¡Hola! Como una situación que es contraria a la lógica, la paradoja en Chile puede encontrarse en múltiples ámbitos que van desde las políticas públicas nacionales a las realidades locales, las que, sin ser deliberadas, amenazan el entendimiento y el más común de los sentidos: el sentido común.
En esta edición celebramos la postulación de Valdivia para ser reconocida internacionalmente como la primera Ciudad Humedal de América Latina. El experto en humedales, ecotoxicólogo y amigo de Juego Limpio, Ignacio Rodríguez, no oculta su alegría, porque significa un reconocimiento al trabajo de años por la conservación de los humedales que en Valdivia alcanzan más de 16 mil hectáreas.
Desde este lugar –donde se ha registrado cómo los líquidos percolados tienen contaminado un estero que llega a la bahía de Corral y cuyo vertedero no ha sido desgasificado de metano–, Juego Limpio tomó contacto con un grupo de pobladores que están levantando un movimiento que no solo busca su clausura, después que una parte de una montaña de basura se desplomara sobre un campo, cubriendo más de una hectárea y media con desechos, sino también crear conciencia en la región, de la que acusan una falta de empatía social ante la crisis sanitaria.
Para hablar de ello te presentaré una muy reciente guía, que publicó durante el mes de octubre la Unión Geofísica Americana (AGU), una de las organizaciones más influyentes en ciencia de la Tierra y el espacio, con recomendaciones éticas para tener en cuenta antes de llevar a cabo estas tecnologías disruptivas. Para hacer una bajada local, estaré conversando con la geóloga Verónica Oliveros.
Para finalizar hay una entrevista con Olga Barbosa, directora del IEB, con su análisis sobre los éxitos y fracasos de la pasada COP16 de la Biodiversidad, realizada en Cali, Colombia. Así como también una invitación a la Chile Energy Transition Summit 2024, sobre energías renovables y de la cual El Mostrador es media partner. Igualmente te dejo los últimos avances en soluciones climáticas, basadas en la naturaleza.
Pues bien, como siempre, una vez terminada esta sinopsis, abrochemos nuestros cinturones y arranquemos con Juego Limpio.
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Miremos con detenimiento ambas imágenes. La primera, la postal de los cisnes en Valdivia, nos habla de conservación, de fauna silvestre y del esfuerzo de muchos años de las comunidades científicas, ambientalistas, autoridades políticas y de muchas personas anónimas por la protección de miles de hectáreas de humedales, que han llevado a la capital de la Región de Los Ríos a postular al reconocimiento mundial como la primera Ciudad Humedal de América Latina. Méritos hay de sobra.
La segunda, que registra una gigantesca población de aves de carroña que acechan día a día los campos colindantes al vertedero de Morrompulli, a poco más de 20 km de Valdivia, nos habla de una realidad distinta, oculta, que da cuenta del mal manejo sistémico que tenemos de los residuos domiciliarios en el país, pero que para la comunidad que vive en su entorno es una imagen de la emergencia sanitaria que vive la capital de Los Ríos y de la “apatía social” de una parte de la comunidad valdiviana que hace vista gorda a esta crisis que se busca esconder debajo de la alfombra, pero que se desborda.
Es la paradoja de Valdivia, la contradicción de Chile. Aquí en Juego Limpio buscaré darte algunas claves.
Ciudad Humedal
Con una navegación por los ríos Cruces y Caucau, bordeando Isla Teja, el ministro de RR.EE., Alberto van Klaveren, reafirmó a comienzos de este año su respaldo a la postulación de Valdivia como Ciudad Humedal. Fue en febrero de 2024 cuando el Estado de Chile la postuló ante la Convención de Ramsar para que pase a integrar la categoría internacional de Ciudad Humedal, iniciativa que coordina a entidades públicas y privadas. Esta distinción se les otorga a localidades que demuestren un fuerte compromiso con la protección y gestión de sus humedales y ecosistemas.
Para conocer de cerca el impacto que significa alcanzar este reconocimiento, me puse en contacto para Juego Limpio con un antiguo colaborador científico de El Mostrador, el ecotoxicólogo Ignacio Rodríguez, director del Centro de Humedales Río Cruces, una de las personas de mayor conocimiento sobre la materia.
¿Qué me dijo? Que recibían la postulación con mucha alegría, como un desafío enorme y que, a su vez, era un genuino reconocimiento a muchos años de trabajo por la conservación, por el saneamiento de sus aguas, por la protección de la vida silvestre y por el equilibrio de los ecosistemas. Recalcó –además– que Valdivia reunía los méritos suficientes.
“Somos un país que tiene una Ley de Humedales, somos un país que tiene un Inventario Nacional de Humedales, somos una ciudad que tiene una ordenanza de conservación de humedales, en una ciudad donde hay un centro de investigación de humedales, o sea, hay una serie de cosas que no hay en otras ciudades y que van asentando las bases de que en efecto somos una ciudad humedal”.
¿Pero qué significa ser considerada Ciudad Humedal? Rodríguez me cuenta que básicamente se trata de un premio honorífico, de estándar internacional, que sirve de vitrina y de desarrollo del turismo, de las empresas B y apoyo sustantivo para las economías circulares que no han despegado del todo.
Vertedero de Morrompulli
Como ciertamente las imágenes hablan más que mil palabras, antes de continuar mira este video. Fue registrado en junio de este año por miembros del movimiento ciudadano que busca sensibilizar a la comunidad de Valdivia y el país sobre la crisis sanitaria que viven en la localidad de Morrumpulli, donde se encuentra el vertedero del mismo nombre y que recibe la basura de las 12 comunas de la Región de Los Ríos.
La presencia de estos jotes no es problema en sí mismo, puesto que estas aves de carroña desempeñan un rol ecológico al contribuir a la descomposición de la materia orgánica, pero la escala que refleja el video habla de una situación descontrolada, que pone en riesgo a otros animales, además de ser una fuente de zoonosis. ¿Y a qué se debe? Entre otras causas, al basural que tiene más de 40 años en el lugar y que ha crecido cinco veces en su tamaño, pasando de poco más de 4 hectáreas a más de 20.
Para Juego Limpio tomé contacto con Marcelino Valencia, vecino del vertedero y cuya familia llegó al lugar mucho antes del basural. Como parte de su esfuerzo personal, Valencia ha denunciado el manejo sanitario, la emisiones de gas metano y registrado la contaminación del estero El Mosco por líquidos percolados, además de sufrir en junio del año pasado un derrumbe de basura sobre su campo que cubrió más de una hectárea y media, con desechos que alcanzaron casi los 2 metros de altura.
“Cuando se produjo el derrumbe, llegó todo el mundo. La prensa, las autoridades comunales, regionales, diputados, senadores, la Superintendencia del Medio Ambiente, pero duró tres días. De ahí en adelante la pelea ha sido silenciosa, porque somos apenas un puñado de personas que está buscando abrir los ojos de la gente, que no se trata solo de un problema nuestro, sino de toda la región. Pero todo sigue igual”.
Otra vecina del sector, pero que vive a unos 2 kilómetros del lugar, agrega que tal vez lo más triste de todo esto es “la falta de empatía” de toda la comunidad valdiviana que vive día día como si esta contaminación no fuera asunto suyo, sin darse cuenta de que la contaminación del estero, por citar un ejemplo, llega hasta la Bahía de Corral, donde compran sus pescados.
En la comunidad me cuentan que el paso siguiente será emprender acciones legales.
Proceso sancionatorio de la SMA
¿Qué ha hecho la autoridad ambiental? La Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) informó a Juego Limpio sobre el procedimiento sancionatorio en curso contra la Municipalidad de Valdivia, titular del proyecto “Contratación del sellado y operación del vertedero municipal de la ciudad de Valdivia” o “Vertedero Morrompulli”. Esta medida se adoptó en agosto de 2023, tras recibir las denuncias ciudadanas por el desplazamiento de residuos sólidos domiciliarios –ocurrido el 25 de junio del mismo año–, que derivaron en la formulación de tres cargos.
En respuesta, la Municipalidad de Valdivia presentó un Programa de Cumplimiento (PDC) en septiembre de 2023, ajustado en enero de 2024 tras observaciones de la SMA. Actualmente, el PDC se encuentra en evaluación, y su aprobación o rechazo se comunicará próximamente a las partes interesadas.
Paralelamente, el pasado 9 de octubre, la SMA ordenó medidas urgentes y transitorias para mejorar la estabilidad estructural de la laguna de lixiviados y evitar erosiones en el vertedero. Entre estas medidas, se instruyó al municipio implementar un plan de trabajo para reducir el volumen de líquidos acumulados y realizar monitoreos mensuales de calidad de aguas superficiales, a través de una Entidad Técnica de Fiscalización Ambiental.
El municipio solicitó un plazo de 4 años para el PDC, pero la autoridad ambiental lo limitó a 2 años y medio.
Entre el reconocimiento mundial y la urgencia sanitaria
De vuelta con Ignacio Rodríguez, del Centro de Humedales Río Cruces, le pregunté por la paradoja de buscar ser Ciudad Humedal y tener la crisis sanitaria del vertedero. “Es claramente una mancha”, dice, “una manchota” que no habla solo de una situación que merece toda la atención tanto de las autoridades de Valdivia como de la comunidad, sino que habla también del problema sistémico, estructural que tenemos en Chile, por una parte por el manejo de la basura, cuya obligación recae en los municipios, y por otra parte por el sobreconsumo y nuestro modelo de producción de basura, “que también es responsabilidad de cada uno de nosotros”.
Marcelino Valencia, en tanto, manifiesta su consciencia respecto a que el destino de la basura tiene que disponerse en algún lugar, pero enfatiza que debe hacerse bien, con planes que mitiguen la contaminación, con planes de tratamiento, con obras de ingeniería que estén a la altura del problema, y que no se pretenda ocultar la basura de toda una región y que el costo lo pague una comunidad que ahora comenzó a levantar la voz.
“No queremos ser la zona de sacrificio de la Ciudad Humedal de Los Ríos”, remató
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En 1991, mientras el científico David Keith realizaba estudios de posgrado, un volcán en Filipinas hizo erupción, lanzando una densa nube de cenizas hasta el borde del espacio. El dióxido de azufre liberado por el monte Pinatubo se dispersó por la estratosfera, reflejando parte de la radiación solar y provocando una disminución de la temperatura promedio en el hemisferio norte de aproximadamente 1 grado Fahrenheit (0.556 grados Celsius) al año siguiente.
Este evento ha servido tanto a Keith como a otros científicos para lanzar proyectos radicales que puedan dar con una salida científica al calentamiento global. En este caso, se propone enfriar el planeta a través de la inyección deliberada de dióxido de azufre en la estratosfera.
Ante la impotencia por no haber logrado hasta hoy reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, ni mucho menos detener el calentamiento global en 1,5 grados, como lo propuso el Acuerdo de París hace ya casi 10 años, existe cada vez mayor interés en proyectos que buscan alterar intencionalmente el clima terrestre, una disciplina conocida como geoingeniería.
Fíjate en este dato: uno de los proyectos más grandes y que ya opera en Islandia con megainstalaciones enormes, busca aspirar el dióxido de carbono que calienta la atmósfera para enterrarlo bajo tierra. Otros científicos realizan experimentos de geoingeniería solar estratosférica, diseñados para hacer más brillantes las nubes, de modo de reflejar parte de la radiación solar de vuelta al espacio. Y otros desarrollan proyectos de carbono azul para hacer que los océanos y las plantas absorban más dióxido de carbono.
Estas técnicas presentan oportunidades, pero también riesgos considerables, lo que ha incrementado la urgencia de establecer marcos éticos.
Como ser parte de Juego Limpio implica estar al tanto de la mejor y más oportuna información disponible, llegó a mis manos una guía ética para la investigación en geoingeniería, publicada en octubre y que compartiré con ustedes.
La Unión Geofísica Americana (AGU), una de las organizaciones más influyentes en ciencia de la Tierra y el espacio, propuso un marco ético para guiar la investigación en intervención climática. Este marco busca responder a las crecientes preocupaciones sobre los riesgos y las consecuencias de la intervención climática, y ha sido elaborado con la participación de científicos, responsables políticos, especialistas en ética y comunidades potencialmente afectadas.
La AGU sostiene que los científicos tienen la obligación ética de equilibrar los beneficios sociales de sus investigaciones con los posibles riesgos para el bienestar humano y ambiental.
La AGU propone cinco principios fundamentales para guiar las decisiones de financiación, políticas e investigación en intervención climática. Estos principios buscan facilitar el avance de la ciencia de manera responsable y promover un diálogo inclusivo que permita adaptar la orientación a los desafíos globales cambiantes:
El interés en la intervención climática ha crecido rápidamente, debido a la urgencia de mitigar los efectos del cambio climático, pero tanto la CDR como la SRM plantean dilemas éticos y riesgos potenciales que requieren análisis cuidadosos.
Siendo parte de su campo de estudio las herramientas geocientíficas para el monitoreo ambiental y la gobernanza territorial en contexto de cambio climático, Oliveros considera que el documento representa una guía clara y bien estructurada que permite diferenciar entre las aplicaciones prácticas y los procesos de investigación en este ámbito.
Tras leer en detalle el documento, la experta me advierte que la geoingeniería pueda aplicarse en un lugar específico y conllevar consecuencias en regiones lejanas, debido a la naturaleza global de sus efectos. Este es un dilema ético relevante, ya que las intervenciones podrían generar desbalances y consecuencias a largo plazo que no se comprenden completamente y que pueden ser imposibles de revertir.
Para Oliveros, es fundamental que el primer principio del marco ético subraye que la geoingeniería no puede reemplazar las acciones de mitigación del cambio climático. Al respecto, advierte que algunas de estas intervenciones podrían tener efectos impredecibles o irreversibles, lo cual exige una evaluación rigurosa de sus riesgos antes de implementarse.
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Como sabemos, a comienzos de este mes terminó la COP16 sobre la Diversidad Biológica con un gusto entre dulce y agraz, aunque parece ser más agraz, si tomamos en consideración que lo más importante no se logró: que los países se metieran la mano al bolsillo para financiar la recuperación de la naturaleza.
Al finalizar la COP conversé con Olga Barbosa, doctora en Ecología, directora Alterna del IEB y profesora asociada de la Universidad Austral de Chile. Su área de investigación se enfoca en la interfaz de la ecología ecosistémica y la conservación biológica. En los últimos años ha comenzado a usar como modelo de estudio ecosistemas altamente perturbados y dominados por el hombre, como ciudades y agroecosistemas.
-Olga, acabas de regresar de la COP16 en Cali, Colombia. Mencionaste que al llegar te impactó escuchar la frase “ser menos malo no es suficiente”. ¿Qué te llamó la atención de este comentario?
–Sí, fue una frase que me sorprendió y me alegró escuchar, especialmente porque vino de un keynote speaker del sector empresarial. Este orador no solo destacó la necesidad de ir más allá de la mera reducción de impactos negativos, sino que también criticó a los países, como Chile, que llegaron sin metas claras de conservación. Fue un llamado claro a la acción, para que dejemos de lado la complacencia y asumamos un papel más activo y ambicioso en la conservación de la biodiversidad.
-Independiente del éxito de estos, ¿cuáles fueron a tu juicio los temas principales discutidos en esta COP16?
–Uno de los temas más relevantes fue la creación de un sistema de financiamiento para respaldar la conservación efectiva de la biodiversidad, aunque lamentablemente no se logró concretar un acuerdo definitivo en ese sentido. La COP16 contó con una destacada participación de ministros de Hacienda y Finanzas, quienes, junto con sus contrapartes de Medio Ambiente, abordaron la necesidad de involucrar las economías nacionales en esta tarea. También se debatió intensamente sobre los subsidios actuales a actividades económicas que impactan negativamente la biodiversidad, como la agricultura intensiva, la pesca industrial y la explotación de recursos naturales, mientras que los proyectos de conservación reciben mucho menos apoyo financiero.
-¿Cuál es la paradoja en la asignación de estos subsidios?
–La paradoja es evidente: mientras que los subsidios gubernamentales a actividades extractivas perjudican el medio ambiente, los esfuerzos de conservación apenas cuentan con fondos en comparación. Esto se debe a que las iniciativas de conservación suelen verse como menos prioritarias o rentables frente a las actividades económicas tradicionales, que generan ingresos a corto plazo. Esta distribución desigual de recursos crea un desbalance y dificulta la implementación de estrategias que permitan frenar la pérdida de biodiversidad.
-¿Qué modelos de negocio se propusieron para integrar la biodiversidad en las estrategias empresariales?
–En la COP16 se discutió la necesidad de crear modelos de negocio que no solo generen ganancias, sino que también consideren su valor para la vida. Estamos hablando de un cambio fundamental en la manera de evaluar el éxito empresarial, integrando en sus dividendos un valor monetario equivalente a su aporte o daño a la biodiversidad. Cambiar estas prácticas no es fácil, pues están muy arraigadas en los sistemas económicos y, hasta hace poco, sus impactos ecológicos no se monitoreaban. Sin embargo, hoy existen ejemplos de empresas y gobiernos que ya están impulsando regulaciones y estándares más allá de lo que exige la ley, lo cual es muy alentador.
-Mencionaste que el marco de Kunming-Montreal y sus metas también tuvieron un rol central. ¿Qué opinas sobre estas metas en relación con la actividad agrícola?
-Así es. De las 23 metas de este marco, prácticamente todas tienen relación directa o indirecta con la agricultura, y una de las más importantes es la meta 10, que busca mejorar la sostenibilidad en la agricultura, la acuicultura, la pesca y la silvicultura. Sin embargo, en la COP16 se habló poco sobre cómo estas actividades deben adaptarse para evitar un mayor deterioro de la biodiversidad. Sin cambios en el sector agrícola, cumplir con esta meta y con la meta 3, que busca conservar el 30% de las tierras y aguas para 2030, será muy difícil.
Un ejemplo claro de los retos está en la zona mediterránea de Chile, donde se concentra el 60% de la actividad agrícola del país y el 50% de la biodiversidad nativa, pero menos del 2% de este ecosistema está protegido oficialmente. A pesar de esto, gracias a la colaboración con el sector vitivinícola, hemos logrado conservar un 11% más de esta área en los últimos 15 años.
-Tras participar de esta COP, ¿con qué impresión te quedas?
–Debemos entender que no es suficiente hacer menos daño. Es fundamental reconocer que todos somos responsables: productores, consumidores, ONGs, gobiernos y la sociedad civil. Cada acción tiene un impacto, y nuestra calidad de vida depende directamente de la naturaleza. Solo con esta comprensión integral y con un compromiso colectivo podremos construir soluciones efectivas para preservar la biodiversidad en beneficio de las generaciones presentes y futuras.
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Como mencioné en el capítulo de la geoingenería, los avances científicos avanzan a gran velocidad, tanto en las tecnologías disruptivas como en aquellas soluciones basadas en la naturaleza.
Sobre esto último, quiero contarte que la capacidad de los océanos para actuar como sumideros de carbono se está revelando mucho mayor de lo esperado, gracias a dos recientes investigaciones que destacan tanto el rol de las lluvias como el de los ecosistemas de algas en la captura de dióxido de carbono (CO₂).
Un estudio publicado en Live science sugiere que las lluvias, al mezclarse con la superficie oceánica, aumentan la eficiencia del mar en la absorción de CO₂. Los científicos explican que, al caer sobre el océano, el agua de lluvia no solo diluye el agua salina, sino que crea capas de baja salinidad que incrementan la estratificación y movilizan nutrientes hacia las capas superiores.
La relevancia de este fenómeno es significativa: según la investigación, en las zonas donde la lluvia es abundante, se podría triplicar la capacidad de captura de carbono en comparación con áreas con menor precipitación.
Este hallazgo implica que el ciclo del carbono podría estar mucho más influenciado por el clima y las precipitaciones de lo que se creía, sugiriendo un modelo más complejo en el balance global de carbono. Además, abre la puerta a entender cómo los patrones cambiantes de lluvia, derivados del cambio climático, podrían afectar este rol del océano como sumidero de carbono en el futuro.
Por otro lado, una reciente investigación –liderada por el Laboratorio de Ecosistemas Marinos Antárticos y Subantárticos-LEMAS, a cargo de los biólogos Johanna Marambio y Andrés Mansilla, asociados al Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y a la Universidad de Magallanes– destaca que los bosques submarinos no habían llamado mucho la atención como sumideros de CO2, porque tienen ciclos anuales y sus frondas prácticamente desaparecen en invierno, por lo que su capacidad de retención de carbono sería muy limitada.
Sin embargo, el estudio arrojó que los bosques de algas subantárticas ubicados en el sur de Chile tienen una notable capacidad de captura de carbono, lo que los convierte en un recurso invaluable en la lucha contra el cambio climático.
Este proceso de secuestro de carbono tiene una particular relevancia en la región subantártica. Las aguas frías y ricas en nutrientes del sur de Chile permiten un crecimiento sostenido de las macroalgas, que son sumamente eficientes en la fotosíntesis, convirtiéndose en “esponjas” de dióxido de carbono. Al igual que ocurre con el fitoplancton, cuando estas algas mueren, el carbono que contienen desciende a las profundidades del océano, donde puede permanecer atrapado durante siglos.
Este ciclo natural convierte a los bosques submarinos en auténticos sumideros de carbono, mucho más eficientes que los sistemas basados en fitoplancton en aguas tropicales, que tienden a reciclar el carbono en tiempos mucho más breves, debido a los ciclos de reproducción anual.
Ambas investigaciones subrayan la importancia de un enfoque holístico y regionalizado en las estrategias de mitigación del cambio climático. En el contexto chileno, los bosques subantárticos representan una oportunidad única para generar políticas de conservación que no solo protejan estos hábitats, sino que también aprovechen su capacidad de secuestro de carbono.
En el plano global, la comprensión del rol de las lluvias en la captura de CO₂ puede llevar a ajustar los modelos de carbono y a planificar de forma más eficaz la conservación de los océanos y el equilibrio climático.
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Desde hoy y hasta el 7 de noviembre se lleva a cabo en nuestro país el seminario Chile Energy Transition Summit 2024, un evento de relevancia global y del cual El Mostrador es aliado estratégico.
Este encuentro reunirá a líderes del sector de energías renovables y minería con el propósito de explorar el papel de los minerales críticos en la transición hacia un modelo energético más sostenible. Con el respaldo de los ministerios de Energía y Minería, el evento se posiciona como una plataforma clave para impulsar el potencial de Chile en estos sectores y consolidar su posición como líder en innovación energética.
Durante el encuentro se debatirá sobre las oportunidades de estos recursos, explorando cómo su integración con energías renovables puede fortalecer la seguridad energética del país y atraer inversiones internacionales que promuevan el crecimiento sostenible. Este enfoque destaca el rol de Chile como modelo global en transiciones energéticas limpias.
Salvatore Di Giovanni, jefe de la División de Promoción de Inversiones en InvestChile, sostuvo para Juego Limpio que “la dedicación de Chile hacia la energía limpia y el desarrollo sostenible es evidente. Estamos emocionados de copatrocinar esta cumbre y reunir a líderes para discutir las oportunidades que se avecinan”.
El programa del evento abarca una serie de paneles y conferencias con líderes de la industria, incluyendo al Ministerio de Energía, Corfo, la Comisión Nacional de Energía, y empresas destacadas como Aggreko, Atess Power Technology y Atlas Renewable Energy.
Los principales temas de discusión incluyen el hidrógeno verde, las oportunidades en energía solar y eólica, la integración de energías renovables con el sector minero y los avances en almacenamiento energético. Este espacio permitirá a los asistentes conocer los marcos regulatorios y las políticas que están impulsando la transición energética en Chile.
La cumbre permitirá explorar cómo esta estrategia puede generar crecimiento en sectores clave de la economía chilena y cómo estos desarrollos pueden alinearse con las metas de sostenibilidad del país.
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Pese a los obstáculos en el financiamiento para desacelerar la pérdida de biodiversidad, la COP16 concluyó con acuerdos históricos para la protección de los océanos y la inclusión de comunidades indígenas.
Tras una plenaria que se extendió por casi 24 horas, se logró establecer un marco para identificar y actualizar áreas oceánicas cruciales –fundamentales para la salud de los océanos–, basado en las Áreas Marinas Ecológicamente o Biológicamente Significativas (EBSA). Este acuerdo, impulsado en parte por la ministra Maisa Rojas, en su rol de Champion en temas marinos, resultó clave para cumplir con la Meta 30×30 del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal.
La iniciativa First Movers para promover el Acuerdo sobre la Biodiversidad Marina más allá de las Jurisdicciones Nacionales, consiste en un tratado clave para la protección de la alta mar que ya cuenta con el respaldo de 16 países, de los 60 necesarios para su entrada en vigor.
Pepe Clarke, líder de WWF International de Prácticas Oceánicas, comentó que esta decisión, trabajada durante ocho años, establece un marco para identificar y actualizar las áreas marinas cruciales para la salud del océano, con base en criterios científicos.
Hasta la fecha, se han identificado más de 300 EBSA en aguas nacionales y en alta mar. Estas incluyen ecosistemas biológicamente diversos, sensibles y productivos y hábitats vitales de alimentación y reproducción para especies marinas. El mapeo de estas áreas importantes informará las medidas basadas en la ciencia para conservar, restaurar y gestionar los ecosistemas marinos.
Otro logro de la COP16 fue la creación del “Fondo Cali”, que distribuirá beneficios económicos derivados del uso de información genética digital –como secuencias de ADN–, para promover un acceso equitativo a estos recursos. Además, se priorizó la conservación de conocimientos tradicionales de pueblos indígenas, mediante la creación de un órgano subsidiario del Convenio sobre Diversidad Biológica, y se reconoció el papel de las comunidades afrodescendientes en la protección de la biodiversidad.
La participación de nuestro país en la COP16 permitió mostrar sus avances en restauración de ecosistemas, valorización de la biodiversidad en el sector financiero y la instalación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP).
Entre las propuestas innovadoras de Chile, se destacó el “Compromiso por la Conservación de los Hongos”, presentado junto al Reino Unido y la Fundación Fungi, que busca reconocer la importancia de los hongos en la legislación ambiental global. Este compromiso ya cuenta con el apoyo de varios países latinoamericanos y de otros continentes.
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Caso 1: Investigan muerte de dos ballenas en zonas protegidas de Magallanes y Aysén
La Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) ha requerido información urgente a las empresas Australis y Cooke Aquaculture tras el hallazgo de dos ballenas muertas en áreas protegidas de Magallanes y Aysén, ocurrido entre el 29 y 30 de octubre. La SMA, en coordinación con las autoridades pesqueras de ambas regiones, investiga las circunstancias en que se encontraron estos cetáceos.
En Magallanes, el ejemplar fue hallado en la Reserva Nacional Kawésqar. A Australis se le solicitó detallar las condiciones del hallazgo, incluyendo si la ballena estaba enmallada en las redes del Centro de Engorda de Salmones Muñoz Gamero 1. También se pidieron los resultados de inspecciones submarinas posteriores y de la necropsia realizada al animal para determinar las posibles causas de muerte.
En Aysén, Cooke Aquaculture debe reportar la posición georreferenciada del cetáceo y si presentaba signos de enmalle o interacción con cabos. Además, la empresa debe informar si hubo incidentes con cetáceos en sus centros de cultivo en el sector de Estero Cupquelan o la desembocadura del Río Exploradores. Estas acciones forman parte de una investigación de la SMA que se lleva a cabo en coordinación con Sernapesca.
Caso 2: Refuerzan fiscalización a centros de engorda de salmón en el sur del país
La Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) envió el 23 de octubre una tercera notificación masiva del año a 267 Centros de Engorda de Salmones (CES) en las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes. Esta medida, enmarcada en la Estrategia de Fiscalización y Cumplimiento Ambiental, busca supervisar el cumplimiento de los límites de producción autorizados para cada centro, evitando la sobreproducción mediante acciones preventivas.
La notificación incluye un análisis de producción estimada a la fecha, comparándola con el límite máximo establecido en la Resolución de Calificación Ambiental (RCA) de cada CES. Este reporte –basado en un algoritmo desarrollado por la SMA– permite a los titulares de los centros recibir alertas tempranas para ajustar sus niveles de producción y no exceder los permisos al final del ciclo productivo.
Esta estrategia de seguimiento, que utiliza datos del Sistema de Información de Fiscalización de Acuicultura (SIFA) de Sernapesca, representa un avance en la fiscalización ambiental del sector acuícola. La SMA envió reportes similares en septiembre de 2023, enero y junio de este año, consolidando un sistema de control que anticipa los resultados finales de producción anual entregados por Sernapesca.