Un tercio de las mujeres chilenas sobre los 18 años tiene obesidad, el porcentaje más alto de Sudamérica. Especialistas explican el por qué y cómo mejorar esos índices.
Una grave realidad mostró el estudio Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional de América Latina 2017: un 32,8% de las chilenas mayores de 18 años presenta obesidad, lo que nos transforma en las líderes en Sudamérica.
Este informe sobre alimentación y nutrición elaborado por la Organización Mundial de la Salud junto a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), señala además que en los hombres, el porcentaje llega a un 24,8% y que el sobrepeso infantil es de un 9,3%.
Al sumar los niveles de sobrepeso y obesidad en adultos mayores 18 años, el porcentaje se dispara a cifras que bordean el 64% en ambos sexos.
¿Por qué ha crecido tanto el sobrepeso en nuestra población? Las primeras respuestas parecen obvias. “El sobrepeso y la obesidad representan un desequilibrio entre la ingesta de alimentos y el gasto energético, con una acumulación de grasa corporal que representa un riesgo para la salud”, indicó Eve Crowley, representante de la FAO en Chile. En palabras simples, comemos mal y hacemos poco ejercicio.
Pero las explicaciones también apuntan a cambios profundos en nuestra sociedad. “Las causas de este fenómeno en la región son múltiples, y entre ellas se encuentra el cambio en los patrones alimentarios, con un aumento de la disponibilidad de productos ultraprocesados con altos contenidos de azúcar, grasa y sal y una disminución de las preparaciones culinarias tradicionales, preparadas con alimentos frescos y saludables”, agregó Crowley.
Ana Claudia Villarroel, nutrióloga y diabetóloga de Clínica Santa María, explica parte de este aumento de peso por los cambios culturales y sociales que se han producido en nuestra sociedad. «En Chile, después de que salimos de la desnutrición que hubo hasta hace unas décadas, aumentó la oferta y las posibilidades de comer más. También empezó la mujer a entrar al mundo laboral y dejó de cocinar, y al dejarse de cocinar en la casa se deja de preparar los alimentos tradicionales más naturales y se empieza a optar por alimentos más rápidos que son más procesados y que van a tener un mayor nivel de calorías, que tienen menor poder de saciedad y que después de un rato te dan ganas de comer más», explica.
La doctora Bárbara Castro, Nutrióloga de Clínica Terré, cree también que la poca actividad física determina este diagnóstico. «Además que la alimentación en el día a día no es la mejor, hay otros factores que obviamente influyen. El sedentarismo en Chile afecta a un porcentaje importante y las cifras son realmente alarmantes en mujeres y también en menores. Sin duda la falta de actividad física aporta en que Chile esté liderando este tipo de ranking.
En ese sentido, la especialista sostiene que en países como Brasil o Argentina la gente tiene mejores hábitos deportivos. «Es común verlos practicando cualquier tipo de deporte, siendo este un factor de protección básico. En Chile no tenemos esa cultura deportiva, aunque en los últimos tres años hemos visto un leve aumento, y los chilenos están teniendo un poco más de actividad física, pero ojo, aun no es suficiente», indica.
Las exigencias de la vida actual parecen no ayudar. «Las chilenas no hacemos deporte y estamos más estresadas. Además en el país las jornadas laborales son muy extensas y no aportan al desarrollo de actividades que permitan mejorar la calidad de vida y salud en general», opina Castro.
Por su parte, para la doctora Villarroel también es importante considerar el factor emocional. «Las mujeres somos más propensas a tener trastornos ansiosos, porque tenemos miles de responsabilidades día a día, entonces ese estado ansioso más alto en general hace que uno sea mas ávido de comer alimentos procesados y mas endulzados porque el azúcar te calma, tiene un efecto sedante aunque dura poco, porque se metaboliza rápido».
¿Influye el factor genético? La especialista es clara. «A nivel puntual con respecto a las mujeres está el componente genético de que tenemos menos masa muscular que los hombres, entonces hay que hacer un trabajo mayor para no pasarse con las calorías y mantener la masa muscular. Pero si desde chica evitaste el deporte y desarrollaste poco tus músculos es más difícil que después de los treinta conserves esa masa, que se empieza a perder a esa edad».
Las cifras son alarmantes y por eso la FAO advirtió sobre las consecuencias que acarrea el sobrepeso y la obesidad: mayor probabilidad de desarrollo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión y cáncer, las que se encuentran entre las diez principales causas de muerte en la región.