Desde poco interés por cosas cotidianas y asilamientos social, pueden ser comportamientos que ayuden a detectar una temprana depresión en los menores, y la académica de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad Andrés Bello Andrea Mira, así lo confirma.
El periodo de vacaciones lo relacionamos con tiempos de disfrute y descanso, sin embargo, no siempre es así. Diversos factores pueden impactar negativamente el bienestar de los niños y niñas, por lo que es importante estar atentos a sus conductas y algunas señales que nos pueden alertar sobre problemáticas a nivel de salud mental.
Uno de los diagnósticos que se puede presentar, es la depresión infantil. Esta es una realidad que afecta a un número creciente de niños y niñas en todo el mundo. “Caracterizada por sentimientos persistentes de tristeza, pérdida de interés en actividades antes disfrutadas y cambios significativos en el comportamiento, esta condición puede tener un impacto profundo en su desarrollo emocional y social”, indica Andrea Mira, académica de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad Andrés Bello.
La docente señala que algunas de las señales que puede identificar en los niños y niñas con depresión son: “tristeza persistente o irritabilidad, pérdida de interés en actividades antes disfrutadas, cambios en los hábitos alimenticios o del sueño, dificultad para concentrarse, sentimientos de inutilidad o culpa, aislamiento social, pensamientos de muerte o suicidio, entre otros”.
Algunas veces el entorno también puede afectar a los menores y provocar estados de baja energía. “Los factores de riesgo puedes ser historia familiar de depresión, estrés prolongado em caso de divorcio de los padres o cambios de casa, problemas médicos crónicos, baja autoestima y dificultades en las relaciones Sociales o experiencia de acoso escolar”, explica Mira.
El apoyo familiar es un factor clave en la prevención y el tratamiento de la depresión infantil. “Padres, madres y cuidadores pueden desempeñar un papel fundamental al mantener espacios de interacción y comunicación, favorecer la expresión de emociones y que estas sean validadas por los adultos, promover hábitos de vida saludables, como una alimentación equilibrada y suficiente sueño”, propone la Terapeuta Ocupacional.
Dentro de los factores protectores para combatir la depresión, es necesario “ambiente familiar cálido y seguro, buenas habilidades de autorregulación, buen apoyo social de amigos y familiares y acceso a servicios de salud mental”, recomienda la académica.
Uno de los cambios que provoca salir de la rutina pasiva, es el comenzar a hacer ejercicios o alguna actividad física. “Se ha demostrado que es un poderoso aliado en la lucha contra la depresión infantil” indica la profesional y agrega que “el ejercicio regular ayuda a mantener un mejor estado de ánimo y reducen el estrés. Por eso es importante, aumentar los periodos de actividad física y disminuir el sedentarismo y el tiempo en pantallas.”.
Al reconocer las señales de alarma, identificar los factores de riesgo y promover factores protectores, podemos ayudar a los niños y niñas a desarrollar una salud mental fuerte y resiliente.