Opinión
En el reciente foro Latinoamericano de calidad y seguridad en salud realizado en nuestro país, se discutió el concepto de quíntuple objetivo. Esto viene desde el año 2007, en el cual el Instituto de Mejora de la Atención en Salud introdujo el Triple Objetivo, un concepto de mejora de la experiencia del paciente, mejores resultados y menores costos como clave para la transformación de la atención en salud.
El concepto evolucionó para ser conocido como “el objetivo cuádruple» para incluir el bienestar del personal de salud. Posteriormente se incorporó la equidad en salud como otro elemento clave necesario para lograr -realmente- una mejor atención al paciente, resultados y costos, en lo que se conoce el quíntuple objetivo.
El próximo 29 de octubre se conmemora en nuestro país y el mundo en Día del Ataque Cerebrovascular (ACV) y en esta ocasión, entre otras muchas, nos encontramos impulsando dos iniciativas que van en la línea del quíntuple objetivo:
1. Avanzar en la implementación del “modelo de gestión de la red neurológica en la atención de las personas con ataque cerebrovascular (ACV)” propuesto por el Minsal en diciembre del 2022, fundamentalmente para disminuir la brecha de inequidad territorial que existe en el tratamiento agudo de los ACV, y
2. La certificación de centros esenciales o avanzados para el cuidado de pacientes con ACV, impulsado por la organización mundial del ACV (WSO) y la sociedad iberoamericana de enfermedades cerebrovasculares (SIECV), para asegurar la calidad de los cuidados de pacientes con ACV desde la identificación y traslado prehospitalario, la urgencia, hospitalización, prevención y rehabilitación, cumpliendo los estándares mínimos asociados a mejores resultados clínicos y menores costos.
Respecto a esta última iniciativa, ya se han certificado 3 centros públicos (1 avanzado y 2 esenciales) y 2 centros privados (ambos avanzados) de estos 5 centros, 4 son de la región metropolitana y 1 es de la región del Biobío. Esperamos muchos más centros certificados durante los próximos años, ya que esto depende fundamental y exclusivamente del liderazgo y trabajo local, en equipo, con apoyo de las direcciones de cada centro hospitalario.
La certificación de los centros de ACV es fundamental para garantizar la implementación y monitoreo de todas las estrategias de cuidado basadas en evidencia que reducen la mortalidad y discapacidad de pacientes que han sufrido un ACV. Es además una gran oportunidad para la mejoría continua de los servicios y unidades en el cuidado integral de estos pacientes. Si a esto le sumamos la implementación del modelo de gestión en red del Minsal, estaremos realmente en la senda correcta del quíntuple objetivo de una mejor atención al paciente con mejores desenlaces y a menores costos para pacientes con ACV en Chile.
