Pareciera que el tiempo no pasara por uno de los centros neurálgicos de la movida rockera nacional. Reconocido internacionalmente como uno de los lugares donde muchas de las bandas consagradas el día de hoy partieron, el Bar de René, es uno de esos lugares que todos los amantes de la música y las cervezas, debería visitar al menos una vez en la vida.
Fotografías: Francisca Jimeno
Son las 21:00 horas de un viernes y en el Bar de René pareciera que el tiempo se hubiese detenido hace al menos dos horas atrás. De fondo, The Ramones inunda el espacio donde en cualquier momento una banda nueva, como ya es característico en este local, comenzará a tocar para el deleite de los parroquianos, que a esta altura ya saben que, si está acá, es porque es buena.
Y eso no es difícil de entender cuando revisamos la historia de uno de los lugares más importantes de la escena rock nacional, que este año, celebró orgullosamente 20 años, con hitos, aciertos y problemas varios que en algún momento hicieron pensar a su dueño, René González, que era el fin de este sueño que partió por ahí por el año 1996, cuando su padre lo invito a sumarse a esta aventura familiar.
Porque el Bar de René no fue siempre este lugar místico y oscuro, al que muchas personas dudan entrar por temor a no entender desde la música hasta la decoración. Según nos cuenta el mismo René, esto partió como uno de los muchos emprendimientos que tuvo su familia.
En sus primeros cuatro años fue un restaurant donde se podía encontrar preparaciones chilenas con un toque a comida de “abuelita”. Era así literalmente, ya que en aquel entonces la propia abuela de González se encargaba de los menús y de ponerle la firma a cada uno de los platos durante la hora del almuerzo.
Enterarnos de esta historia no fue tan fácil. René es casi un personaje mítico. No se sabe bien si es el señor que se sienta en la puerta, u otro que pasea por dentro del local o si el nombre del bar está elegido casi al azar. Porque nadie se imaginaría, que un joven de solo 23 años de edad sería capaz en 1996 de crear lo que es considerado hoy por muchos, uno de los lugares donde tocar puede ser considerado un honor.
Nadie quiso adelantarnos nada de la historia “Hasta que llegue René”, nos señaló su padre, administrador y parte del staff que cada noche sirven a los fieles y ocasionales clientes, el cual apenas llega le entregan una botella de la mejor chicha de Villa Alegre, la cual mese y revisa hasta que uno de los porteros le ofrece ir a dejarla en su auto, “junto al asiento” precisa René. Acto seguido se encuentra con Pantoja, un personaje del barrio y pintor que frecuenta el bar, que, según el mismo René, es una de las tantas víctimas del sistema de salud mental de Chile.
Tras revisar toda esta historia sobre los orígenes, nos surge la pregunta obligada, ¿cómo es que esto cambia de un restaurant familiar a un bar donde grandes de la música nacional e internacional han escogido para hacer escuchas de discos o lanzar material nuevo? Le preguntamos a René quien nos contó: “Nosotros los primeros 4 años, trabajábamos de día, hasta las 12 pm. no había lugar para la bohemia, y tampoco habían, al menos que yo conociera, espacios para la música chilena, entonces como a mí me gustaba este tipo de música, la ponía fuerte y a mi papá no le gustaba tanto, pero la gente empezó a venir al bar. Gente con el mismo perfil y empezamos a compartir música, no es como ahora eso sí. En aquella época llegué a tener desde casette piratas a unos cuantos originales, entonces cuando llegaba la gente joven colocábamos esa música que era la que nos gustaba y así fue aumentándose la biblioteca musical. Aumentando también la demanda ya no había lugares de noche».
– ¿Cómo se enfrenta esta nueva realidad con la familia, al ver que crecía la audiencia de este estilo?
– Le presenté el proyecto junto con un amigo, a mi papá, de abrir el negocio después del horario de cierre, entonces nosotros nos haríamos responsables de la noche. Mi papá me apoyó, porque podía confiar en mí el negocio, entonces hicimos las mejoras, y partimos.
– ¿Siempre fue así como está ahora?
– No, era solo la parte delantera, porque no sabíamos que iba a pasar de noche, no sabíamos nada en realidad, esto paso de una idea a una apuesta. Partimos con la noche y la verdad es que fue una explosión, tuvimos que poner reja en la puerta porque a veces había tanta gente afuera y adentro que parecía una asado pero sin parrilla, ya que no habían lugares que tuvieran este concepto de un bar, donde tú puedas ir con música y que no sea esa típica de pub que es como bulla al final y ahí empezó a llegar más gente ligada al arte, músicos independientes que fueron haciéndose parte del bar, amigos hoy, que comenzaron a traer discos de sus propias bandas, que en muchas ocasiones era el único lugar donde se podía escuchar aparte de las salas de ensayo, era bien entretenido ver como en muchas ocasiones, las bandas venían a escucharse entre ellos mismos.
¿Y ahora que están consagrados como uno de los centros neurálgicos del rock? ¿cómo eligen las bandas?
Los requisitos en el bar son: tener temas originales y discos editados, y ahí parte todo, como qué día van a tocar, por ejemplo. Es como para pedir cierto nivel, calidad del disco más que la calidad musical, ya que siempre digo que no hay que opinar si algo es bueno o malo musicalmente, eso queda para la gente, nosotros vemos que esté grabado de una forma profesional, que haya pasado un ingeniero por detrás de la grabación, el que le va a dar a la banda una armonía. Yo trabajo con un periodista y músico quien hace la selección, en lo personal trato de mantenerme siempre de espectador, sin perder la capacidad de asombro.
– ¿Qué piensas de las bandas tributo, pueden tocar acá?
No, nada de bandas tributo, ya que ellos mismos se tapan en su propia escena, porque no aportan, haz una banda igual a la que te gusta, pero con tus temas, porque si no, ¿quién va a superar al original?, es como partir perdiendo, hay que buscar un camino propio, buena onda con los músicos de las bandas tributo, sé que es súper entretenido, pero no se está aportando nada a la cultura ya que se está copiando.
¿Cuándo piensas en el pasado, que es lo que más te llama la atención en vista de esta evolución que ha tenido el negocio y la escena musical en general?
Cuando partimos era un creer en algo, buscar algo, y tener que hacerlo desde donde se está, yo estaba atrás de una barra preparando piscolas y ese era mi lugar donde yo podía ser coherente, desde donde quería luchar por mis principios y valores, mi espacio era colocar la radio del bar, de las bandas que me gustaban y siempre con una mirada en la música chilena, y desde ahí veía sueños, pero en la vida, hay mil historias de gente que botó todo por la música o por el arte o renegando de “no quiero ser oficinista” y eso no significa que sea malo ni bueno, es distinto no más y de alguna forma en el tiempo se ha generado ese espacio, no acá si no que en la sociedad en general que nos dejan ser distintos.
– ¿Cómo has vivido la explosión del barrio Italia?
– De todas formas, pero en muchas solo sufriendo, principalmente por decisiones arbitrarias y que van en desmedro del desarrollo cultural, pero si también con una validación de nosotros como un aporte a la cultura, lo que me tiene contento, porque nos escarbaron hasta que se dieron cuenta que no éramos malos, que queríamos generar un aporte a la gente que nos quiere.
¿Han tenido problemas con los vecinos?
Sí, la reforma del horario de providencia fue fatal, fueron meses que pensamos que se iba ir todo a la cresta, imagínate cerrar un bar donde a las 2 am. no puede quedar nadie adentro, significa cerrar a la 1am y cuando tu llegas a un bar a las 12. Nos aglutinamos con otros locatarios de providencia y otro montón de gente que trabaja por el sector que nos apoyó desinteresadamente, solo por convicción, fue muy bonito eso. Nos conformamos y hasta el día de hoy tenemos un vínculo con todos los sectores y con algunas personas con los cuales que fuimos generando lazos y miradas de ciudad, de comuna, haciéndola la más entretenida de Chile, es cosa de ver como toda la gente quiere vivir acá.
– ¿Qué hay de cierto del rumor de que Mike Patton habría escogido este lugar para hacer un concierto en algún momento?
– No. Eso no fue así. Era una escucha del primer disco de Faith no more, “We Care a Lot” en su aniversario número 30 y a causa de eso se eligieron varios lugares del mundo para presentar la remasterización y por gente que habló, amigos del grupo y por lo que escucharon por ahí, ellos pensaron que el bar podía ser un buen lugar para eso, y ahí se acercó gente diciendo que en agosto querían hacer la escucha del disco, que la banda iba a estar al tanto y que sería al unísono en 10 países. Personalmente me pareció que era súper importante, desde el punto del público de “Faith no more” que es asiduo del bar, ya que estamos dentro de la misma escena y la verdad es que fue muy entretenido, produciendo un revuelo muy fuerte, ocasionando que el día que se hizo la escucha del disco, el bar estuviera lleno, la gente cantaba, todos atentos escuchando el disco, estaban los amigos de la banda mandando fotos de lo que pasaba acá y viendo fotos de otros lugares donde estaba ocurriendo lo mismo, mandaban fotos para la Isla de pascua, para Argentina, fue bien entretenido, mucho más de lo que pensé.
–¿Cómo ves el futuro? ¿Cómo proyectas el bar?
– Nosotros seguimos soñando con el futuro, siempre mirando hacia adelante, no quedándonos en lo que hemos logrado, a lo mejor estos primeros 20 años son un punto para parar y mirar un poco lo que se ha hecho, pero siempre estamos pensando para adelante, en como aportamos, en cómo hacemos crecer los espacios y yo creo que uno tiene que ser consecuente con lo que dice, entonces podemos seguir siendo parte de la escena aportando desde donde nos toque estar, para ir en desarrollo de la música independiente, nacional, el rock nacional, generando espacios, generando mejores condiciones para los músicos, trabajando para la gente que trabaja de verdad en esto y soñando, siempre seguir soñando.