Innovación
Desde el 2017, un equipo de investigadores explora la capacidad de algunas algas chilenas como proveedoras de ingredientes funcionales que sean capaces de controlar la glicemia y hacer que los diabéticos lleven una existencia más saludable. Hasta el momento el cochayuyo es el alga que presenta mejor potencial, “ya que aparte de tener un mayor nivel de compuestos antioxidantes, el perfil de inhibición es ser el más saludable, al inhibir en grados diferentes a las dos enzimas principales implicadas en la digestión del almidón”.
Existe una demanda creciente por alimentos que mejoren la salud o eviten la aparición de enfermedades que aquejan masivamente a la población, como es el caso de la diabetes tipo 2. Y es que afecta a 1 de cada 10 chilenos mayores de 15 años, convirtiéndolo con la mayor prevalencia en Sudamérica y una de las más altas a nivel mundial.
Paralelamente, en Chile existen más de 400 tipos de algas y a pesar de los múltiples compuestos beneficiosos presentes en ellas, no todas poseen el mismo nivel de polifenoles ni capacidad antioxidante. También es diversa la capacidad de inhibir las enzimas que participan en la digestión de los alimentos en el tracto gastrointestinal, que representa una estrategia para controlar la glicemia.
Por eso el director de Escuela de Ingeniería en Alimentos de la Universidad Austral de Chile, Javier Parada, lidera desde 2017 un equipo de investigadores cuyo propósito es explorar la capacidad de algunas algas chilenas para controlar la glicemia – que es la que mide si los niveles de azúcar en la sangre están dentro de límites saludables- y hacer que los diabéticos lleven una existencia más saludable.
Para ello se trabaja con algas como el cochayuyo, el gelillo, el palo huiro, el chascuo, la luga cuchara y el luche, comúnmente recolectadas en el mar chileno, específicamente en la costa del sector Palo Muerto, Comuna de Corral, ubicada en la Región de Los Ríos.
Según explica el académico del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos (Icytal) de la universidad, se trata de identificar “las algas que contengan propiedades saludables, con especial énfasis en compuestos fenólicos que sean capaces de moderar las concentraciones de glucosa en la sangre posterior, al consumo de alimentos ricos en almidón”.
En la investigación también participa José Ricardo Pérez-Correa de la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Chile, además estudiantes de postgrado, técnicos y colaboradores internacionales.
A partir de las algas se produjeron extractos, los que luego se caracterizaron química y funcionalmente. “Los resultados de este proyecto permitirán saber si existe un alga o más de la cual puedan obtenerse compuestos biológicamente activos para manejar la diabetes tipo 2, lo que es un aporte a la salud pública, además de dar valor a una materia prima subvalorada, lo que ayudaría a la economía de las comunidades recolectoras”, expresó Parada.
Como líder de la investigación, el docente está confiado en la capacidad que tienen las algas para poder extraerles ingredientes funcionales capaces de controlar enzimas específicas del organismo, para ser incluidos en alimentos con almidón, y “así poder diseñar productos con respuestas glicémicas más bajas, ya que valores elevados se relacionan con la aparición de enfermedades como la diabetes”.
De hecho, en lo que va de la investigación el cochayuyo es el alga que presenta mejor potencial, “ya que aparte de tener un mayor nivel de compuestos antioxidantes, el perfil de inhibición es el más saludable, al inhibir en grados diferentes a las dos enzimas principales implicadas en la digestión del almidón”.
“Es más efectivo que la Acarbosa”, asegura Parada, aludiendo al fármaco oral que produce una mejoría del control metabólico de la diabetes mellitus tipo 2 reduciendo la velocidad de la digestión de los carbohidratos en el cuerpo, lo que ayuda a controlar los niveles de azúcar en la sangre.
Al medir los resultados de análisis de los extractos del cochayuyo y compararlos con la Acarbosa, los investigadores de la U. Austral se encontraron con resultados que confirman la efectividad de la hipótesis planteada.
“A una concentración igual de 1000 microgramos ( µg) x ml la actividad de la enzima alfaglucosidaza, con Acarbosa baja su actividad hasta un 45 %, lo que genera menos glucosa a nivel intestinal por consecuencia pasa menos glucosa a la sangre mientras que con el extracto de cochayuyo la actividad baja prácticamente a 0 %”, explica el académico.
