Los bonos verdes pueden ser distribuidos actualmente bajo una variedad de estándares voluntarios. Sin embargo, no existe ningún mecanismo de monitoreo para asegurar el cumplimiento de los Principios de los Bonos Verdes o de los Estándares de Bonos Climáticos, los dos marcos principales.
Por Chris Floods*
Los bonos verdes diseñados específicamente para ayudar a financiar la lucha contra el cambio climático, están atrayendo el creciente interés de distribuidores e inversores, al igual que gobiernos en todo el mundo intensifican sus esfuerzos para combatir el calentamiento global.
La distribución de bonos verdes se ha acelerado tras la firma del acuerdo climático de París en diciembre del año 2015, cuando más de 190 países se comprometieron a combatir el calentamiento global.
Moody’s, la agencia de calificación, pronostica que la distribución de bonos verdes este año será de casi 120,000 millones de dólares, eclipsando el récord de 93,400 millones de dólares fijado en 2016.
Los bonos verdes pueden ser distribuidos actualmente bajo una variedad de estándares voluntarios. Sin embargo, no existe ningún mecanismo de monitoreo para asegurar el cumplimiento de los Principios de los Bonos Verdes o de los Estándares de Bonos Climáticos, los dos marcos principales. China también ha desarrollado sus propios estándares de bonos ecológicos. Los críticos dicen que esta fragmentación genera incertidumbre para los inversionistas y frenará el crecimiento del mercado en el futuro.
El año pasado, la organización conservacionista Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), advirtió que las normas industriales más aceptadas fueron “requeridas con urgencia” para enfrentar el creciente riesgo de “greenwashing” (propaganda amigable con el medio ambiente en cuanto a su forma), donde proyectos poco idóneos son financiados a través de los bonos verdes.
“Sólo un bono para el distribuidor que pueda demostrar beneficios ambientales significativos, certificado por una entidad independiente de acuerdo con estándares ampliamente aceptados y plenamente desarrollados, debería calificar como un bono verde», dijo la WWF.
Pero otros creen que esta reforma es inalcanzable.
«Necesitamos unificar las definiciones en la medida de lo posible, pero la alineación total no será viable. Necesitamos ayudar a los inversionistas, distribuidores y legisladores a entender realmente las similitudes y diferencias entre las definiciones de bonos verdes para garantizar la transparencia», dijo Anna Creed, directora de la iniciativa de los Bonos Climáticos.
También se necesita hacer algo más para desarrollar métricas de información que ayuden a los inversores a entender qué tipos de efectos se han logrado con el financiamiento verde, de acuerdo con Eugene Howard, asesor económico de la división de eficiencia energética y renovable del Banco Europeo de Inversiones.
Howard dijo que medir lo «ecológico» de un proyecto podría ser algo problemático ya que algunos tienen objetivos más allá de la mitigación del cambio climático, como la reducción de la contaminación y asegurar la biodiversidad.
Chris Varco, director de inversiones de Cambridge Associates, consultor de inversiones, dijo que los indicadores claros de los beneficios ambientales, como las emisiones de carbono mitigadas por dólar invertido, estaban a menudo ausentes en los bonos verdes.
Esto dificulta a los inversionistas que quieren entender cómo sus esfuerzos por disminuir la exposición a emisiones de gas invernadero se pueden conciliar con asignaciones a bonos verdes; considerando que algunos de los distribuidores son empresas con importantes reservas de carbono, según Varco.
La liquidez en el mercado de bonos verdes es un problema aún más apremiante para muchos inversionistas institucionales. Según el sitio web de finanzas ambientales, alrededor de 203.000 millones de dólares han sido distribuidos desde que el mercado de bonos verdes se puso en marcha hace menos de una década. Pero esto representa apenas una fracción minúscula de la inversión anual de renta fija de gobiernos y compañías en todo el mundo.
Richard Sherry, director de crédito alternativo en M & G, el gestor de activos del Reino Unido, dijo que “Hay más demanda que oferta en estos momentos. Existe una clara necesidad de hacer crecer la base del distribuidor para satisfacer esa demanda.”
Se están dando pasos importantes para mejorar la liquidez con los gobiernos que están empezando a distribuir bonos verdes. Polonia vendió el primer bono verde soberano en diciembre, seguido de un acontecimiento importante, en donde Francia logró recaudar 7 mil millones de euros en enero a través de la mayor venta de bonos verdes hasta la fecha. Se espera que otros países, como Filipinas, Nigeria, Bangladesh y Marruecos sigan este año.
Algunas de las necesidades más apremiantes para el financiamiento de bonos verdes se encuentran en países en desarrollo que ya están luchando para hacer frente a los efectos del cambio climático en sus economías.
La Corporación Financiera Internacional (CFI), el sector privado del Banco Mundial, anunció en marzo que invertiría $325 millones de dólares en un nuevo fondo de bonos verdes diseñado para apoyar el financiamiento de proyectos ambientalmente amigables en los mercados en desarrollo.
La CFI se ha asociado con Amundi, el mayor gestor de activos cotizado de Europa, con el objetivo de recaudar hasta 2 mil millones de dólares de otros inversores internacionales para crear el mayor fondo de bonos verdes dedicado a los mercados emergentes hasta la fecha.
Hasta el momento, pocos bancos en los mercados emergentes han distribuido bonos verdes, creando una brecha en el mercado que la CFI y Amundi quieren tapar.
«Este fondo esencialmente creará un mercado de bonos verdes donde no había ninguno», dijo Philippe Le Houérou, presidente ejecutivo de la CFI.
En un esfuerzo por mejorar la liquidez, Zurich Insurance anunció en 2013 que invertirá 1.000 millones de dólares en bonos verdes y duplicó ese compromiso a 2.000 millones de dólares en 2014.
Manuel Lewin, director de inversiones responsables de Zurich Insurance, dijo que los bonos verdes constituyen una «tremenda herramienta» para sensibilizar a los distribuidores sobre los riesgos del cambio climático, alentándolos a medir la contribución que están haciendo para hacer frente al calentamiento global.
Lewin también dijo que la distribución de bonos verdes también podría ayudar a una institución a señalar a sus inversores que había desarrollado un enfoque estratégico a largo plazo para abordar los riesgos del cambio climático.
“Hace unos años atrás, nadie estaba pensando en estas cosas y ahora estas conversaciones se dan en todas partes” dijo.
* Traducido por Nicolás Flores Zúñiga , Traducción Inglés Español Universidad Arturo Prat de Iquique (UNAP).