
Tensiones globales y sobreinformación: el impacto silencioso en la salud mental de la población
Aunque parezcan lejanas, las tensiones internacionales y la sobreexposición a noticias negativas afectan directamente nuestro bienestar. Expertos advierten que vivir en estado de alerta constante puede alterar la salud mental y generar ansiedad, incluso fuera del foco del conflicto.
En un mundo altamente interconectado, las tensiones entre potencias como Estados Unidos y China han demostrado causar efectos que van más allá de lo económico o diplomático.
La constaste exposición a noticias sobre conflictos armados, conflictos económicos y tensiones internacionales pueden generar más que preocupación. Es más, diversos especialistas advierten que estos escenarios provocan un impacto directo en la salud mental de las personas, incluso en aquellas que se encuentran lejos de las zonas de conflicto.
Raúl Sánchez, psiquiatra y director del Centro Clínico del Ánimo y Ansiedad, explica que la sobreexposición constante a noticias sobre guerras, contingencias complejas o inestabilidad financiera puede activar respuestas emocionales similares a las que se experimentan ante un peligro inminente y cercano.
Si bien es normal sentir ansiedad, el problema aparece cuando esa sensación se vuelve constante, intensa y desproporcionada frente a lo que estás viviendo. Y es que vivir hiperconectado y ser constantemente bombardeado de información, muchas veces negativa, puede generar que muchas personas estén constantemente con ansiedad.
Bajo este contexto, el especialista explica que “el cerebro humano tiene dificultades para diferenciar entre una amenaza inmediata y una que es solo potencial o lejana. Por eso, cuando estamos constantemente consumiendo noticias sobre conflictos, nuestro sistema nervioso puede reaccionar como si estuviéramos en peligro directo, manteniéndonos en un estado constante de alerta”.
Asimismo, organismos como la Confederación Salud Mental España han advertido que los enfrentamientos bélicos entre países no solo generan lesiones físicas y víctimas fatales, sino que también se generan profundas secuelas psicológicas.
Este impacto que generan este tipo de conflictos se extienden más allá de las zonas de guerra. La constante exposición a imágenes de alto contenido gráfico afectan directamente el equilibrio emocional de la población, incluso en contextos que se alejan del punto crítico.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la salud mental como una parte fundamental del bienestar general de las personas, al mismo nivel que la salud física.
¿Qué es la higiene informativa y cómo practicar el autocuidado en la era digital?
La organización estadounidense Mental Health America ha alertado sobre los efectos negativos de la sobreexposición informativa. Reacciones como el miedo o la angustia frente a las noticias son comunes, pero si estas emociones interfieren en la vida diaria, se vuelve necesario establecer límites.
“En el lenguaje técnico hablamos de una ‘higiene informativa’, así como la higiene del sueño o alimentaria”, explica Sánchez. Asimismo, agrega que se debe aprender a dosificar las noticias que las personas consumen y “elegir fuentes responsables y desconectarse de ciertos contenidos es una buena forma de protección emocional frente al ruido del mundo exterior”.
Cabe destacar que esta práctica no solo implica limitar el tiempo frente a las pantallas, sino también cuestionar el tipo de contenido que se consume y cómo este afecta el estado emocional. Es recomendable analizar si es que la información aporta, si es que es útil o si es que simplemente genera ansiedad, lo que se vuelve fundamental para desarrollar una relación saludable con el mundo cibernético.
“Cuando las tensiones globales parecen escalar, las personas deberían volver a lo esencial: cuidar sus rutinas, fortalecer sus vínculos significativos y conectar con su cuerpo a través de prácticas como la respiración consciente, el ejercicio o el descanso”, sostiene el experto.
El cuidado de la salud mental se ha consolidado como un componente esencial para enfrentar entornos marcados por la incertidumbre y el conflicto. La información responsable, junto con prácticas de bienestar personal, contribuye a preservar el equilibrio psicológico en contextos de alta tensión mediática y social.