Algunas caravanas pueden visitar 80 hogares en un día y terminar a las tres de la madrugada. Es una gesta tipo carnaval, alimentada por villancicos, cumbias, bachata y reggaetón. Sin olvidar los disfraces de cuanto personaje conozcamos de Disney, monos animados y del cine, con cierta fama.
El imaginario navideño existe con la idea que la Pascua es en invierno. No cambia nunca porque fue inventado en países que por estos días tienen nieve y temperaturas bajo cero en el hemisferio norte. No importa donde uno viva en el planeta, la Navidad es con trineos, chimeneas encendidas y un Santa Claus muy abrigado. A ratos le gana en popularidad al nacimiento de Jesús, con la complicidad de publicistas, grandes tiendas y nuestro amor por las cosas.
También en esta fecha, por las calles de Iquique, se escuchan numerosas caravanas con carros navideños y música a todo volumen que recorren los barrios visitando los casas de numerosas familias donde los hijos pequeños esperan con alegría e inevitable paciencia, la llegada del Viejo Pascuero. Les trae un primer regalo que antecede el del 24 en la noche.
Algunas caravanas pueden visitar 80 hogares en un día y terminar a las dos o tres de la madrugada. Es una gesta tipo carnaval, alimentada por villancicos, cumbias, bachata y reggaetón. Sin olvidar los disfraces de cuanto personaje conozcamos de Disney, monos animados y del cine, con cierta fama.
Esta tradición comenzó en la década del 50, cuando los trabajadores de correos en Iquique recorrían las calles en un camión decorado con adornos navideños y acompañados de una modesta banda. Con los años, se sumaron las empresas pesqueras, mineras, importadores de Zofri; las instituciones de gobierno y universidades, las juntas de vecinos de muchos barrios, algunos bailes religiosos, clubs, caletas de pescadores. Es un desplazamiento para verse y mostrarse socialmente regalando y por cierto, lanzando dulces a los innumerables niños que esperan en cada esquina. El estatus y bolsillo de cada organización determina la calidad del carro navideño, la música, los disfraces y la banda que se puede contratar.
Las fotografías que usted observa en esta serie son un gran retrato colectivo de algunos carros navideños en la ciudad. Es el preludio de la Navidad en el desierto pero con todos los símbolos según dicta el imaginario pascuero e invernal. Esperé que pasaran, teniendo la cámara lista. A ratos los seguí por diversas calles, captando imágenes en movimiento.
Subí a algunos carros y viajé con ellos por un rato, sintiendo el olor y sabor de la tribu con su caravana. Finalmente, los vi partir en su marcha infinita, con música, disfraces y caramelos, además de regalos. Saben, mejor que nadie, que allá lejos, bajo el sol de Iquique, hay otro y otro horizonte, lleno de casas por visitar. Van sin apuro, sin horario, sin límites. Con gran vocación y a todo ritmo.
