La cantante argentina se presentará a fines de junio en nuestro país y reflexiona sobre la maternidad, el Ni Una Menos y adelanta cómo será su próximo concierto en Chile.
La vida le cambió a Soledad Pastorutti radicalmente en enero de 1996. Con solo 15 años se subió al escenario del Festival de Cosquin, uno de los más importantes de Argentina, y revolucionó la escena musical de su país. El impacto que provocó esa presentación fue tal, que la transformó en artista revelación de ese año y la llevó a grabar su primer disco y a recorrer su país de gira.
– El año pasado celebraste tus veinte años de carrera desde la primera vez que te presentaste en Cosquín y te transformaste en un fenómeno musical ¿Pensaste que ibas a lograr todo lo que has logrado?
– La verdad que no, nunca pensé ni siquiera que iba a lograr lo primero, que fue transformar una cosa que era un hobby, una carrera amateur en algo profesional, y con el reconocimiento de los colegas, de la gente. Sinceramente no sé si estaba en mis planes, yo era muy chica y no sé, si me preguntabas que quería ser cuando más grande seguramente te decía otra cosa, pero sí hoy, después de más de 20 años me sorprende y lo agradezco porque hago lo que me gusta y porque, si bien hay un montón de cosas que vienen con esta carrera que quizás uno desearía no hacer, siento que es algo que a mí me llena mucho el alma.
– Quizás no lo soñaste, pero pareciera que crees que los sueños son posibles con tu historia.
– Creo que los sueños son posibles, pero uno tiene que tener los pies sobre la tierra. La verdad uno no puede soñar con cualquier cosa y pensar que se va a cumplir, porque a veces hay mucha decepción detrás de eso. Creo que a mí me pasó una cosa impensada, era más el sueño y el deseo de mi papá que mío, pero bueno, yo cantaba y me llevó a todos lados y empecé a tener éxito y empezó a funcionar y se convirtió en un trabajo. Creo que cuando uno hace lo que siente, lo que realmente desea, lo trasmite y a alguien le llega. El problema es cuando nosotros anteponemos el éxito, o a lo que le dicen éxito hoy, sobre los sentimientos. Yo no empecé cantando folklore por el resultado, yo no sabía que iba a tener éxito, yo empecé porque me gustaba. Después vino el éxito que casi te digo que la parte que menos me gustó de todo esto porque es la que más sufrí, mucha exposición pública a una edad difícil, a los 15 años donde la mujer tiene muchos cambios, pero bueno pasando el tiempo puedo decir que lo superé y que estoy acá y que sigo haciendo lo que me gusta y que eso es anecdótico.
– Y en Argentina que hay medios de farándula fuerte, que les gusta opinar y saber de la vida de todos…
– Sí, se ha opinado mucho. Yo nací artísticamente en un momento en donde esta tendencia de los medios no era tan fuerte. Y a mí se me quiso mucho desde muy chiquita, era como la hija de todo el mundo, la nieta, la hermana, y creo que se me respetó bastante. Pero sí que me he cruzado con situaciones difíciles, de vivir en un pueblo a ser el titular de una revista y que el titular no esté traduciendo lo que yo realmente quería decir era complejo para mí. Después empecé a entender el medio y ya uno sabe cómo manejarse y sabe también qué decir, qué no decir, cómo explicar las cosas, pero lo más difícil de esto es que siendo mujer tuve que pasar la adolescencia expuesta, porque una mujer empieza a sentir inseguridades, que la cara llena de granos, que las formas del cuerpo van cambiando, cómo me visto, si me maquillo o no, hay un montón de cosas porque siempre uno está aprendiendo hasta que después logra el punto que desea, pero al principio es difícil.
Con 26 años, Soledad se casó con Jeremías Audoglio en 2007, su primer y único novio luego de pasar la adolescencia grabando discos y cantando en diversos escenarios de su país. Él también era de Arequito, el pueblo al norte de Santa Fe donde la cantante se crió, y lo conoció en la escuela nocturna a los 19 años. Hoy él es su road manager y tienen dos hijas.
– Empezaste siendo más niña pero nunca saliste a explotar un lado más sexy, independiente de que hicieras folklore.
– Recién ahora lo estoy haciendo un poco más. Aparecía con la ropa típica del gaucho en principio porque no había nada pensado en mi carrera y la bombacha de gaucho se había puesto de moda en mi país. El resto del vestuario eran cosas que me regalaba la gente, iba a una feria a cantar y los artesanos me regalaban un chaleco o iba a una doma y los artesanos me regalaban una faja y yo me iba poniendo todo eso que formó mi traje de gaucho. El poncho era el único elemento folclórico que había en mi casa entonces, antes de vestirme de gaucho, yo siempre llevaba mi poncho puesto en el hombro. Después se convirtió en un emblema porque yo lo revoleaba y hoy no puede faltar, a pesar de que han pasado muchos años, y en algún momento del recital hacemos este gesto tan característico (mueve el brazo en círculos). Es cierto que no me animé antes, pero con los años, ya después que uno se convierte más en mujer, me casé y fui mamá, la seguridad es otra y me animé a ser una gauchita más sexy y me parece que también está bueno porque no es que yo me vestí de gaucho porque estaba en un mundo machista, no sé, en ese momento no lo pensé demasiado, surgió simplemente, pero con el tiempo ya sentí la necesidad de demostrar la mujer que hay en mí y también encontré en esa parte del vestuario una manera de llegarle al público diferente.
– El mundo de la música en general es un poco más masculino y el folklore más masculino aún. ¿Cómo fue ganarte tu lugar en ese mundo?
– Yo siempre me sentí como la niña mimada, nunca me sentí discriminada por ser mujer. Ser mujer ha tenido en esta carrera desventajas, porque sí las tiene, si vos te fijás no sólo en el folklore, sino en el mundo de la música pasa que el público de los varones siempre es más fiel y más efusivo. Siempre para un varón subir al escenario y arrancar el suspiro de todas esas mujeres ha sido mucho más fácil que para una mujer que se sube al escenario, más en el folklore que tenés que convencer a las mujeres que te están viendo con otra cara, que están mirando qué se puso y qué no. Yo siento que es como que tenemos ciertas competencias y prejuicios entre nosotras, pero por otro lado siento que justamente por mi condición de mujer se me respetó, se me quiso, se me cuidó. Yo siento que no es ni muy muy ni tan tan, que vivimos en un mundo más machista, es cierto, y yo también me crié en un ambiente machista, no por mi casa sino en el pueblo, pero siento que eso para nosotros en ese momento era normal. Después vas cambiando porque vas yendo por el mundo y se te va abriendo la cabeza y te vas dando cuenta que no, pero una mujer con personalidad suele ser mucho más avasallante, mucho más fuerte que muchas otras cosas.
– Cómo has podido lidiar con tu carrera después de casarte y ser madre, entendiendo que a los hombres que hacen música nunca se les hace esta pregunta porque se supone que otra persona se hará cargo.
– Me recibí de malabarista y siempre digo que la vida en mi casa es como un tetrix, van cayendo las piezas y se van dando vuelta y a medida que caen se van acomodando como se puede. Soy una mamá muy presente, mi marido trabaja conmigo, cuando nos vamos de gira nos vamos los cuatro y eso hace que también mis hijas vivan en un ambiente de familia, muy tranquilo y a mí me facilita también que ellas compartan conmigo mi trabajo. Él me ayuda mucho con las nenas, pero también yo no tengo este mandato de que la mamá es la que no tiene que faltar y a la que más extrañan porque no sé si es tan verdad, hay muchos padres que son geniales y que son mejor que muchas madres y viceversa. Pero sí la culpa a veces es difícil de manejarla pero también sé que esto que estoy haciendo hoy es mi trabajo y me hace bien tener mi profesión. Cuando yo quedé embarazada trabajé hasta los ocho meses en el escenario, y ni bien nacieron mis hijas, creo que Antonia tenía un mes y ya salimos de gira y con la chiquita, creo que a los dos meses de Regina salí de gira. No tuve depresión postparto, no sé lo que es eso, salí a trabajar y me salvó de esa parte. Pero a lo que iba, es que yo siento que esto también ayuda a que ellas se críen, yo estoy trabajando para que ellas coman, se vistan, tengan un buen pasar. No voy a anteponer nunca esto al tiempo que uno pueda compartir con los hijos, pero hay que trabajar,todas las personas tienen que trabajar y a mí me tocó esto, es lo que sé hacer y más o menos hago un balance con eso. Pero no es fácil, para nada, porque además de ser madre y ser una artista expuesta tienes que estar bien físicamente, ser buena esposa, seguir mejorando, perfeccionándote, entonces hay un montón de cosas, hacemos lo que se puede.
– Tienes dos hijas mujeres, partiste tu carrera con tu hermana, hay muchas mujeres cercanas en tu vida.
– Sí, mi bisabuela, que fue la única que conocí de parte de mi mamá, fue una persona muy querida por todos nosotros, llegó a tener más de 60 bisnietos y todos la conocíamos. Éramos una familia muy unida, pero muy matriarcal, mi abuela hoy es un emblema, mi mamá y muchas mujeres en la familia, todas fuertes además.
– ¿Crees entonces que es importante visibilizar los problemas que tienen hoy las mujeres?
– La mujer es importantísima, es fuerte y merece la igualdad de derechos frente al hombre. Yo por suerte me he criado en un ambiente donde no hubo esa injusticia, yo no lo sentí, mi papá es un hombre muy cariñoso, muy respetuoso, tiene otros conceptos sí, pero también porque fue criado en otra época, pero no por eso deja de abrir su mente y de intentar cosas nuevas. Yo no siento que yo sea el estandarte de la mujer, hago lo que puedo, soy muy feliz con mi género y siento que soy una privilegiada porque pude tener a mis hijas en mi vientre, porque pude sentirlas, porque ser madre es un milagro, porque tengo un hombre al lado también que amo y que me cuida, pero yo no entro en la competencia entre el hombre y la mujer, los dos se necesitan. Y también creo que hay diferencias lógicas, entonces también supongo que alguno estará más apto físicamente para hacer una cosa que el otro, el hombre tendrá más fuerza, aunque hay mujeres que tienen más fuerza que los hombres (risas), pero bueno yo siento que toda esta discusión que se ha armado en el último tiempo, justificada por la gente que ha vivido malos tratos y situaciones así, no tiene que llegar a un extremo tal que todos pensemos que el hombre es una porquería y que no los necesitamos, yo los necesito.
– ¿Cómo ves todo el movimiento que está pasando en Argentina de Ni Una Menos y la conciencia del respeto hacia las mujeres pero que aún así las cifras no bajan?
– No estoy de acuerdo con ningún tipo de violencia. Siento que la mujer al ser un género un poco más débil de físico tiene que tener un cuidado, pero también me pasa que hay chicos, niños, que reciben violencia y me parece que hay que levantar la voz por todos, por la violencia en general. Yo no admito que pase una cosa así en ningún caso, ni contra un animal ni nadie. Lo que pasa es que yo siento también que últimamente se habla mucho de muchos temas y eso no ha ayudado a que la gente tome conciencia, entonces me parece que, como nos vamos tanto al extremo, el que no está de acuerdo con lo que decimos se pone más violento todavía. Yo no puedo creer lo que está pasando y a veces publicitar hechos de violencia no sé si está ayudando a que la gente tome conciencia. Hay mentes que son muy enfermas y creen que se convierten en superhéroes por eso y eso es una pena, es una pena muy grande.
Soledad ha sido reconocida en distintos ámbitos en su país. Ha realizado campañas de salud, ha sido madrina de la selección y ha incursionado en la TV y el cine.
En Chile se presentará el 29 y 30 de junio en el Teatro Nescafé de las Artes.
– ¿Qué te parece esta rivalidad futbolística que se ha dado en los últimos años entre Chile y Argentina?
– Es parte del folklore, me parece interesante. Existió muchos años también entre Brasil y Argentina y sigue ocurriendo. El fútbol tiene esa cosa y aparte tiene la revancha. A mí me llama la atención que son los mismos directores técnicos y jugadores acá y allá. Hoy por hoy hay un montón de argentinos que están trabajando, incluso hay gente de mi pueblo que está trabajando en Chile y es muy rico este intercambio que hay, más allá de que en el fútbol nos enfrentamos. Yo estuve en la final de la Copa América en New Jersey y estábamos mezclados los públicos, yo estaba al lado de chilenos y la verdad es que se vivió con mucho respeto, con mucha camaradería. Obviamente el que perdió se va enojado y triste y el que ganó se va contento, pero me parece que así es como debe ser y el fútbol ha tenido y tendrá toda la vida esta cosa de folklore que nos vamos a cargar y hay gente que lo aguanta y hay gente que no, pero bueno, mientras eso no se traduzca en violencia, está todo bien.
– ¿Qué podemos esperar para tu próximo show?
– Estamos presentando un disco que es CD + DVD grabado en vivo en el Festival de Cosquín el año pasado, con clásicos de mi repertorio. Vamos a tratar de que todo pueda entrar en esa hora 40 minutos que va a durar el show. Ya estamos ensayando, hemos hecho unos enganches de las canciones contando esta historia, como pedacitos que te van llevando de un lado para otro para que no falte nada. Va a ser muy difícil que todos los discos estén representados en su totalidad, pero lo más emblemático va a estar y lo que espera la gente de Chile también. Ya sé cuál es su gusto así que los voy a complacer.
– Hay canciones que les gusta más acá que en otros países…
– Sí, aquí me pasa con Como será, que para mí es una gran canción, es una de las mejores canciones que he grabado en mi carrera, pero no me ha pasado nunca en otro lugar lo que me ha pasado en Chile. Creo que son más románticos y me han permitido más hacer esas canciones de medio tiempo que en los festivales es muy difícil de lograr. Y la verdad es que disfruto mucho de eso.