Durante las últimas 24 horas se ha hablado única y exclusivamente de la nueva niña bonita de Steve Jobs. Y la mañana del domingo, Nicolás Copano — el afortunado dueño del primer equipo chileno — invitó a nuestro ex editor de estrategia digital José Ignacio Stark a experienciarlo de verdad un par de horas después que arribó al país. Pero no a mirarlo de lejos, sino a sacarlo de la caja y a usarlo de verdad por mucho más que diez minutos. Este es su relato.
Tras meses de especulaciones, conjeturas, reclamos por el precio o del por qué tiene o no tiene esto u esto otro, destruimos los mitos.
El iPad de Copano (ve su propia review en el video) que probé es el de 16GB con Wi-Fi (USD$499). Como debes saber, las versiones con 3G salen a la venta a finales de este mes en Estados Unidos, y requieren de una micro SIM que no está disponible en el mercado nacional. Al abrir la caja, te encuentras de golpe con el aparato y bajo el, un estuche con instrucciones y las clásicas calcomanías para que te jures la muerte en tu auto. Finalmente, bajo eso aparece el cable USB y el cargador de red eléctrica.
Suave y seguro se siente el aluminio en la mano; liviano, además. Las líneas y las terminaciones te dicen que es absolutamente lo que esperarías de un producto Apple. Piensa en el iPad como un iPhone/iPod Touch en esteroides pero más pequeño que un subportátil.
Al irlo revisando visualmente, a un costado aparecen los botones de ajuste de volumen y un botón misterioso, que más tarde con el uso le encontré una (GRAN) utilidad. Arriba, el de encendido, y junto al jack estándar de audífonos, el micrófono. Abajo, el conector de 30 pines, a estas alturas un clásico en todo dispositivo que tenga una “i” por prefijo y tenga una manzana tatuada atrás, y al costado, tres hendiduras enrejilladas denotan que por ahí escucharás los sonidos que produzca.
Pero ya basta, vamos a encender esta cuestión de una vez.
Sinceramente, mi sensación al usarlo es la de haber manejado un Audi: elegante pero picador como el solo. Prendió en menos de un segundo, me pidió que lo conectáramos a iTunes, y tras activarlo (no más de un minuto), quedó listo para funcionar. Es rápido, mucho muy. Y eso me ha dejado severamente sorprendido de la performance del chip A4 hecho como traje a la medida en Cupertino.
La verdad todo es rápido. Desde cambiar de aplicación — no vi ningún salto o interrupción al hacerlo como a los que estoy acostumbrado en mi iPhone 3G — hasta usarlo como frisbee para probar la rotación en 360º de la pantalla, la que puede ser desactivada con el misterioso botón sobre el control de volumen. Cero demoras, transiciones y animaciones limpias, aplicaciones que funcionan como debieron hacerlo desde un principio. Sinceramente, me gustaría ver un nuevo iDiota o iPod Touch con este procesador.
Holloway me recordó que debía contar también como se siente tipear a dos manos en la pantalla, y la verdad, bastante bien. Escribí un par de updates en mi Twitter este domingo con el aparato en modo horizontal y diablos, ya quisieras esa comodidad para escribir en la mini pantallita del iPhone o en la pantalla-botón de una BlackBerry Storm. Respuesta mejorada, los signos de puntuación están más a la mano y me da la impresión que usa el diccionario para predecir la tilde o el caracter especial a insertar — presionando la letra en cuestión, como siempre – cuando estás escribiendo una palabra.
Al encenderlo te vas a encontrar con estas aplicaciones base: Safari, Mail, Fotos, iPod, Calendario, Contactos, Notas, Mapas, Videos, YouTube, App Store, iTunes (Store), Ajustes; básicamente, lo mismo que encontrarías en un iPod Touch recién estrenado. Vamos viendo:
Pero la vida es muy fome sin aplicaciones más allá del reino de Cupertino y la verdad, un review sin ellas no es un buen review. Así que me logueé en mi cuenta de iTunes Store y me dispuse a gastar.
De partida, los dueños de un iPhone en Chile o en otro país que no sea Estados Unidos van a tener problemas, pues la tienda del iPad solo funciona con cuentas del país del norte. Como afortunadamente es mi caso, no tuve problemas para ingresar y comprar de inmediato. Al hacerlo, inmediatamente me ofreció la opción de descargar iBooks — el lector de libros electrónicos -, lo que realicé de inmediato.
Decididamente no me iba a poner a gastar como condenado, por lo que decidí invertir en algunas joyitas que me dejaran claro como viene la mano desde ahora en adelante.
Vamos viendo:
Por falta de tiempo (para sincronizar, básicamente), no probé el reproductor de música y videos — que de buenas a primeras es tener un iTunes táctil – y el soporte para fotos. ¡Ah! Por falta de crédito me quedé sin bajar Need For Speed, pero ya lo solucionaré.
El día que fue anunciada, escribí que la iPad iba a ser como una Wii para la computación personal en El Mostrador. Mi conclusión era la siguiente:
Piensen un minuto en quienes necesitan llegar a la computación de una manera lo menos complicada posible, sin atarse a un escritorio o algo sobre sus piernas, sacándose de encima las complicaciones que puede tener comprar un aparato de escritorio, o una laptop, o por presupuesto optar por algo que — en teoría – es una computadora portátil, pero en formato aún más compacto y con varias prestaciones fuera.
Hoy, una vez que pasó por fin por mis manos, puedo seguir afirmando lo mismo: para allá va la cosa. Y para los early adopters que leen esto: sí, es la última chupada del mate de Apple y está increíblemente bien hecha, tanto a nivel de hardware como de software, a pesar de la gran pifia del no tener multitasking y lo mucho que pueden llegar a extrañar algunos a Flash. Y no, no creo que sea necesario que tengas que salir a comprarla a tu dealer preferido ahora-ya. Obviamente, esta afirmación es totalmente subjetiva: muchos fanáticos seguramente desembolsarán hasta un 20% más de lo que cuesta por tener una entre sus manos antes de que esté disponible de manera oficial en el país.
Al final del día, puedo decir que estoy gratamente sorprendido y a la vez, expectante. Como ocurrió con el iPhone, que cuando apareció hizo que el resto de la industria saltara por la ventana y se reinventase para competir en buena ley, esta vez espero que los grandes de la industria hagan lo mismo y pongan los dispositivos y sus aplicaciones al servicio de plataformas que acercan un poquito el futuro que veíamos en las películas a nuestras manos. Porque acá ya no es importante lo que hace un dispositivo como este, sino el cómo lo haces y qué puedes llegar a hacer a través de él.
Pero no son los únicos que debieran entrar en esa dinámica: las aplicaciones de los medios y los libros que probé hoy obligan a que en plena era digital las cosas no puedan seguir en un status quo donde ignorar al valor agregado que puedes entregar, la experiencia de usuario, es sentencia de muerte. No es la muerte del papel, pero sí el comienzo de algo muy, muy interesante.
Ahora solo queda esperar que nos depara Cupertino y sus developers en tan solo 10 pulgadas… o más.