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¿Estamos preparando a nuestros estudiantes para vivir en un mundo compartido? Opinión

¿Estamos preparando a nuestros estudiantes para vivir en un mundo compartido?

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Viviana Hojman Ancelovici
Por : Viviana Hojman Ancelovici Directora Ejecutiva de Valoras UC
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En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Educación, es oportuno reflexionar cómo las escuelas, tradicionalmente, han fortalecido del conocimiento académico y han puesto en segundo plano el desarrollo socioemocional de los estudiantes.

Sin embrago, el desarrollo socioemocional está vinculado a un mejor rendimiento académico al fomentar la resiliencia y la integración social y al mismo tiempo, ayuda a los estudiantes a manejar sus emociones, desarrollar empatía y construir relaciones interpersonales sólidas, preparándolos para los desafíos futuro.

Un creciente cuerpo de investigación resalta que el bienestar subjetivo y el desarrollo socioemocional no solo son cruciales para la salud mental y emocional de los estudiantes, sino que también son buenos predictores del éxito futuro en la vida personal y profesional. Entonces, ¿cómo puede estar lo socioemocional en segundo plano?

Las sociedades actuales y las nuevas relaciones en el mundo virtual nos enfrentan a nuevos desafíos de convivencia que necesitamos ir integrando en la formación entregada desde el mundo de la educación. En distintas investigaciones sobre trayectorias educativas es preocupante notar que a medida que los estudiantes avanzan en su educación, reportan una disminución en su bienestar subjetivo y sienten que sus voces son cada vez menos escuchadas.

Por ejemplo, un estudio reciente titulado “La voz de los adolescentes en las escuelas: Perspectivas globales sobre participación y bienestar” mostró que el 60% de los adolescentes siente que sus opiniones no son consideradas en las decisiones escolares (Unicef, 2024). Esto es un indicador que en la medida que vamos sofisticando el aprendizaje y la estructura escolar, perdemos de vista el vínculo, que es lo que se requiere potenciar fuertemente para el desarrollo socioemocional. ¿Estamos sacrificando la salud emocional de los actores escolares en función de cumplir con estándares y burocracias que nos hacen perder el norte?

Es hora de repensar nuestra aproximación a la educación. Necesitamos integrar de manera efectiva el desarrollo socioemocional en todos los niveles educativos para que los estudiantes y trabajadores de la educación no solo sobrevivan sino que prosperen en sus entornos académicos y personales.

Esto implica, por ejemplo, implementar programas para el desarrollo socioemocional específico, en cursos existentes o nuevos; cumplir con la promesa de la jornada Escolar Completa y tener todas las tardes talleres diversos, asociados directamente con el desarrollo socioemocional; tenemos que limitar la burocracia para encontrar comunidades menos atareadas y más vinculadas; podemos incorporar a otros actores de la comunidad a estrategias de conversación y aprendizaje, como a las familias o los vecinos.

En el Día de la Educación tenemos que recordar que esta no puede, y no debe, traducirse en un aprendizaje solo de contenidos. La educación tiene la función social de incorporar a una persona a la comunidad de la que es parte, en que cada uno se conozca a sí mismo y sepa regularse; en que cada uno sea capaz de ver, empatizar y colaborar con otros y en que cada uno sea capaz de entenderse como pieza del gran sistema social y que por tanto, lo cuida y aporta a él, recicla, sigue las normas, vela por el respeto a la democracia, entre otros.

La salud y el aprendizaje social y emocional, la resiliencia y el bienestar necesitan estar al frente en la preparación de comunidades listas para los desafíos actuales y del futuro.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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