En Chile, la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) suele verse como un paso obligatorio para todo joven con ambiciones de crecimiento profesional. Pero esta percepción no es del todo acertada, la PAES no es el único ni el mejor camino para todos. Existe otra ruta, igualmente válida y cargada de oportunidades, que muchos pasan por alto: la educación técnico-profesional (TP).
En un país que necesita profesionales con habilidades prácticas y especializadas, para adaptarse a nuevas industrias ¿por qué seguimos pensando que solo la universidad tiene la llave al éxito?
Según el último Informe SIES, la realidad es que cada año solo el 48% de quienes egresan de cuarto medio se matriculan de inmediato en estudios superiores. Y, de ese grupo, un 36,3% elige la formación técnico-profesional. Esto demuestra que la educación TP no solo es viable, sino que cada vez más jóvenes están reconociendo sus ventajas: inserción rápida en el mercado laboral y desarrollo de habilidades prácticas que se adaptan mejor al mundo laboral actual. Aun así, persiste un estigma que pone a la universidad por sobre una formación técnica, como si fuera la única opción “seria” para forjar un futuro.
Pero el valor de la educación TP no termina con los jóvenes. En los últimos años, ha habido un aumento de personas mayores de 30 años que eligen matricularse en carreras técnicas, buscando una segunda oportunidad de reinvención profesional. Esto es una prueba de que aprender no tiene límite de edad ni de circunstancias; Para muchos adultos, la educación TP representa una opción accesible y concreta para mejorar su empleabilidad y asegurar un futuro más sólido.
Lo más revelador, sin embargo, es que antes de rendir la PAES, más del 35% de los estudiantes que inician estudios ya han optado por la educación técnico-profesional. La prueba deja de ser tan importante como parece cuando muchos ya tienen clara su decisión: la PAES no determina sus metas, sino su motivación y sus intereses. Y es que cada persona tiene su propio ritmo y sus propias aspiraciones. La educación TP les ofrece un camino que no solo los respeta, sino que potencia esas aspiraciones sin exigir una calificación como sello de entrada.
Es momento de aceptar que la PAES no define el valor de nadie. En un país donde necesitamos tanto a los universitarios como a los técnicos, la educación TP debería reconocerse como la alternativa valiosa que es, tanto para jóvenes como para adultos. El verdadero éxito no lo dicta una prueba; lo dicta el valor de nuestras habilidades, la satisfacción de nuestras decisiones y el poder de elegir un camino que realmente se ajusta a nuestras metas.