Aún no empieza el verano y ya las altas temperaturas dificultan el buen dormir, proceso reparador fundamental para el bienestar.
El verano pasado en Chile destacó por el calor, con altas temperaturas promedio y máximos históricos de más de 39°C en distintas ciudades de la zona central. Ahora, cuando aún estamos en primavera y no ha llegado la temporada de más altas temperaturas, muchos ya están experimentando problemas para dormir. El calor nocturno puede acortar la duración del sueño y afectar su calidad al dificultar la termorregulación y aumentar la fragmentación del descanso.
Según explica Roberto Arellano, neurólogo de Cordillera Interclínica, el impacto del calor en el sueño tiene una base fisiológica, ya que en el organismo debe producirse un proceso de enfriamiento para comenzar el ciclo del descanso: “Cuando nos vamos a acostar, el cuerpo reduce su temperatura para facilitar el inicio del sueño, lo que ocurre gracias a la dilatación de los vasos sanguíneos, especialmente en las manos y los pies, lo que permite disipar el calor y bajar la temperatura corporal. Con las noches muy cálidas, este mecanismo se ve obstaculizado, dificultando el descanso”.
No se trata solo de un problema para conciliar el sueño, si no también para mantenerlo. “Se estima que la temperatura ambiental ideal para dormir cómodamente está entre los 15 y 19°C, por lo que el calor nocturno puede causar molestias físicas, sudoración, deshidratación y otras incomodidades que interrumpirán el necesario sueño profundo”, agrega el especialista.
El sueño reparador es fundamental para la recuperación física y mental del cuerpo. Durante esta fase, se reparan los tejidos, se fortalece el sistema inmunológico y se consolidan los procesos de memoria, lo que garantiza un mejor funcionamiento del organismo.
“Cuando no logramos dormir bien, al día siguiente podemos sentirnos fatigados, irritados, desconcentrados, sin energía y también percibir que nuestro cuerpo no responde con la misma velocidad y eficacia”, afirma Arellano. En un horizonte más amplio, la falta de sueño reparador aumenta el riesgo de desarrollar problemas de salud como obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y un sistema inmunológico debilitado, afectando tanto el bienestar físico como el metabólico.
“Niños pequeños y adultos mayores son quienes pueden experimentar mayores molestias con las altas temperaturas a la hora de descansar. Mientras los primeros no tienen aún su sistema de termorregulación completamente desarrollado, en la vejez disminuye la capacidad para regular la temperatura corporal”, sostiene el neurólogo.
También, puede ser más complicado para personas con enfermedades crónicas -como las cardiovasculares, pulmonares o metabólicas-, pues estas condiciones pueden agravar las dificultades de termorregulación.
Además, pueden sufrir más con las altas temperaturas nocturnas quienes ya quienes tiene trastornos del sueño -como insomnio o apnea-, experimentando un agravamiento de sus síntomas.
La forma de hacer frente a este fenómeno es intentar, con los medios al alcance, un ambiente más fresco a la hora de irse a la cama.
“Se habla de una vulnerabilidad social y climática, porque personas en lugares con menor acceso a ventilación o menos recursos para financiar métodos de enfriamiento, especialmente en climas urbanos donde el efecto de ‘isla de calor’ no permite que bajen las temperaturas nocturnas, sufrirán más en estas temporadas cálidas”, sostiene el doctor de Cordillera Interclínica.
Algunas recomendaciones económicas para mantenerse fresco al dormir durante las noches calurosas son:
Alivianar la ropa de cama y los pijamas. Ojalá evitar materiales sintéticos que retienen la temperatura.
Ventilar espacios en forma cruzada, abriendo ventanas en lados opuestos de la casa para crear una corriente que baje la temperatura durante el día.
Mantenerse hidratado, lo que ayuda a regular la temperatura corporal. Evitar el consumo de alcohol.
Usar compresas frías, como bolsas de hielo o toallas húmedas, para ayudar a refrescarse.
Si se tiene un ventilador, puede ser de ayuda ponerlo cerca de una ventana, para que empuje el aire fresco al interior de la habitación. También se le puede poner un recipiente con agua fría o hielo enfrente.
Apagar dispositivos calientes, como luces y aparatos electrónicos: televisores, teléfonos y computadores.
Mantener los espacios oscuros, con cortinas que bloqueen la entrada de la luz solar y permitan mantener la habitación más fresca.