Es una enfermedad poco conocida en América Latina y Europa pero endémica en 24 países de Asia, donde según la OMS cada año se registran unos 68.000 casos nuevos, la mayoría en niños.
Aunque para la mayoría de los contagiados no produce síntoma alguno, para un 30% de quienes sí los tienen puede ser letal. De hecho según las estimaciones de un estudio reciente que cita la OMS anualmente mueren por esta inflamación del cerebro entre 13.600 y 20.400 personas.
La encefalitis japonesa está causada por un flavivirus que se encuentra normalmente en aves y en cerdos y que es transmitido a humanos por la picadura de un mosquito infectado.
Es una enfermedad frecuente en las zonas rurales de Asia donde hay más granjas, campos de arroz y pantanos, y no se puede contagiar entre humanos.
Esta enfermedad es pariente del dengue, la fiebre amarilla y del Nilo Occidental, que también están causadas por flavivirus, un género específico que genera muchas enfermedades en animales y humanos.
La mayoría de los infectados con el virus de la encefalitis japonesa no tiene síntoma alguno o desarrolla síntomas muy leves, como dolor de cabeza y fiebre, que con frecuencia se confunden con una gripe común.
Sin embargo se estima que una de cada 250 personas contagiadas desarrolla síntomas severos, a medida que la infección se extiende al cerebro. En estos casos, entre 5 y 15 días después del contagio se produce una fiebre elevada, rigidez de nuca, desorientación, coma, convulsiones, parálisis espástica y, hasta en uno de cada tres casos, la muerte.
Hasta un 50% de quienes sobreviven a esos síntomas severos se quedan con daños cerebrales permanentes, como parálisis, temblores y tics, cambios de personalidad, problemas de aprendizaje o pérdida del habla.
La encefalitis japonesa afecta principalmente a los niños. Según el servicio británico de salud, NHS, se estima que un 75% de los contagios se da en niños menores de 15 años.
En los países en los que es endémica, la mayoría de los adultos están naturalmente inmunizados contra la encefalitis japonesa por haber tenido la infección en la infancia.
No existe cura para la enfermedad, así que el tratamiento de las personas contagiadas que desarrollan síntomas graves se centra en el alivio de esos síntomas y el apoyo para que el paciente supere la infección. El diagnóstico se confirma mediante un análisis de sangre.
Pero existen varias vacunas, «seguras y eficaces» según la OMS, para prevenir la enfermedad, que se recomiendan para la población de las zonas donde es endémica.
La OMS recomienda la vacunación para «los viajeros que vayan a estar mucho tiempo» en las zonas donde la enfermedad es endémica.
Los países donde ocurren más contagios, según el NHS, son: China, Birmania, Tailandia, Vietnam, Camboya, Laos, Nepal, India, Filipinas, Sri Lanka, Malasia e Indonesia.
A pesar de su nombre, en Japón ya casi no hay casos de encefalitis japonesa, gracias a los programas masivos de vacunación.
Además la OMS recomienda que los viajeros a las zonas endémicas tomen precauciones para evitar picaduras de mosquitos, como el uso de repelentes, ropas de mangas largas, espirales fumigantes, vaporizadores y mosquiteros.
Sin embargo, según el servicio de salud pública del Reino Unido, el NHS por sus siglas en inglés, es muy raro que los turistas se vean afectados por la encefalitis japonesa. Se estima que cada año menos de una persona por cada millón de viajeros contrae la enfermedad.
Los principales brotes de encefalitis japonesa se producen cada 2 a 15 años, según la OMS, y la transmisión se intensifica durante la estación de lluvias.
El riesgo de contraer la enfermedad durante un viaje aumenta, según el NHS, si se visitan zonas rurales o si se hacen actividades como montañismo o camping.