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Parir en casa: ¿Volver a humanizar el parto o un riesgo innecesario? Yo opino

Parir en casa: ¿Volver a humanizar el parto o un riesgo innecesario?

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Rodrigo Macaya
Por : Rodrigo Macaya Ginecólogo obstetra, especialista en endocrinología ginecológica y reproducción en Clínica Las Condes.
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Sin duda, la atención de los partos ha cambiado durante la historia de la humanidad. Desde sus inicios, los partos fueron atendidos en el lugar donde estos se iniciaban, habitualmente en el lugar donde vivía la mujer que estaba embarazada. Lo habitual era que esta mujer en trabajo de parto hubiese tenido a su hijo(a) sola o fuera acompañada por otra mujer que ya había tenido la «experiencia» personal de un parto o de una que había presenciado varios paros. En ese entonces, la mortalidad y morbilidad materna e infantil (neonatal) era extremadamente elevada con cifras que actualmente estarían absolutamente fuera de lo permisible.

Con el desarrollo de la ciencia y de la medicina, el uso de antibióticos, anestésicos, además de personal médico y paramédico entrenado, se comenzó a atender los partos cada vez con mayor frecuencia en hospitales adecuados para este evento o en lugares exclusivos para ello llamados «maternidad». Nuestro país no ha quedado fuera de este proceso y hoy cerca del 98 a 99% de los partos son atendidos en recintos hospitalarios o clínicas privadas. La atención hospitalizada de los partos ha demostrado una altísima disminución en el diagnóstico precoz de patologías o complicaciones maternas y/o fetales durante el trabajo de parto, permitiendo una acción oportuna y adecuada para resolver los problemas, demostrando resultados importantísimos en la disminución de enfermedades asociadas al trabajo de parto, parto y puerperio (período posterior al parto), así como una disminución considerable de la mortalidad materna y neonatal.

Pero sin duda la atención masiva en grandes hospitales ha ido deshumanizando este evento trascendental en la vida de una mujer, su pareja y su familia, aún cuando los índices de salud hayan mejorado considerablemente (en el caso de Chile, similares a los de países desarrollados). Esto ha motivado a diferente corrientes a volver a humanizar el parto, motivando al padre a acompañar a su pareja y presenciar el parto, así como también a tratar de alterar en lo menos posible el ambiente en el cual se desenvuelve la mujer embarazada.

En algunos países mas avanzados que el nuestro ha significado el desarrollo de estrategias que permitan a mujeres que cursan un embarazo normal (sin patología asociada) y que inician un trabajo de parto espontáneo, incluso tener el parto en su domicilio, con la menor intervención médica posible, pero siempre bajo la supervisión de un profesional de la salud calificado para ello, atento a cualquier complicación o necesidad de cambiar la estrategia de un parto en domicilio y con todo el apoyo logístico necesario para que en caso de una complicación esa mujer sea trasladada rápidamente a un centro hospitalario lo antes posible. Esto implica entonces tener disponible para esta paciente ambulancias o medios de traslado como helicópteros durante todo el trabajo de parto a un centro hospitalario cercano.

Aunque no necesariamente es una tendencia mundial, si llama la atención y podría decir que ha sido una «moda» para algunos. En mi opinión un parto domiciliario es un riesgo extremadamente innecesario el cual está sujeto a variaciones a veces absolutamente impredecibles de los eventos o complicaciones que surgen durante un trabajo de parto. Cuando todo sale bien, lo cual ocurre en la mayoría de las veces, todos están felices, pero cuando existe una emergencia que no es posible de resolver durante los siguiente 5 a 10 minutos por no contar con el equipamiento necesario, la consecuencias pueden ser fatales para la madre o el hijo que está por nacer.

Durante el trabajo de parto existen muchas variable no predecibles que puede cambiar el curso o normalidad del mismo y la medicina que hoy practicamos logra en forma considerable minimizar los riesgos durante el trabajo de parto o al menos si sucede algún imprevisto, ofrecer soluciones para que no se vea afectada la salud materna o del recién nacido. En este contexto me parece irresponsable ofrecer la posibilidad de un parto domiciliario en forma voluntaria, aun cuando se pudiera contar con medios de transporte adecuados a un centro hospitalario cercano. En situaciones en las cuales durante el trabajo de parto se produce un deterioro a veces abrupto de la función placentaria que provee oxigenación adecuada desde la madre al feto, la intervención con una cesárea de emergencia rescata a ese feto de un deterioro neurológico y metabólico eventualmente severo en caso de no realizarla. Mientras antes ocurra la intervención (hablo de minutos), mejor son las probabilidades de rescatar a ese feto sin secuelas. Un ejemplo de ello es el desprendimiento de placenta durante el trabajo de parto. Otros ejemplos de intervención de emergencia son el control de la hemorragia post parto como puede suceder en una inercia uterina (falta de contracción uterina post parto) la cual puede comprometer severamente a la madre.

Me parece que hoy se está llegando a un punto de equilibrio, humanizando aun mas el parto. Hoy en día se ha logrado la participación durante el trabajo de parto de la presencia de familiares que la mujer en trabajo de parto desee, con la mínima intervención médica terapéutica posible (incluso sin anestesia si la mujer lo desea) pero en un recinto clínico u hospitalario, siempre y cuando las características del embarazo y trabajo de parto permitan este tipo de manejo y siempre ofreciendo toda la capacidad médica y tecnológica necesaria para ante cualquier emergencia o complicación poder actuar en forma precoz y certera.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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