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Obesidad: ¿Otra herencia de Estados Unidos? Opinión

Obesidad: ¿Otra herencia de Estados Unidos?

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Tiare Moreno Ramírez
Por : Tiare Moreno Ramírez Enfermera. Diplomado gestión en salud.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como el completo bienestar físico, psicológico y social de un individuo y no solo la ausencia de enfermedad. Según un informe de La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Chile se posiciona como el segundo país OCDE con mayor tasa de obesidad. El 34,4% de la población chilena mayor de 15 años presenta altos índices de obesidad, los que continúan en aumento, ya que en 2016 Chile ocupaba el octavo puesto entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con un 25,1%. Estados Unidos es el país que ocupa el primer lugar con 40% de población.

La obesidad tiene una etiología multifactorial en la que los factores de mayor fuerza se relacionan con los estilos de vida, hábitos alimenticios de la población, actividad física y a otros factores de índole sociocultural.

El gran problema de los altos índices de sobrepeso y obesidad, son las morbilidades que pudiesen desencadenar, problemas cardiovasculares como infarto, accidente cerebrovascular, diabetes tipo II, dislipidemia, hipertensión, entre otras, lo que aumenta considerablemente el gasto público en salud, algo que pudiese ser totalmente prevenible. Pero ¿qué ha hecho que Chile se posicione en segundo lugar con cifras alarmantes?

Sin duda cambios culturales han favorecido este diagnóstico, el proceso de desarrollo, la llegada del capitalismo y neoliberalismo a nuestro país, traído directamente desde Estados Unidos y esas ansias de parecernos a la “potencia mundial” trajo consigo múltiples aspectos que afectaron directamente la calidad de vida de las personas. Junto con ello la llegada de grandes cadenas de comida rápida, al paso, a bajo costo y capaces de saciar y dejar feliz a una persona o su familia completa ya que mediante juguetes, regalos en la comida, ofertas, entre otros, hicieron parecer el panorama ideal para una salida, o el premio al buen comportamiento de un niño.

La rapidez con la que el país se comenzó a mover, debido a que la industria así lo demandaba, el aumento en las horas de trabajo, las largas distancias de trayecto, jornada escolar completa sin que ofreciese talleres deportivos en las escuelas públicas, favorece a que las personas lleguen cansadas a su hogar, lo que consigo aumenta el sedentarismo, la falta de tiempo libre y muchas veces temor a realizar actividad física al aire libre en sectores más vulnerables, además de elevados índices de estrés y ansiedad nos han convertido en seres productores y consumidores a su vez.

Según el estudio de la FAO “La inequitativa distribución del ingreso impide que todos tengan acceso a una alimentación suficiente e inocua” entonces ¿dónde están las políticas públicas que apuntan realmente a la promoción de la salud y prevención de la enfermedad?

En un país donde el ingreso per cápita es alrededor de los 9.000 CLP es necesario crear políticas que apunten a alimentación saludable de precios que sean accesibles. No basta con programas como Elige Vivir Sano, ya que no conozco a nadie que elija vivir enfermo, si no van de la mano con el saber el gasto bolsillo de una familia. La educación a la población respecto a estilos de vida saludables pero enfocados en su realidad, su trabajo, su familia, su entorno, su barrio y no en programas de libros que muchas veces son imposibles de realizar, la promoción de deporte en barrios, poblaciones y escuelas es fundamental para empezar a crear un cambio cultural.

Las condiciones laborales dignas, mallas curriculares y otros factores relacionados directamente a la promoción y prevención, son proyectos que se deben ir revisando en el camino, por ahora es necesario realmente empezar a hacernos cargo de el gran problema sanitario que se ha implantado en Chile, otra herencia de Estados Unidos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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