Académicos analizan este fenómeno cuyas cifras van en alza en nuestro país y que el año pasado registró 857 denuncias a nivel nacional.
El entorno digital actual ha extendido los problemas típicos del aula a la esfera virtual. Ahora, estudiantes que pueden ser disruptivos por su comportamiento, identidad sexual, nacionalidad, o por otras diferencias, a menudo se convierten en objetivos del ciberacoso, una forma de violencia en línea.
Los investigadores y académicos de la carrera de Derecho de la Universidad Andrés Bello, Karen Medina y Abraham Quezada, tomaron precisamente este tema como uno de sus ejes de trabajo, debido a las alarmantes cifras que existen en nuestro país.
“Resulta impactante -advierte Medina- constatar cómo es que los casos de ciberbullying han aumentado dramáticamente. Según la Superintendencia de Educación, las denuncias de ciberacoso durante el año 2022 aumentaron en un 148% en comparación con el periodo anterior a la pandemia”. En 2023 la cifra aumentó en un 11% respecto del año anterior, según los datos entregados por el Ministerio de Educación en el marco del Día Nacional contra el Ciberbullying, el recién pasado 14 de marzo.
Teniendo esto en cuenta, agrega, es imperativo actualizar las normativas y desarrollar políticas públicas que promuevan la convivencia y la ciudadanía digitales con un enfoque preventivo y educativo. “Las instituciones educativas y familias deben colaborar para cultivar un ambiente digital saludable. La justicia debe ser accesible y actuar de manera eficaz, con la Superintendencia de Educación fortalecida para intervenir proactivamente y proteger los derechos sin recurrir a procesos judiciales prolongados. Tratar bien a niños y adolescentes y dotarlos de herramientas adecuadas es fundamental para construir una sociedad más inclusiva y respetuosa”, plantea.
El ciberbullying, fenómeno propio de la era digital, se ha definido como “una forma de violencia digital y cuyas consecuencias trascienden las pantallas, pudiendo incluso llegar a afectar la vida emocional y física de quienes lo sufren”, según el Equipo de Respuesta ante Incidentes de Seguridad Informática (CSIRT)
Quezada explica que cada generación va asimilando de manera diferente las diversas redes sociales digitales que hoy están a nuestra disposición. En este contexto, es propio que personas de un rango etario determinado tengan preferencia por una aplicación u otra. Un ‘‘Estudio de Redes Sociales 2023”, elaborado por la asociación IAB Spain indicó que TikTok es la preferida de los niños, niñas y adolescentes, de edades comprendidas entre 12 y 17 años.
La pandemia, además, hizo que el mundo digital se convirtiera en un refugio, llevando a un mayor uso de dispositivos conectados a internet por parte de niños y adolescentes, impulsado por la permisividad de adultos responsables. Esto creó un extenso “patio de juegos” virtual, que, a su vez, ha sido el caldo de cultivo para el ciberbullying, un fenómeno alarmante que ahora afecta a uno de cada cuatro estudiantes, según datos de estudio de INJUV de bullying y ciberbullying.
En el ámbito legislativo, señalan que si bien desde hace pocos años está vigente la Ley N°20.536 de Violencia Escolar que modificó la Ley General de Educación e introdujo en la legislación educacional la definición de convivencia escolar y de acoso escolar, parece ser que nuestro ordenamiento jurídico y las políticas públicas destinadas a combatir este fenómeno se encuentran rezagadas frente a la rapidez con la que avanzan la tecnología y las redes sociales digitales.
“El ciberbullying es una forma de violencia difícil de observar y que puede pasar inadvertida para docentes y cuidadores, que incide constantemente en la vida de niños y adolescentes. Este problema no se limita al horario escolar y puede afectar gravemente la dignidad y bienestar físico y psicológico de las víctimas, bienes protegidos por la Constitución, resaltando así la importancia de atender a esta problemática”, describe Abraham Quezada.
Entonces, atendidas las características de este fenómeno, para combatir el ciberacoso, no basta con modificar las leyes. Para Karen Medina, se requiere una estrategia integral que prevenga el problema y no se enfoque solo en sanciones. En ese sentido, experiencias como las desarrolladas en Argentina, Alemania y España han mostrado caminos prometedores en el uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) y de convivencia digital respetuosa en contextos escolares a través de la implementación de planes estratégicos, programas educativos, capacitación para docentes y sensibilización de las familias.
“La tecnología avanza, pero nuestra responsabilidad como sociedad no debe quedarse atrás. Es hora de mirar el ciberbullying a los ojos y tomar medidas serias para proteger a nuestros niños, niñas y adolescentes”, concluyen.