Según los estudios y los especialistas, las mujeres tienen el doble de probabilidades que los hombres de padecer síndrome de fatiga crónica y es más común en personas mayores de 40 años.
Dormir bien y aun así despertar cansado, puede ser una señal asociada al Síndrome de Fatiga Crónica, también conocido como encefalomielitis miálgica, una condición debilitante caracterizada por una fatiga extrema que no mejora con el descanso y que empeora con la actividad física o mental y se asocia con síntomas físicos.
Según los estudios y los especialistas, las mujeres tienen el doble de probabilidades que los hombres de padecer síndrome de fatiga crónica y es más común en personas mayores de 40 años.
Fernando Baeriswyl, quiropráctico de Clínica Talus, señala que “el principal síntoma es una fatiga debilitante que no se alivia con el descanso y que se mantiene en el tiempo. Suele estar asociado a otros síntomas físicos como deterioro de la memoria o concentración, dolor de cabeza, dolor muscular, entre otros. Pero, el síntoma más importante será siempre la fatiga constante”.
En tanto que el quiropráctico Gabriel Arrieta, explica que “aún no está claro si existe una única causa del síndrome de fatiga crónica; puede haber varios subconjuntos de la enfermedad poco conocidos o puede haber múltiples factores que interactúan entre sí. Estos factores complejos, junto con las numerosas comorbilidades psiquiátricas del síndrome de fatiga crónica, han llevado a algunos expertos a cuestionar si existe alguna etiología orgánica”.
Lo que sí está comprobado es que esta patología afecta de manera considerable a la calidad de vida las personas. “En general el paciente siente desgano, un cansancio que no le permite llevar a delante sus labores, desarrolla sus actividades de manera parcial o requiere parar, lo cual genera a nivel psicológico, la sensación de incapacidad, baja autoestima, pensamientos negativos y estrés, entre otras complicaciones”, comenta Patricia Catalán, psicóloga clínica.
Si bien las causas exactas que pueden generar este síndrome aún están en estudio, hay factores de riesgos y conductas que al evitarlas pueden prevenir la aparición de esta inhabilitante patología.
1.- Eludir ciertos patrones de conducta: El “perfeccionismo”, ciertas maneras obsesivas e hiperactivas de funcionar, generan un sobre esfuerzo y estrés en las personas, por lo que es muy probable que quienes tengan este tipo de conductas de manera habitual, tengan más probabilidades de desarrollar el Síndrome de Fatiga Crónica.
2.- Trabajar la necesidad de reconocimiento personal: “Muchas veces estamos preocupados de que “dirá el otro”, qué opina el otro de mí, de lograr metas en distintas áreas de la vida, de conseguir ciertas cosas que creemos nos harán felices, sin embargo, esto muchas veces hace perder la noción de autocuidado y la capacidad de estar atentos a las reales necesidades de nuestro cuerpo, ocasionando un alto grado de estrés, exigencia y frustración que pueden ser propicios para la aparición de esta patología”, explica Patricia Catalán.
3.- Tratar de manejar situaciones vitales complejas: Las agresiones, experiencias traumáticas, amenazas y cansancio extremo también pueden ser factores de riesgo, por eso es esencial saber parar y pedir ayuda a tiempo. “La idea es ocuparse lo más posible del bienestar, disminuyendo al máximo factores de estrés físico y mental que pueden influir en el estado general de la salud, manteniendo hábitos saludables y distracción de calidad”, agrega la especialista.
Este se centra en el alivio de los síntomas, partiendo desde los más incapacitantes. No se ha demostrado que las terapias farmacológicas sean efectivas, por lo que las distintas profesiones de la salud como la quiropráctica, kinesiología y psicología toman un rol muy importante.
“El quiropráctico puede realizar una evaluación de la variabilidad de la frecuencia cardiaca como indicador de estrés fisiológico, medición que ha sido documentada como el “gold standard” para evaluar la respuesta del sistema nervioso autónomo. De esta forma, la quiropráctica basada en neurología y neurociencias puede ayudar en el manejo y regulación del sistema nervioso y sistema nervioso autónomo, siendo fundamental para un adecuado funcionamiento y modulación de los síntomas como vértigo/mareo, estrés, trastornos del sueño y dolor”, explica Gabriel Arrieta.
Catalán agrega que “la mejor recomendación, basada en los últimos estudios científicos, es que las personas a las que se les diagnostica síndrome de fatiga crónica deben recibir tratamiento con terapia cognitivo conductual, terapia de ejercicio gradual (kinesiología) o ambas. Se ha demostrado que la terapia cognitivo conductual y la terapia de ejercicio gradual mejoran la fatiga, la adaptación laboral y social, la ansiedad y el malestar posterior al esfuerzo”.
Es importante señalar que ésta es una condición crónica y no tiene una cura definitiva conocida, por lo que no se puede "revertir" en el sentido clásico. Sin embargo, muchas personas pueden experimentar una mejora significativa en sus síntomas y lograr una mejor calidad de vida a través de un manejo adecuado de la condición con un equipo interdisciplinario de salud.