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Max Raide: Self-Made Man Revista SML

Max Raide: Self-Made Man

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Richard Sharman
Por : Richard Sharman Editor en Revista SML
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El actual Publisher del diario El Mostrador tiene toda clase de méritos a su haber. Un self-made man con todas sus letras, Raide es el epítome del emprendedor chileno… pero sin lo latero. Muy por el contrario tiene una singular y genuina chispa que maneja con titeretesca perfección y a la cual debe poder atribuirse su inigualable capacidad de convocatoria, en proyectos tan rupturistas como «Jóvenes Líderes» (2006) y «Foro Liderazgo» (2014), ambos de su autoría. Y, en el año 2016, poniendo la inclusión en la agenda pública.


Por Richard Sharman, editor Revista SML – Edición Diciembre

Para los griegos “entusiasmo” significaba literalmente “tener un dios dentro de sí”. La persona entusiasmada, por lo tanto, era guiada por la fuerza y la sabiduría de una deidad que catalizaba acciones a través de su cuerpo en una especie de posesión divina. Desde el primer apretón de manos, pareciera que Max Raide es el arquetipo de ese entusiasmo helénicos, no porque profese algún tipo de discurso monoteísta, sino por el convencimiento con que enuncia sus palabras y el ímpetu con que ha ejecutado cada uno de sus proyectos: no le hace falta mayor carta de presentación que su historial como emprendedor social. Cuando muchos lo llamaron soñador, Raide supo dimensionar la posibilidad que yacía en frente e identificar el mejor camino para hacer de cada supuesto sueño una palpable realidad. He aquí una persona que sabe olfatear una oportunidad en medio de una crisis.

En la actualidad se ha transformado, con o sin quererlo, en la cara visible de El Mostrador, medio posicionado en la cúspide de la prensa independiente con más de 2,5 millones de lectores mensuales y un crecimiento comercial anual de 75%, siendo además un invitado permanente a la Conferencia anual del Consejo de las Américas presidida por David Rockefeller y Susan Segal. En enero de 2007, Revista Capital publicó un perfil en su honor titulado “Lo Máximo” en el que, entre otros logros, se mencionó la envidiable red de contactos derivada de su poder de convocatoria: Paulmann, Baranda, Avayu, de Gregorio, Ibáñez, Edwards, Luksic, Claro y un largo etcétera de importantes personajes han creído (y siguen creyendo) en proyectos tan rupturistas como ‘Jóvenes Líderes’ (2006) y ‘Foro Liderazgo’ (2014), ambos de su autoría. Y, en el año 2016, poniendo la inclusión en la agenda pública. Lo cierto es que en definitiva lo máximo, para Raide, no es el engorde perpetuo de sus redes sino la singular facultad que estas le otorgan para constelar personas claves en torno a una misma misión país: concretar políticas de inclusión en un Chile exclusivo.

El encabezado de su cuenta de Instagram lee: «Un hombre es lo que él mismo consigue» -una cita por Frank Sinatra que definitivamente lo define y que cobra especial importancia ante la actual crisis del liderazgo que enfrenta Chile.

Max Raide buceando en Galápagos, en la expedición junto a los mejores representantes de la apnea y buceo del mundo.

¿Ante la actual escasez de líderes, dónde crees que debemos buscar nuevas fuentes de liderazgo?

Los nuevos liderazgos se hacen en la calle y se validan en tiempos de crisis, no solo en la cotidianidad.

¿Cómo piensas que esta fuente se relaciona con la actual crisis institucional del país?

No es solo Chile el que vive una crisis de liderazgo, sino el mundo entero. A eso mismo es que responde la elección de Trump, el cuestionamiento de Santos y la abstención generalizada al voto. Se está viviendo un cambio en el que la gente va a exigirle a sus líderes una validación y un mérito propio, una suerte evidencia no tradicional respecto a lo que los hace capaces de ocupar un cargo democrático. Va a ser interesante lo que ocurra con el concepto de los bandos políticos, porque en este momento el que defienda acérrimamente a cualquier partido, simplemente no ha estado viendo las noticias.

Pero la respuesta ha sido un desencanto político absoluto, no un empoderamiento ciudadano.

Lo que pasa es que nos desencontramos con nuestro propio cuento. Como chilenos, durante mucho tiempo basamos nuestro auto-concepto país en la credibilidad, orden y rectitud de nuestras instituciones públicas y privadas. Mirábamos casi con pena a Argentina, Bolivia y Perú. Este año, sin embargo, de golpe nos enteramos que era todo mentira y nuestro concepto nación se vino al piso en cuestión de meses. Esa pérdida necesariamente requiere de un proceso de aceptación, que es grafual. Partimos por la negación; los de derecha culpaban a la izquierda, los de la izquierda a la derecha, hasta que salió toda la evidencia contra ambos lados. Luego pasamos a la ira perpetuada en la prensa independiente y las redes sociales, y luego a la depresión, que se tradujo en la altísima tasa de abstención al voto en las elecciones municipales. Eventualmente llegaremos a la negociación, en la que la ciudadanía se pondrá los pantalones y, como dices tú, se empoderará de su poder colectivo. Finalmente llegará la aceptación, y esa es la que se verá plasmada en las próximas presidenciales. Es un proceso que tenemos que vivir y que me parece absolutamente sano.

¿No te parece preocupante este nihilismo político en el que vivimos?

Una sociedad que no cree en nada ni nadie es efectivamente preocupante porque entorpece el avance social. A diferencia de hace seis años, creo que hoy prácticamente nadie quiere trabajar para el gobierno, sea de derecha o de izquierda. Si Piñera sale reelecto, se va a enfrentar a una realidad muy distinta a la del 2010, en la que quienes trabajaban para el sector público, sentían que iban a algo, a hacer un aporte para su país. Pese a eso, creo que estamos frente a una jugosa oportunidad para redefinir temas políticos, sociales y empresariales; una redefinición que, por cierto, Chile necesita con urgencia.

Hablando de la empresa. ¿Cuál es el rol del empresario en una sociedad?

Existe una mala concepción por parte del empresariado de creer que su rol es la mera creación de empleos, y no es así. Es clave que el empresario entienda el efecto mariposa de sus acciones, comenzando por el simple hecho de que un trabajador, en la mayoría de los casos, es la cabeza de una familia. Mis malas decisiones como empresario tienen repercusiones muchísimo mayores a lo que me imagino. 40 trabajadores determinan el bienestar de 40 familias, que influyen en 40 comunidades y que, a la larga, pueden afectar a todo un país. Tiene que existir una “conciencia Chile” en cada empresario, tenga 50 trabajadores a su cargo o 10.000.

Max Raide junto a su padrino y consejero León Avayu cabeza del Grupo Indumotora.

¿Crees que existe una actual vilipendización de las empresas?

Efectivamente la hay, pero no es gratuita.

¿En qué sentido?

Existe una actitud ludopática por parte de la empresa, y eso es lo que debe cambiar. Por ejemplo, estuve intentando convencer a un amigo mío que es dueño de restaurants respecto a la importancia de hacer un acceso para discapacitados. Su respuesta fue que ya se había gastado un fajo de plata en adaptar el espacio a las nuevas normas anti-tabaco, y que por eso no lo haría. Yo, por supuesto, le hice ver que eso había sido una inversión con un retorno predeterminado, y que por eso lo había hecho, mientras que adecuarse a las necesidades de un discapacitado no le generaba renta evidente y por eso no lo hacía. Ojo que también existen empresas con una consciencia social sumamente aguda, pero que padecen de una muy mala comunicación con el público, permitiendo que sean los gremios quienes hablen, en lugar de desarrollar un programa de voz corporativa independiente.

A propósito de discapacitados, tu más reciente batalla tiene que ver con su inclusión social.

Efectivamente. Creo que esta “batalla”, viene como consecuencia del camino que he recorrido y de las experiencias que he tenido. Chile tiene una obsesión pública y privada por el desarrollo, pero aun no existe una conciencia en torno a las negligencias fundacionales que hemos arrastrado durante siglos y perpetuado en nuestra realidad contemporánea. Tanto en “Jóvenes Líderes” como en “Foro Liderazgo”, me dediqué a congregar gente para poner cambios en movimiento, y estoy convencido de que la discapacidad en Chile necesita una solución sinérgica de la que sean partícipes todos los sectores de la sociedad. En este minuto, el tema es gravísimo: existen 2,5 millones de chilenos discapacitados, constituyendo la minoría más grande del país, de la cual un 90% está desempleado y 80% está sumido en la pobreza, sin herramientas para salir de ella.

¿Cómo se generan cambios en un ámbito como este, entendiendo el contexto público y privado del que ya hablamos?

En eso es que estamos. Chile es un país en el que mucha gente está dispuesta a ayudar, el tema es la canalización de estos esfuerzos para generar soluciones no asistencialistas, de largo plazo. Para esta canalización tienen que existir instancias de diálogo colaborativo, donde se oiga la voz de los discapacitados en todo momento.

Por eso en El Mostrador creé la sección “Vida Inclusiva”, donde entrevistamos personas involucradas con discapacidad o bien discapacitados, para mostrar lo que se muestra cada dos años en la Teletón, de manera cotidiana. Mi opinión es que los medios de comunicación no solo tienen el deber de informar sin sesgos, sino también de hacer agenda desde un punto de vista humano y país. Mi meta es que El Mostrador se convierta en un aporte sustancial en este campo.

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