Es gerente general y cofundador, junto a su hermano Ivar Pacheco, de Oxxean S.A., una compañía que posee cuatro terminales marítimos en Los Lagos y Aysén y que da trabajo a cerca de 400 personas. Esta es su historia.
Jorge Pacheco habla de su propia historia con el convencimiento de que, cuando las ideas son buenas y hay pasión, los límites prácticamente no existen. Junto a su hermano Ivar Pacheco es cofundador de la empresa Oxxean S.A., que posee tres puertos y una marina en el sur del país, que presta diversos servicios de logística para la actividad marítima en las regiones de Los Lagos y Aysén y da trabajo a alrededor de 400 personas.
Y lo hace con propiedad, recordando que su primer acercamiento con esta actividad se remonta a la época en la que tenía 13 años, cuando junto a Ivar comenzaron, más por aventura que por otra cosa, a incursionar en la pesca artesanal para extraer merluzas, jureles y sierras que luego vendían en el mercado de Angelmó. Pero fueron por más, y dos años después compraron un equipo de buceo de segunda mano que les permitió ampliar su oferta.
«Como éramos buenos para nadar y para meternos debajo del agua no era problema. Nos compramos el equipo, que era muy pequeño y que daba para 10 metros de profundidad y fuimos aprendiendo. Empezamos a capturar especies más caras que ya no vendíamos en el mercado de Angelmó sino que a los restaurantes directamente. Así fuimos agregando valor y en ese agregar valor, después también nos dimos cuenta de que revisar las hélices de los buques era también bien pagado. Yo diría que ahí comenzaron los servicios, de revisar el timón de una lancha o un barco, o en el muelle revisar los pilotes del puerto fiscal, o de una boya de amarre. Son elementos que necesitan ser revisados por un buzo», dijo Jorge Pacheco, cuyo testimonio de emprendimiento fue destacado el año pasado por el programa Valor Empresario, de BCI.
De ahí en adelante todo fue crecer hasta que, iniciada la década de 1980, montaron la empresa que actualmente mueve varios millones de dólares al año. «Originalmente iba a llamarse Océano, pero dos ancianos muy sabios nos dijeron que tratáramos de ponerle al nombre alguna ‘X’ porque un estudio había determinado que las firmas en Estados Unidos que tenían una o más ‘X’ en su nombre llegaban con más fuerza al cliente, como Xerox o Exxon», dijo, al explicar el origen de Oxxean.
«He llegado lejos, más lejos del mejor sueño que pude haber tenido», reflexiona.
No todo fue color de rosa. De hecho recordó, ya como una anécdota, que alguna vez pensó en huir del país abrumado por «los pocos fondos» que tenían varios cheques que terminaron protestados. Lo dijo con honestidad, aclarando que son temas del pasado que en su momento logró solucionar y que forman parte de los riesgos que muchas veces corren los empresarios.
Jorge Pacheco está consciente también de su origen humilde. Relata que creció en la isla Tenglo, ubicada a pocos minutos en lancha de Puerto Montt, lugar donde también nació debido a que su madre no alcanzó a llegar al hospital cuando se le presentaron los síntomas de parto. También es un agradecido de la educación técnica que recibió en la ciudad y donde asegura conoció a quienes considera sus «maestros».
Es precisamente esa conexión la que lo ha llevado a dedicar parte de su tiempo a la ONG Canales, de la cual es presidente, y que está empeñada, de la mano con el mundo privado, en sacar adelante un proyecto de educación técnica que vaya de la mano con las necesidades específicas de las empresas de la zona.
«Canales es hacer conciencia a los empresarios de que tenemos que meternos adentro de la educación, con respeto, sin pasar a llevar a nadie. Pero nosotros tenemos que estar dentro de las salas de clases y los profesores tienen que estar dentro de nuestras fábricas. No puede haber una educación desconectada del mundo real. La educación efectiva, la educación productiva tiene que saber muy de cerca lo que realmente necesita cada industria», expresó.
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Pacheco también ha sabido cultivar una relación cercana con sus trabajadores, a quienes considera clave en el éxito de Oxxean.
«Toda la gente es importante. Pero en un negocio lejos lo más importante son los trabajadores. Incluso nos ayudan a buscar los nuevos negocios, porque ellos nos traen inquietudes. Si la gente está contenta, es innovadora. Yo creo que significan todo. Nada de lo que yo he podido hacer es sin el apoyo de mis trabajadores», manifestó el también gerente general de la compañía.
Y por esta misma razón consideró «vergonzosa» la discusión que tuvo lugar el año pasado para finalmente fijar el sueldo mínimo en 250 mil pesos.
«Todo el mundo sabe que con 250 mil pesos no se puede vivir, entonces cómo vamos a estar negociando un sueldo de ese nivel. Ahora, efectivamente la gente tiene que producir más para que se le pague más, pero también hay que partir de un piso. Si una persona no tiene para comer bien, para vestirse bien ¿cómo se va a capacitar? Con hambre y con frío no se va a capacitar», manifestó.
Pacheco a sus 58 años de edad sabe muy bien que los negocios cambian y que siempre debe estar preparado para que ello ocurra. «Cada cierto tiempo vamos descubriendo que el camino hay que cambiarlo. Todo cambia, nada es absoluto. Lo que fue bueno hace 20 años atrás, hoy día no va a ser y no lo será nunca más. Por eso a veces hay que flexibilizar, y aunque de repente cueste, hay que saber darse cuenta cuando algo ya no da para más».
Finalmente, a la hora de aconsejar a quienes están pensando en lanzarse con un emprendimiento, Jorge Pacheco tiene su propia cartilla de consejos.
«Lo primero es tratar de hacer cosas distintas. Para elegir un emprendimiento hay que tener en la cabeza por lo menos entre cinco y 10 ideas, porque no puede ser que la primera sea ‘la idea’. Después hay que conversarlo en un círculo de confianza, que critique, porque lo peor que puede ocurrir es que por ‘buena onda’ te digan ‘hazlo, que buena es tu idea’. Creo que hay que tratar de sentir y distinguir las críticas. De 10 ideas, elegir una o dos, y enfocarse, sin vuelta atrás».
«Hay que darle con pasión, con todo, y siempre en lo posible con un socio. No tengo otra cosa que aconsejar que no sea esa. A veces uno decae, está triste, te va mal, pero es difícil que los dos estén caídos. Y ojalá que sean socios diferentes. Si los dos son volados o embalados, el barranco puede estar cerca».
Y lo más importante, indica, es que «las cosas buenas hay que hacerlas en un estado de ánimo tranquilo y sintiéndose bien. Los emprendedores no pueden emprender en una situación de crisis».