No sólo logró que la tecnología que utilizó en San Alfonso del Mar se replicara en lujosos proyectos en Medio Oriente y Estados Unidos, sino que fue el punto de partida para nuevos modelos de innovación orientados a reducir el impacto ambiental de centrales termoeléctricas, a utilizar el mar como fuente de agua potable y para potenciar las áreas verdes subutilizadas en ciudades saturadas.
Todo empezó a fines de la década de 1980 cuando Fernando Fischmann adquirió un extenso terreno en el norte de Algarrobo y se le ocurrió una idea que terminaría convirtiéndose en una genialidad: un conjunto de 400 departamentos a la orilla del mar, en un sector no apto para el baño, pero junto a una enorme laguna artificial de ocho hectáreas con aguas cristalinas sobre un fondo turquesa, con una temperatura mucho mayor a la que caracteriza a todas las playas del litoral central, y que permitiera la práctica de distintos deportes náuticos.
Fue el nacimiento del San Alfonso del Mar, un exitoso proyecto inmobiliario que, dado su éxito, terminó extendiéndose a 1.400 departamentos, y que, al mismo tiempo, marcó el punto de partida para el desarrollo de una tecnología innovadora para la mantención de grandes volúmenes de agua extraidas del mar, con un muy bajo costo de construcción y mantención, la que le ha significado a él y a la empresa Crystal Lagoons, de la cual es fundador y presidente, recibir varios reconocimientos tanto en Chile como en el exterior.
El emprendimiento creció y este modelo no tardó en replicarse en distintos lugares del mundo, como en Medio Oriente y en los últimos años en Estados Unidos, donde recientemente alcanzó un acuerdo para la construcción en Las Vegas de la laguna artificial más grande de ese país.
Fischman, de profesión bioquímico y actual director del instituto de investigación alemán Fraunhofer –todo un referente en Europa en materia de ciencias aplicadas- no se equivocó cuando vislumbró que las aguas turquesa serían un éxito rotundo en la industria del turismo. Y no es casual que Crystal Lagoons ostente el récord Guiness 2016 por la laguna artificial más grande del mundo emplazada en el lujoso resortCity Stars Sharm El Sheikh de Egipto, que con 12,5 hectáreas superó el Guiness que la firma ya ostentaba con San Alfonso del Mar.
Pero a poco andar comenzó a trabajar en lagunas que sirvieran para dar un uso más eficiente al agua y para contribuir a aminorar el impacto ambiental de distintos sectores productivos.
Es así como desarrolló la denominada “tecnología de enfriamiento sustentable para procesos industriales”, donde un gran cuerpo de agua en un circuito cerrado sirve como disipador para el enfriamiento de plantas termoeléctricas, evitando así que éstas deban recoger y luego liberar a mayor temperatura el agua que extraen de lagos y ríos. El sistema fue probado con éxito el año pasado en la central San Isidro de Endesa y abre la posibilidad que centrales de este tipo puedan levantarse en lugares alejados de la costa y sectores ribereños, y más cerca de los centros de demanda.
La idea, es que esa misma agua caliente, que no entra en contacto con las faenas, pueda al mismo tiempo utilizarse en sistemas de calefacción domiciliaria, etc.
Otro avance es una tecnología de desalinización de agua sin uso de energía, que aparece como una potente alternativa para enfrentar la creciente escasez de agua dulce potable y que comenzará a probarse en plantas piloto ubicadas en distintas partes del mundo. De hecho, una de ellas comenzará a construirse este año en Antofagasta. Crystal Lagoons asegura que si se implementara el modelo en 17 termoeléctricas del norte del país, podría generarse un volumen de agua potable similar a la que consume todo Chile, a un bajo costo y sin uso de energía adicional.
Ambas tecnologías fueron patentadas en Estados Unidos por TheUnited States Patent and Trademark Office (USPTO) por la vía del fast track para Tecnologías Verdes, por su aporte medio ambiental para el planeta.
Pero Fernando Fischmann no para. Ahora está embarcado con su compañía, junto a estudiantes del MBA Ejecutivo del Massachusetts Institute of Technology, en un modelo de negocio para la masificación de lagunas cristalinas de gran formato para uso público.
La idea es mejorar la calidad de vida de ciudades saturadas fomentando la inclusión social y las actividades de esparcimiento y deportivas. Esto por la vía de potenciar el uso de áreas verdes subutilizadas, a través de gigantescos cuerpos de agua. El argumento es que estas lagunas son fuentes de empleo, aumentan la plusvalía de sectores aledaños y generan mayor recaudación a los municipios por impuestos territoriales y entradas de ingreso.
Su filosofía la dejó plasmada en una entrevista que concedió hace un año y medio y que publicó la Cámara Chilena Norteamericana de Comercio (AmCham): “Si uno deja de innovar lo ‘pilla’ la competencia. No estamos sentados en los laureles con lo que hicimos, sino que debemos innovar y mirar hacia adelante. Cuando nazca la competencia, la idea es que estemos en otra etapa. La innovación es una carrera”.