Cuatro jóvenes fotógrafos crearon la exposición “Miradas al Sur de Iquique” donde su principal objetivo es mostrar la realidad del entorno mediato, de manera documental y a la vez, generar un impacto, conocimiento y reflexión dentro de la comunidad nortina.
¿Ha escuchado alguna vez estos nombres?: Chanavayita, Caleta San Marcos, Caramucho, Rio Seco, Cáñamo, Pabellón de Pica, Chipana, Chanavaya y Los Verdes? Son caletas de pescadores ubicadas a lo largo de la costa y carretera que une a Iquique con el río Loa, en una extensión de 150 kilómetros.
Las personas que viven en estas caletas son invisibles a los ojos del turismo, el desarrollo económico y la modernidad iquiqueña. Sin embargo, por muchos años han sido parte esencial de la cadena que provee el sustento de pescado y mariscos a muchas familias de Iquique y lugares cercanos. Viven con lo mínimo, saben que los hijos heredarán el oficio, quieren mucho su paraíso aislado por cientos de kilómetros de desierto.
A cuatro jóvenes fotógrafos, Carolina Astudillo, Juan Paz, Edgardo Reyes y Susana Verdugo les interesó el tema como oportunidad de fotografiar con sus visiones personales la vida de estos pescadores. Descubrieron que allí, todo el mundo es alguien, que tienen sueños de una vida mejor, que a veces son felices o sienten el dolor inmenso cuando alguien muere o desaparece en el mar.
Crearon la exposición fotográfica “Miradas al Sur de Iquique” donde su principal objetivo es mostrar la realidad del entorno mediato, de manera documental y a la vez, generar un impacto, conocimiento y reflexión dentro de la comunidad nortina. Así, durante cuatro meses del año 2015 realizaron un recorrido fotográfico por las principales caletas ubicadas al sur de Iquique.
Descubrieron una parte de la identidad nortina que por siglos ha tenido en el mar una fuente de alimentos y vida en comunidad. Con entusiasmo y gran convocatoria, sus creadores han presentado la exposición en la Universidad Arturo Prat y dos lugares de Iquique, el Palacio Astoreca y la Casa de la Cultura.
Son imágenes que muestran la sabiduría de la sencillez de quienes se inician en el arte fotográfico. Destaca la limpieza visual de los encuadres panorámicos, los momentos del trabajo con iluminaciones impensadas, los pequeños agujeros existenciales de la pesca artesanal y en especial, los rostros de mujeres y hombres en quienes tanta vida y sacrificio, han marcado una huella biográfica que no necesita palabras.
De esta forma, Carolina, Juan, Edgardo y Susana, han logrado algo muy simple y profundo como es, traer ante nuestros ojos la realidad de personas cuyas vidas navegan entre la arena del desierto y la multiplicación de los peces, como tema de fe y oficio al ganarse la vida. Lo han hecho de manera audaz, creativa y desinteresada, con notables fotografías.