Nuevamente Microsoft llega tarde al baile de los teléfonos móviles – o más bien computadores de bolsillo -, pero con la apuesta más innovadora en años. ¿Podrá transformarse la compañía de Bill Gates en un competidor de peso en la arena de la tecnología portatil y pelear mano a mano contra Google y Apple?
No tenían otra. O estrellaban un barco cargado de napalm sobre lo que ya existía o esto no hubiese sucedido.
Cuando hablo de “esto”, hablo del revuelo que causó ayer en Barcelona durante la edición anual del Mobile World Congress la presentación de Windows Phone 7, el nuevo sistema operativo — y puedo poner la palabra “nuevo” con propiedad – de Microsoft. Y me atrevo a decir que quizá sea la mayor innovación de la compañía desde el lanzamiento de Windows 7 y la XBox.
Mi entusiasmo radica simplemente porque, a primera vista, por fin en Redmond hicieron bien la tarea. Dejaron atrás años de someter a un sistema operativo a las manos de fabricantes desconocidos — o no tanto – que, en un hardware horroroso y por muy poco dinero por licencia, entregaban al mercado equipos que hacían simplemente a Windows en un teléfono móvil una experiencia olvidable.
[cita]Si va a ser una pelea, será de largo aliento, pues en Redmond están acostumbrados a ello; es cosa de ver los diez años que les tomó posicionarse como amos y señores de las consolas con la XBox como bandera de lucha.[/cita]
Eso hasta ahora. Microsoft arrancó con el pie derecho: un sistema operativo móvil reescrito desde la base, simple, sin muchas pretensiones visuales pero efectivo a la hora de brindar una experiencia de uso deslumbrante. Integrado con redes sociales — Facebook, al menos por ahora -, con el Zune como su brazo multimedia y unido a XBox Live como zona de juegos es un acierto. Además, los requerimientos técnicos para asegurar que la experiencia sea consistente son altos, y la batería de colaboradores que la llevarán a las manos de millones de personas — Qualcomm, HTC, Sony Ericsson… – es de primer nivel.
Pero no todo es amor acá. La tarea de aquí a diciembre está en mejorar lo mostrado, generar marca y poblar el nuevo ecosistema con un buen catálogo de aplicaciones, y es en sus desarrolladores donde residirá el principal activo que le dará el real valor agregado a las características de Windows Phone. Steve Ballmer, CEO de la compañía, no está contribuyendo mucho a eso, aplastando de entrada los rumores iniciales de que Microsoft entregaría libremente las herramientas que permitirán construirlas, pues este, a diferencia de otros, es un comienzo desde cero.
Lo que queda es una larga batalla y una certeza. Sobre la primera, podemos ver tres bandos claramente definidos: Apple, Google — con Android – y Microsoft, que se acaba de instalar con propiedad en el feudo. Y si va a ser una pelea, será de largo aliento, pues en Redmond están acostumbrados a ello; es cosa de ver los diez años que les tomó posicionarse como amos y señores de las consolas con la XBox como bandera de lucha. La certeza, con todo, es una sola: la cuarta pantalla dejó de ser solo un teléfono. Bienvenidos, ahora sí y con propiedad, a la era de los computadores de bolsillo.