Ante el cambio epidemiológico que ha marcado las últimas décadas, con un aumento significativo de enfermedades crónicas no transmisibles como el cáncer, surge esta especialización con un rol clave en la entrega de atenciones específicas a pacientes oncológicos, durante todas las etapas.
En Chile, el cáncer se ha convertido en un problema de salud pública cada vez más apremiante. Según Globocan, el 2022 se registraron 59.876 nuevos casos de cáncer en el país, y se estima que para 2035 esta cifra podría aumentar a 72.517 casos anuales. Ante este escenario, la enfermería oncológica se ha posicionado como un pilar fundamental en la atención y cuidado de los pacientes que padecen esta enfermedad.
“Hoy día el rol de la enfermería es importante y trascendental, pues desempeña funciones asistenciales, de gestión, educación e investigación en oncología. Todo esto, sustentado en los cuidados de enfermería aplicados en todo el curso de la vida. Esto implica que la enfermería posee conocimientos de las acciones que se deben realizar en distintos escenarios de la enfermedad, desde la promoción, prevención, tamizaje, tratamientos, rehabilitación, y seguimiento, hasta los cuidados paliativos oncológicos. A su vez, trabaja arduamente en los procesos de tratamientos oncológicos, tanto en áreas de quimioterapia, radioterapia, trasplante, entre otros”, explica Esteban Sánchez, director ejecutivo de la Sociedad Chilena de Enfermería Oncológica, y jefe de Centro del Servicio de Oncología y Cuidados Paliativos Oncológicos del Hospital Barros Luco Trudeau.
La formación especializada en enfermería oncológica en Chile tiene sus orígenes en los años 90, cuando la Pontificia Universidad Católica creó el primer programa universitario en esta área. Desde entonces, otras instituciones, como la Universidad de Chile, se han sumado a la tarea de formar profesionales altamente capacitados para enfrentar los desafíos que plantea el cáncer en el contexto nacional.
Jessica García, académica del Departamento de Enfermería de la Universidad de Chile, explica que la necesidad de crear estos programas surgió del cambio epidemiológico que experimentó el país en las últimas décadas, donde las enfermedades crónicas no transmisibles, y en particular el cáncer, comenzaron a prevalecer sobre otros problemas de salud. Los primeros programas integraban conocimientos teóricos sobre el cáncer, tratamientos oncológicos, cuidados específicos en todas las etapas de la enfermedad, y habilidades de gestión y liderazgo, complementados con estancias clínicas en diversos servicios de atención a pacientes oncológicos.
En los últimos años, la oferta formativa en enfermería oncológica en Chile se ha diversificado, abarcando desde cursos generales y diplomas teóricos hasta programas de especialización y magíster de práctica avanzada. Esta amplia gama de opciones ha permitido que los cuidados que reciben las personas con cáncer estén cada vez más fundamentados contribuyendo de este modo a mejorar la calidad de la atención oncológica en el país.
En ese sentido, García destaca la importancia de una formación integral para los profesionales de enfermería que se desempeñan en oncología. “Además de mantenerse actualizados y basar sus decisiones clínicas en evidencia, los enfermeros deben desarrollar habilidades para cuidar y cuidarse a sí mismos, enfrentando las complejidades emocionales que conlleva trabajar con pacientes oncológicos”, afirma.
De acuerdo con datos de Globocan, en 2022 los tipos de cáncer más frecuentes en Chile fueron el de próstata (16,2%), mama (9,4%), colorrectal (11,3%) y estómago (8,3%). Estas cifras revelan la necesidad de contar con enfermeros especializados en oncología, capaces de brindar cuidados específicos y continuos a los pacientes en todas las etapas de la enfermedad.
En 2022, el Ministerio de Salud lanzó el Plan Nacional de Cáncer 2022-2030, que busca fortalecer la prevención, detección temprana, tratamiento y cuidados paliativos para los pacientes oncológicos. Este plan reconoce el papel crucial de la enfermería especializada en la atención del cáncer y plantea la necesidad de seguir avanzando en la formación de estos profesionales.
“Los nuevos retos que plantea el Plan Nacional del Cáncer, no sólo el plan de adultos, sino el infanto juvenil, el cómo comunicarse efectivamente con los pacientes y sus familias, y la utilización de la terapia innovadora, son desafíos que la Enfermería Oncológica debe asumir. Y hoy día, la salud y las políticas públicas van en ese sentido. Se están posicionando temáticas donde el rol de la enfermera es fundamental. Los cambios de paradigmas, los lineamientos ministeriales que vienen de organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud o la Panamericana de la Salud son un eje de ruta que creemos que van en línea recta y correcta”, aclara Sánchez.
Mirando hacia el futuro, la Enfermería Oncológica chilena se proyecta como un campo en constante crecimiento y evolución. “Con una mayor integración de tecnología e innovación en las prácticas de cuidado, así como con enfoques interdisciplinarios y centrados en el paciente, se espera seguir mejorando la calidad de la atención oncológica en el país”, señala García.
Además, la académica explica que se busca relevar la importancia de la promoción de la salud y la prevención del cáncer en los programas formativos, tomando en cuenta las determinantes sociales de las distintas comunidades del país, lo que permitirá entender de forma más adecuada la multifactorialidad de la enfermedad y generar estrategias con impacto directo en la salud de las personas.