A nivel mundial, Onusida reporta que en 2023 aproximadamente 39,9 millones de personas vivían con este virus, de las cuales el 53% son mujeres y niñas.
En el marco del mes del VIH, período para reflexionar y actuar en torno a la prevención y el control del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), se presenta la oportunidad de abordar una problemática que continúa siendo un desafío significativo para nuestra sociedad.
“El VIH no solo afecta la salud física de quienes lo padecen, sino también su bienestar emocional y social, debido al estigma que persiste en torno a esta enfermedad. Por lo mismo, es fundamental trabajar de manera integral para garantizar el acceso a la información y a los servicios de salud, promoviendo además un entorno de inclusión y respeto hacia quienes viven con esta condición”, explica Cinthya Alfaro, directora (I) de la Carrera de Obstetricia y Puericultura de Universidad de Las Américas.
Según el Instituto de Salud Pública de Chile, entre enero de 2023 y junio de 2024 se confirmaron 5.401 nuevos casos de VIH, lo que representa un incremento del 12% en comparación con el mismo período del año anterior. Esta situación evidencia la necesidad de intensificar las estrategias de educación, prevención y diagnóstico oportuno, especialmente entre los jóvenes de 20 a 29 años, el grupo más afectado.
A nivel mundial, Onusida reporta que en 2023 aproximadamente 39,9 millones de personas vivían con este virus, de las cuales el 53% son mujeres y niñas. Estas cifras destacan la importancia de abordar esta problemática desde una perspectiva integral y multidisciplinaria, promoviendo políticas públicas efectivas y fomentando una mayor conciencia social.
La prevención y el control del VIH exigen un enfoque que abarque tanto la educación como el acceso a servicios de calidad. Entre las estrategias más efectivas, la académica de UDLA señala las siguientes:
Uso constante y adecuado del preservativo, una herramienta eficaz para prevenir el VIH, otras infecciones de transmisión sexual (ITS) y embarazos no planificados.
Realización regular de pruebas de detección del VIH, especialmente en personas con factores de riesgo.
Evitar el consumo de drogas inyectables y compartir agujas, una de las vías de transmisión más comunes.
Fomentar relaciones monógamas y estables, basadas en la confianza y comunicación mutua.
Reducir el consumo de alcohol y drogas, ya que estas sustancias pueden aumentar la vulnerabilidad ante comportamientos de riesgo.
“Este mes nos recuerda que la prevención es un esfuerzo conjunto. Como profesionales de la salud, es fundamental garantizar el acceso a información actualizada, servicios de diagnóstico y tratamiento oportunos y promover un entorno de respeto e inclusión hacia quienes viven con este virus”, finaliza la experta.