrada en la protección de la biodiversidad, la economía circular y la transición hacia energías limpias. Todo, en un contexto donde la temperatura global no da tregua.
La advertencia de la ciencia
Según el último informe del IPCC, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, hay más de un 50% de probabilidad de que el planeta supere los 1,5 °C de calentamiento entre 2021 y 2040, si no se reducen drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Y si se llega a un alza de 2 o 3 grados, consecuencias como el derretimiento irreversible de las capas de hielo de Groenlandia o la Antártida occidental serían inevitables, generando un aumento de varios metros en el nivel del mar.
Raúl Valenzuela, académico del Instituto de Ciencias de la Ingeniería de la Universidad de O’Higgins (UOH), explica que el aumento progresivo de la temperatura promedio global respecto a valores preindustriales tiene distintos efectos ya documentados, “por ejemplo, una mayor frecuencia e intensidad de olas de calor, retroceso acelerado de glaciares y lluvias intensas más frecuentes. Incluso se han observado olas de frío más intensas en los inviernos del hemisferio norte. América Latina se caracteriza por una fuerte desigualdad económico-social y, por tanto, existe una alta vulnerabilidad de poblaciones desprotegidas a sufrir los efectos de un clima más cálido y extremo, tanto directa como indirectamente”.
Ecosistemas en riesgo y especies al borde de la extinción
Otro tema que ha cobrado relevancia es la pérdida de biodiversidad. De acuerdo con la OMS y el “Informe Planeta Vivo 2022”, más de un millón de especies están en peligro de extinción. En hábitats sensibles como la Amazonía o los arrecifes de coral, los efectos del calentamiento, la contaminación y la deforestación están llevando a muchas especies a desaparecer localmente o a modificar su distribución geográfica.
Jorge Leiva, jefe de carrera de Ingeniería Civil en Medio Ambiente de la Universidad Bernardo O’Higgins, explica que “la desaparición de especies como las abejas, que son fundamentales para la polinización de nuestros cultivos, pone en riesgo la seguridad alimentaria a nivel global. Es una amenaza directa a nuestro bienestar”.
Chile y la crisis hídrica
En nuestro país, los efectos ya son palpables. La mega-sequía que afecta a la zona central ha dejado a más de la mitad de las comunas sin acceso adecuado al agua. Por ejemplo, el embalse de Peñuelas, llegó a tener solo un 1% de su capacidad en 2022 y aunque las lluvias de 2023 dieron algo de alivio, los expertos insisten en que la tendencia sigue siendo crítica.
Leiva, advierte que “la tendencia sigue siendo preocupante, ya que este tipo de eventos extremos está convirtiéndose en una constante, y eso significa que estamos ante una crisis hídrica que amenaza a varias regiones del país”.
A esto se suma la contaminación del aire. Según el ranking de IQAir, algunas ciudades chilenas están entre las más contaminadas de Sudamérica debido al material particulado fino (PM2.5), que causa miles de muertes prematuras al año. Al respecto, Sebastián Fuentes, académico e investigador de la Universidad Bernardo O’Higgins, subraya que “la contaminación atmosférica no solo perjudica la salud pública, sino que también incrementa la mortalidad, especialmente entre los grupos vulnerables. Además, el retroceso de los glaciares y la deforestación continúan siendo problemas que agravan la escasez de agua y la calidad del aire en el país”.
¿Qué podemos hacer?
La respuesta es colectiva. Para Fuentes, la clave está en dos frentes: acelerar la transición energética y modificar nuestros hábitos de consumo. “Debemos dejar de depender de los combustibles fósiles y acelerar el uso de energías renovables. Además, es necesario repensar nuestra forma de consumir. No basta con reducir, reutilizar y reciclar; debemos expandir estas estrategias y rechazar lo innecesario, elegir productos duraderos y conscientes del impacto que generan”, puntualiza.