Quizás una reacción natural al escuchar «aguas residuales, negras o cloacas» sea arrugar la nariz (o incluso sentir arcadas). Después de todo, representa todo aquello que nosotros ya no queremos, lo que ya no nos sirve. Sin embargo, allí donde la mayoría de la gente ve desechos, descomposición y problemas, otros ven una oportunidad.
Científicos del Laboratorio Nacional del Noroeste Pacífico del Departamento de Energía de Estados Unidos (PNNL por sus siglas en inglés) desarrollaron una técnica que en cuestión de minutos puede convertir aguas residuales en petróleo.
Es decir, lo que a nuestro planeta le llevó millones de años en crear, en el PNNL les toma unos minutos.
La técnica lleva el nombre de licuefacción hidroeléctrica y consiste en imitar las condiciones geológicas de la Tierra para crear el preciado crudo.
Para ello, tras revolver ese fango de materia orgánica -sí, desechos humanos- que arrastran las aguas sucias, lo someten a altas presiones y temperatura.
El material primero se presuriza a 1.200 kg por 2,5 cm2 y luego se someter a un sistema de reactores que funciona a 350ºC.
En cuestión de minutos, se crea un material parecido al petróleo que se extrae del subsuelo, pero con una pequeña cantidad de agua en la mezcla.
El biocrudo puede ser refinado utilizando las técnicas tradicionales para obtener combustible.
La razón por la que esto es posible se debe a dos factores: «En el barro de las aguas residuales hay una alta cantidad de carbono», explicó Corinne Drennan, responsable de la investigación en tecnologías de bioenergía en PNNL.
«Y también hay grasas, lo que parece facilitar la conversión de otros materiales que hay en las cloacas como el papel higiénico», agregó.
Esto permite mantener el lodo moviéndose en el reactor y producir un biocrudo de una calidad muy alta que, cuando se refina, produce combustibles como gasolina y gasoil.
Según PNNL, con esta técnica se pueden crear unos 30 millones de barriles de crudo a partir de 12 billones de galones de aguas residuales.
Y de acuerdo con una evaluación hecha por la fundación Water Environment & Reuse Foundation, que apoya el proyecto, el proceso tiene una eficiencia de conversión de carbono de casi el 60%.
«El proyecto nos llamó la atención hace dos años», le dijo a BBC Mundo Carrie capuco de WE&RF, que cuenta con un programa para impulsar proyectos como el del PNNL.
«Estamos muy emocionados, porque si esto llega a funcionar a gran escala, podría cambiar la forma en que tratamos las aguas negras«, agregó. «Empezaríamos a tratar las cloacas como un producto (con valor económico)».
Por ahora, Metro Vancouver, la mayor tratadora de aguas residuales de Vancouver, Canadá, espera implementar esta técnica en sus plantas de tratamiento.