Este domingo 29 de octubre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) conmemora el Día mundial contra el ataque cerebro vascular. Y nuestro país no queda al margen de esta conmemoración que busca concientizar sobre la enfermedad que, solo en 2021, fue la segunda causa de muerte en Chile con más de 7
Los ataques cerebrovasculares (ACV) en menores de 45 años aumentaron un 40% en las últimas décadas. Si bien, este cuadro es más frecuente a partir de los 50 años, hoy la comunidad médica está en alerta por la temprana edad en la que se está presentando la enfermedad y que, en el 20% de los casos, deja algún grado de discapacidad.
El ACV ocurre cuando se interrumpe el suministro de sangre hacia el cerebro, o cuando existe un sangrado dentro del cerebro. Es una urgencia en la que, cuanto antes se reciba atención médica, mayores son las posibilidades de sobrevivir o quedar sin secuelas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que cada año 15 millones de personas sufren un Accidente Cerebrovascular. En cuanto a Chile, durante el año 2021 hubo 29.542 egresos hospitalarios por ACV siendo la segunda causa de mortalidad del país.
“Cada vez hay más pacientes jóvenes con accidentes cerebrovasculares y, si bien antes eran casos particulares vinculados a aspectos genéticos, hoy la presencia en personas jóvenes tiene que ver con el aumento de la incidencia de los factores de riesgo cardiovascular como hipertensión arterial, la obesidad, el tabaco, el estrés, el sedentarismo”, explica el jefe de neurología de Clínica Las Condes, Esteban Basáez.
Al respecto el neurólogo explica que hay dos tipos de ACV. “Los hemorrágicos o derrames cerebrales, suceden cuando se rompen venas o arterias del cerebro y la sangre pasa al tejido cerebral. Mientras que los isquémicos comúnmente llamados trombosis, son los más frecuentes y corresponden a aquellos en que se cierran los vasos sanguíneos o arterias y deja de regarse el tejido cerebral”.
Los tres síntomas más comunes son la pérdida de la fuerza en un brazo o en una mitad del cuerpo, la parálisis de la mitad de la cara, y la dificultad para hablar o hacerse entender. Cualquiera de estos síntomas, si se produce de manera repentina, nos debe hacer pensar en un ACV.
Existen diversos factores de riesgo. Por ejemplo, en los ataques cerebrovasculares hemorrágicos pueden verse más presentes en personas con las siguientes patologías:
Por otro lado, los ataques cerebrovasculares isquémicos están mucho más vinculados con hábitos y comportamientos de los pacientes. Dentro de los que se encuentran:
Lo más importante es solicitar asistencia médica lo antes posible. Incluso si los síntomas son transitorios, es impredecible si este puede terminar en un ACV propiamente tal. Se calcula que, si el tejido cerebral no recibe irrigación, se pierden irreversiblemente más de dos millones de neuronas por minuto, por lo que el tiempo de consulta y tratamiento son un factor fundamental.
Actualmente, en el caso de los infartos cerebrales, existen terapias de reperfusión que pueden realizarse de urgencia, como el uso de trombolíticos (potentes anticoagulantes que se administran a la vena) o el uso de la terapia endovascular donde, un médico con alto nivel de entrenamiento es capaz de, mediante una punción de las arterias, llegar al sitio de la oclusión arterial para extraer el trombo. Ambas terapias tienen mejor resultado mientras antes se realicen.
También existen diferentes tratamientos para lograr una recuperación satisfactoria de un ACV, dependiendo de lo que se busca tratar de manera específica, con la función de la electroestimulación en cada uno de ellos.
Por ejemplo, en el caso de la pérdida de la capacidad para tragar, Moises Campos, CCO de la compañía de neurorehabilitación y desarrollo tecnológico TrainFES, asegura que “el sistema complementa la terapia fonoaudiológica tradicional con electroestimulación funcional para tratar ese tipo de problemas para deglutir y disfagia. Se ha comprobado que la terapia logra mayor respuesta y reduce los tiempos de rehabilitación”.
Por otro lado, la electroestimulación funcional también es adecuada para tratar la recuperación motora debido a la pérdida de movimientos funcionales. “Una debilidad motora afecta procesos como la marcha, ducharse, alimentarse y distintas actividades de la vida diaria, las cuales con este tipo de terapias, se logran recuperar en un plazo más acotado”, detalla Campos.