¿Cómo lograr una buena transición luego de un divorcio? ¿Cuáles son los cuidados que hay que tener para que a los hijos le afecte lo menos posible la separación?
Mientras los medios de comunicación buscan confirmar el romance entre Jennifer López y el ex jugador de béisbol Alex Rodríguez, la cantante prefiere hablar sobre la etapa de paz y tranquilidad que vive en su vida familiar gracias a la buena relación que mantiene con su ex marido Marc Anthony y padre de los gemelos Max y Emme.
“Al principio no dejaba de pensar en que, aunque estábamos bien con respecto a nuestros hijos, si volvíamos a trabajar juntos podríamos acabar peleándonos otra vez. Y la verdad es que estaba equivocada, estamos mejor que nunca. Sinceramente, creo que todo está siendo muy positivo para nuestra relación“, aseguró la intérprete en el programa ‘Live With Kelly’.
“Estamos viviendo un gran momento, ya que los chicos pueden pasar tanto tiempo con sus padres como lo deseen y además nos están viendo trabajar juntos. Creo que esta dinámica está siendo muy positiva y beneficiosa para toda la familia”, aseguró en el mismo programa.
Jennifer López es una más de las millones de mujeres en el mundo que ha tenido que enfrentar algún divorcio. Sólo en Chile se registraron el año pasado 48.608 casos, el nivel más alto desde el 2010. Y con estos dichos, la artista parece dejar atrás lo difícil de su separación.
“Fue algo terrible y devastador. Creo que tanto Marc como yo pensábamos que íbamos a estar juntos al menos unos 40 años antes de morir. Fue sin duda la mayor decepción que me he llevado en la vida, pero por otro lado me di cuenta de que estaba intentando que funcionara algo que simplemente no debía pasar. Me desvié del camino marcado y me imagino que como ya había estado casada dos veces antes, no podía permitirme que algo así pasara otra vez”, aseguraba hace un año a la revista People.
Hay personas que logran salir antes que otras del duelo tras el divorcio. Pero además del dolor de enfrentar el quiebre de una relación y el fin de un proyecto juntos, una de las principales preocupaciones que permanecen es el bienestar de los hijos. «Cuando te separas tienes heridas tú y también tienen heridas los niños. El problema es que ellos son dependientes del adulto y el niño necesita mantener su rutina lo más estable posible», explica el sicólogo Sergio Schilling.
Cambiarse de casa o colegio puede ser muy complejo para ellos. «Tiene que haber un orden en el hogar porque es importante para los niños mantener ciclos. La separación es un periodo de incertidumbre, las pautas diarias no son muy claras y el niño no sabe lo que va a pasar, no sabe donde se va a quedar ni cómo va a ser su vida de ahora en adelante», asegura el sicólogo.
Por eso recomienda entregar signos y pautas muy claras para los menores, para dejarles lo más resuelto posible cómo serán las cosas. Y ojalá con una explicación formal, más práctica que emocional, para darles estabilidad. «La incertidumbre lleva a que cambien las pautas de conductas y afecta hasta en su regulación del sistema nervioso», asegura Schilling.
Familias reconstituidas
Muchas de las personas que se divorcian, con el tiempo, buscan rehacer su vida. Y eso también puede afectar a los niños. «Para los hijos son complicadas las familias reconstituidas, que son todas las familias que abarcan a hijos de relaciones anteriores. Este ensamblaje implica que una nueva pareja se tiene que adaptar a estos nuevos hijos y ellos a las nuevas reglas que les den», señala Schilling.
Por eso el especialista recomienda que el adulto que ingrese a la familia lo haga paulatinamente, pues ver a la madre o padre con otra pareja es complejo. «En el caso de una madre, y viceversa, una nueva figura masculina trae su propia familia y reglas. Y los hijos tienden a tener lealtad con el papá, por lo que no se aceptan estas nuevas normas», explica el sicólogo.
Además, Shilling considera que hay edades en las que es más difícil para los niños, ya que «se generan trastornos de adaptación, son más apáticos, tienen problemas en el colegio o conductas regresivas, como de niños más pequeños».
Según la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés), los menores de entre 10 a 14 años son los que más dificultades tienen para adaptarse a una familia reconstituida. Los adolescentes mayores de 15 años necesitan menos dedicación en cuanto a su crianza y buscan su propio espacio, mientras que los niños de menos de 10 años suelen aceptar más a un nuevo adulto en la familia, sobre todo cuando el adulto es una influencia positiva.
Sin embargo Schilling recomienda no confundir a los hijos. «Hay que ser claros. Tras un divorcio, aunque la ex pareja mantenga un lazo para toda la vida a través de sus hijos, ya no son una familia propiamente tal, pues no hay un vínculo de interdependencia entre sí, aunque se lleven bien», explica.