Psiquiatra destaca, además, que luego de la pandemia del Covid-19, las consultas por TCA aumentaron un 30% en adolescentes chilenos.
“La sociedad tiene un papel crucial en desmitificar los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), promoviendo una cultura que valore a las personas por su humanidad, no por su apariencia”.
Con ese mensaje, la psiquiatra de Clínica Las Condes y especialista en TCA, Pamela Lara, inicia una conversación en que alerta sobre cómo las redes sociales y los estándares de belleza que promueven están impactando negativamente en niños y adolescentes.
Si bien los TCA constituyen una problemática de salud pública que existe hace décadas, afectando especialmente a adolescentes, la psiquiatra explica que, luego de la pandemia del Covid-19, las consultas por estos trastornos aumentaron un 30% y, además,
llegan cada vez más pacientes en la pre-adolescencia, desde los 8 o 9 años e, incluso, niños más pequeños.
“Los TCA son trastornos psicológicos graves que involucran alteraciones significativas en la conducta alimentaria. Se caracterizan por una fuerte preocupación por el peso, la imagen corporal y la alimentación, lo que puede desencadenar enfermedades físicas
importantes y, en casos extremos, provocar la muerte debido a causas como el suicidio o la desnutrición”, explica.
Dice, además, que “recientemente, el término ha evolucionado a ‘Trastornos de la Conducta Alimentaria y de la Ingestión’ para abarcar una gama más amplia de conductas alimentarias disfuncionales, incluyendo no solo la restricción o el exceso de comida, sino también otros patrones de ingestión problemáticos”. Es más, los pacientes no solo son personas de bajo peso, sino que hay también personas que sufren TCA con peso “normal” o sobrepeso.
En Chile, los TCA afectan alrededor del 12% de los adolescentes, con mayor prevalencia en mujeres. Los estudios sugieren que cerca del 90% de quienes padecen trastornos alimentarios son mujeres
¿La razón? “Las mujeres están más expuestas a la presión social e ideales de belleza que promueven la delgadez, y la discriminación hacia personas de cuerpos más grandes también afecta más a mujeres”, afirma la psiquiatra, y añade: “Las conductas en hombres como ejercicio excesivo, muscular el cuerpo o comer en exceso son aceptadas socialmente, tienen una menor percepción riesgo y les cuesta más pedir ayuda”.
En general, el desarrollo de TCA no tiene una sola causa, sino que surgen a partir de una combinación de factores biológicos, psicológicos, socioculturales y ambientales. “Es muy importante destacar que la familia ni el paciente tienen la culpa”, subraya
Sin embargo, la doctora Lara afirma que “es determinante la presión social para alcanzar estándares impuestos sobre belleza, con promesas de alcanzar la felicidad, aceptación y valoración. Así, los ideales promovidos por medios comunicación y redes sociales
generan gran insatisfacción corporal”. A ello, se deben sumar factores como baja autoestima, perfeccionismo extremo, ansiedad, depresión, dificultades en la regulación emocional, bullying, traumas asociados al abuso verbal físico o sexual, que también son
desencadenantes de los TCA.
Pero, desde la responsabilidad parental, la psiquiatra alerta respecto del lenguaje y la comunicación: “Vivir en entornos donde se priorizan dietas estrictas, el peso o la apariencia física, fomenta conductas dañinas”. De hecho, dice que “los comentarios negativos sobre el peso o la apariencia, especialmente durante la infancia, pueden desencadenar preocupaciones sobre la imagen
corporal, especialmente cuando provienen del propio entorno familiar”.
“Hoy, los niños están más expuestos a conceptos de dietas, ejercicio competitivo y control del peso conversados en su propia familia o en redes sociales; el entorno familiar cercano puede mostrar preocupaciones excesivas sobre la dieta o hacer
comentarios negativos sobre los cuerpos, que podrían influir en la valoración de su propio cuerpo y llevarlos a ejecutar conductas dañinas para cumplir con las expectativas”.
Por otro lado, agrega, “el aumento de la obesidad infantil ha hecho necesaria la conversación sobre la importancia de tener un peso saludable, pero estos mensajes mal gestionados pueden generar culpa, vergüenza y comportamientos dañinos en niños
pequeños”.
Con la llegada del calor, las fiestas de fin de año y la proximidad de las vacaciones, la preocupación por la autoimagen puede incrementarse a niveles preocupantes y tender al desarrollo de TCA. Por ello, se debe estar atentos a señales físicas, conductuales, emocionales y psicológicas que puedan dar cuenta del problema.
En ese sentido, Lara comenta que padres, cuidadores y el entorno más cercano, debe estar alerta, entre otros síntomas, frente a:
– Cambios drásticos en el peso en poco tiempo, ya sea pérdida significativa, aumento o fluctuaciones cuando parece que comen “normalmente”.
– Signos de desnutrición, como piel seca, caída del cabello y cansancio excesivo.
– Uso excesivo de ropa holgada para esconder el cuerpo.
– Excusas para no comer, preferencia por comer solos o comer muy lento o en pedazos muy pequeños.
– Uso de laxantes, fármacos para bajar de peso o diuréticos.
– Cuando van rápidamente al baño después de comer (para vomitar).
– Realizan comentarios muy críticos sobre su silueta corporal y/o algunas partes del cuerpo.
– Expresan culpabilidad o angustia después de comer lo básico.
– Pasan mucho tiempo en redes sociales.
– Evitan situaciones sociales que impliquen comer, aislándose de amigos o reuniones familiares.
Aunque la anorexia nervosa y la bulimia son los TCA más conocidos, existen varios trastornos que comparten síntomas cardinales, como la preocupación excesiva por la comida, el peso y/o la figura corporal, y el uso de medidas no saludables para controlar o reducir el peso corporal.
De acuerdo a la psiquiatra Pamela Lara, estos son:
Anorexia Nerviosa: caracterizada por una restricción severa de la ingesta de calorías y miedo intenso a subir de peso, lo que puede llevar a un peso peligrosamente bajo. Los afectados a menudo tienen pensamientos distorsionados sobre su imagen corporal.
Bulimia nerviosa: involucra episodios de atracones seguidos de intentos para eliminar la comida del cuerpo, como vómitos autoinducidos. El peso puede ser bajo, normal o alto, según los parámetros médicos.
Trastorno por Atracón: hay atracones recurrentes sin conductas para compensar la ingesta. Lo nuclear es la sensación de pérdida de control durante el atracón seguido de mucha culpa.
Pica: ingerir sustancias no nutritivas ni alimentarias, por ejemplo, tiza, tierra, papel, hielo, pelo, jabón, cenizas, entre otras.
Trastorno por Rumiación: la persona devuelve los alimentos a la boca después de haberlos ingerido, pudiendo masticarlos nuevamente, tragarlos o expulsarlos.
Vigorexia: obsesión por tener un cuerpo musculoso y definido, acompañada de una distorsión de la autoimagen corporal, donde la persona se percibe como insuficientemente musculosa. Generalmente no exhibe su cuerpo.
Anorexia Atípica: a diferencia de la anorexia nerviosa, tienen un peso normal o sobrepeso.
Trastorno por Evitación/Restricción de Alimentos (ARFID): ingesta insuficiente debido a falta de interés, aversión sensorial (textura, olor, sabor) o miedo a consecuencias negativas (como atragantarse o vomitar), sin preocupación por el peso o
imagen corporal, lo que lo diferencia de otros TCA. Suele diagnosticarse en niños, pero también puede presentarse en adolescentes o adultos. Debe evaluarse la presencia de otras condiciones médicas o psiquiátricas para abordar su tratamiento.