
Perros y gatos también pueden ser diabéticos: señales de alerta y cuidados esenciales
La diabetes no es exclusiva de los humanos: perros y gatos también pueden padecer esta enfermedad crónica. Detectarla a tiempo es clave para garantizarles calidad de vida. Síntomas como sed excesiva, pérdida de peso y letargo pueden ser señales de alerta.
La diabetes mellitus no es exclusiva de los humanos. Perros y gatos también pueden desarrollar esta enfermedad metabólica crónica, afectando su calidad de vida y requiriendo un manejo constante por parte de sus cuidadores. La detección temprana y con un tratamiento adecuado es posible ofrecer a las mascotas una vida saludable y activa.
La diabetes es una enfermedad crónica que se caracteriza por niveles altos de glucosa en la sangre, lo que puede ocurrir porque el cuerpo no produce suficiente insulina o porque no la utiliza de manera efectiva. La glucosa es la principal fuente de energía para las células.
En los perros, la forma más común es la diabetes tipo 1, caracterizada por una deficiencia absoluta de insulina debido a la destrucción de las células beta del páncreas. En gatos, suele presentarse la diabetes tipo 2, donde hay una producción reducida de insulina junto con una resistencia a su acción.
Factores de riesgo
Diversos factores pueden aumentar el riesgo de que un perro o gato desarrolle diabetes. Entre ellos se encuentran la obesidad, la edad avanzada, algunas enfermedades endocrinas como el hipotiroidismo, el hipertiroidismo y la amiloidosis en gatos, así como afecciones crónicas como la enfermedad dental, infecciones del tracto urinario y el uso prolongado de medicamentos esteroides o progestinas.
El diagnóstico temprano es clave para un tratamiento eficaz. Los signos más comunes de la diabetes en perros y gatos incluyen:
- Aumento en la sed y la micción frecuente
- Pérdida de peso inexplicada a pesar de un aumento del apetito
- Letargo o debilidad general
- Dificultades para saltar en gatos o cambios en la postura al caminar
- Ojos nublados por cataratas (más común en perros)
- Infecciones recurrentes, como en el tracto urinario o en la piel
Estos síntomas aparecen de manera progresiva, por lo que es importante acudir al veterinario ante cualquier cambio sospechoso en la conducta o el estado físico de la mascota.

Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de la diabetes en mascotas se realiza mediante análisis de sangre y orina, donde se detectan niveles elevados de glucosa. En el caso de los gatos, el estrés puede influir en los resultados, por lo que pueden requerir pruebas adicionales.
El tratamiento requiere una combinación de medicación, alimentación específica, ejercicio regular y un estricto seguimiento veterinario.
Se basa en tres pilares fundamentales:
- Administración de insulina: En la mayoría de los casos, los perros y gatos requieren inyecciones diarias de insulina para controlar la glucosa en sangre. Aunque al principio pueda parecer complejo, muchas mascotas se acostumbran rápidamente al procedimiento.
- Dieta especializada: La alimentación juega un rol clave. Los perros diabéticos requieren dietas ricas en fibra y carbohidratos complejos, mientras que los gatos se benefician de dietas altas en proteínas y bajas en carbohidratos.
- Ejercicio regular: Mantener una rutina de actividad física moderada ayuda a estabilizar los niveles de glucosa y controlar el peso corporal.
El monitoreo constante es crucial para evitar complicaciones graves. Una sobredosis de insulina puede llevar a hipoglucemia, cuyos signos incluyen temblores, debilidad y, en casos extremos, convulsiones. Por otro lado, una diabetes mal controlada puede derivar en cetoacidosis diabética, una condición grave que requiere atención veterinaria inmediata.
Otras complicaciones a largo plazo incluyen cataratas en perros, infecciones urinarias recurrentes y debilidad en las patas traseras en gatos debido a niveles bajos de potasio.
Si bien la diabetes en mascotas requiere una rutina estricta y cuidados constantes, no significa que el animal deba vivir con limitaciones. Con el tratamiento adecuado, muchos perros y gatos llevan una vida activa y feliz. En algunos gatos, incluso es posible alcanzar una remisión de la enfermedad si se detecta y trata a tiempo.
El compromiso del cuidador es fundamental: seguir las indicaciones veterinarias, mantener horarios fijos de alimentación y medicación, y realizar controles periódicos puede marcar la diferencia entre una enfermedad mal manejada y una mascota que disfruta de una buena calidad de vida.