¿Eres de los que guarda esta salsa en un armario o de los que la ponen en el refrigerador? Los consumidores están tan divididos al respecto que en Reino Unido un supermercado decidió venderla en dos secciones distintas para complacer a unos y otros.
Nuestras neveras están repletas de comida que también podría guardarse en el armario o quedar al aire libre.
En el pasado la mantequilla, los huevos y las salsas se dejaban en la despensa y la gente se ponía enferma. ¿Por qué ahora tanta gente insiste en, por ejemplo, guardar el kétchup en la nevera?
El dilema del kétchup parece levantar pasiones entre los amantes de esta salsa. Tanto es así que en Reino Unido un gran supermercado, Asda, empezó a ofrecerlo en la sección de la nevera además de en las estanterías para cumplir los gustos de los divididos consumidores.
Según la encuesta de Asda, de las 2.600 personas consultadas, el 54% dijo que el kétchup se guarda en el armario y el 46% que se guarda en la nevera.
En las redes sociales las opiniones desde ambos lados del debate eran igual de categóricas.
«No. La respuesta está clara. El kétchup no va en la nevera», tuiteaba un tal Jordan Clarke.
«Obviamente el kétchup va EN LA NEVERA. Duh», comentaba en la misma red social un tal Ben Bruce.
Según la historiadora culinaria británica Polly Russell la lógica detrás de la práctica moderna de enfriarlo todo puede ser un poco «extraña».
Muchas de las marcas de salsa que consumimos hoy en día, como las de kétchup, ya se vendían antes de que hubiera neveras en las casas.
Sus niveles de acidez, combinados con su contenido en sal y azúcar, hacen que entonces y ahora desde un punto de vista microbiológico se puedan mantener en buen estado a temperatura ambiente, asumiendo que ésta no sea muy alta, claro está.
«En el pasado las casas no tenían nevera, sólo armarios donde almacenar en frío o con bloques de hielo, si las familias tenían dinero», explica Russell.
En Reino Unido hacia 1968 sólo un 50% de las casas tenían refrigerador.
Hoy, según la historiadora, es un electrodoméstico que nos obsesiona, quizás, apunta, porque ahora hay «una creciente ansiedad» por la seguridad de los alimentos, y eso hace que tendamos a enfriar alimentos que no lo necesitan.
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Fuente: Servicio de Salud Pública del Reino Unido (NHS por sus siglas en inglés) y artículo de Zhanga, Tieman et al. publicado en la revista Proceedings of National Academy of Sciences.