Cocaína, marihuana, pasta base y tranquilizantes sin receta médica son algunas de las sustancias más consumidas por los adolescentes. Especialistas advierten que la intervención temprana puede ser efectiva cuando se aplica en las primeras etapas de la vida, focalizando el trayecto de vida hacia lo positivo y saludable.
Según la décima edición de la Encuesta Nacional de Juventud, realizada el año 2022, señala que la prevalencia del consumo de tabaco en los estudiantes chilenos muestra la cifra más alta del continente con un 23,7%. Mientras que, a los 13 años, el 26,8% señala consumo de marihuana.
Este 26 de junio se conmemora el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, el cual busca concientizar a la población sobre los efectos dañinos de su consumo.
En esta línea, María Jesús Navarrete, psicóloga de Nueva Clínica Cordillera, enfatiza que existen situaciones que pueden convertirse en una factor de riesgo para el consumo de sustancias. “La falta de comunicación entre niños, niñas y sus padres, madres o adultos cuidadores, es un problema que requiere atención, así como también el entorno con quienes permanecen la mayor cantidad de tiempo”, detalla.
Por otra parte, de acuerdo con el Informe sobre el Consumo de Drogas en las Américas 2019, elaborado por la Organización de Estados Americanos (OEA), Chile ocupa el primer lugar en consumo de estupefacientes.
Según el documento, en América del Sur, Chile sobresale con una tasa de consumo de marihuana superior al 30%, seguido de Uruguay con un índice alrededor del 15%, y Argentina con aproximadamente el 10%.
Navarrete señala que es importante destacar ciertos contextos que han favorecido el consumo de sustancias ilícitas. Entre ellas, las crecientes oportunidades de adquisición, en donde a través de aplicaciones móviles se puede acceder a la compra de ellas, y también una disminución de la percepción del riesgo al consumo en la población.
Ante esto, es importante priorizar las intervenciones que tienen un mayor impacto, es decir, aquellas que demuestran contribuir significativamente en la prevención del consumo.
Además, la experta menciona que el consumo de drogas a temprana edad puede tener consecuencias graves y duraderas en la salud física, mental y emocional de los adolescentes. Algunas de las consecuencias más comunes incluyen: problemas en el desarrollo, dependencia y adicción, problemas de salud mental, riesgo de lesiones y accidentes, problemas sociales y legales.
Es importante destacar que las consecuencias de estas adicciones pueden variar según el tipo de sustancia, la frecuencia y la cantidad utilizada, así como la vulnerabilidad individual. Cada droga tiene sus propios riesgos y efectos adversos específicos. En general, es fundamental educar y prevenir respecto a esta problemática durante la infancia y adolescencia, a fin de minimizar el impacto negativo en la vida de los jóvenes.
Ante esto, la profesional enfatiza sobre la relevancia de “la prevención del consumo de drogas en adolescentes es un objetivo crucial que requiere una estrategia integral y hay algunas medidas efectivas para evitar el consumo, en base a educación y concienciación, fortalecimiento de habilidades sociales y emocionales, apoyo familiar, por supuesto, la intervención temprana”.
En ese sentido, precisa que se requiere un enfoque multidimensional que involucra a la familia, la escuela, la comunidad y la sociedad en su conjunto. La combinación de estas estrategias puede ayudar a reducir el riesgo de consumo de drogas y promover un estilo de vida saludable entre los adolescentes.