No es para que me felicites..
La conmemoración del 8 de marzo hace alusión a los terribles hechos ocurridos en 1908, en donde 146 mujeres trabajadoras murieron calcinadas dentro de una fábrica textil en Nueva York. ¿Y sabes por que? Por los bajos salarios y las pésimas condiciones que tenían.
Y eso me hace pensar en… el Feminismo, sí, así tal cual, porque esta no es la palabra de moda de los últimos tiempos, si no que se creó en 1789 como un movimiento social para que las mujeres pudiéramos conseguir derechos, uno tan básico como votar,o simplemente estudiar, o tener un trabajo remunerado . ¿Es acaso eso tan terrible? No, verdad.
Y aquí es dónde seguramente comenzará la controversia, porque desestimar las publicaciones en los medios sociales es fácil, pero claro, esas conversaciones no pueden llegar a ninguna parte, porque cada uno se aferrara a su creencia, y a través de una pantalla, es mucho más fácil aun, ¿total? ¿Quién no ve la cara? ¡Nadie!
Así que bueno, me voy a arriesgar porque soy mujer, porque soy trabajadora, porque quiero tener derechos, y lo más importante, porque quiero.
Para comenzar, no podemos definir el feminismo a la rápida. Imposible, por eso les cuento su definición tácita y aceptada.
“El feminismo es un movimiento multifacético centrado en la creación de la igualdad de ambos sexos”. Diferentes personas piensan que podemos lograrlo de diferentes maneras, pero aquí la palabra mágica es “Igualdad”.
Señores y señoras: Feminismo no es anti-hombre, no es anti-padre, no es anti-matrimonio, no es anti-Dios.
Este movimiento no intenta sacar a los hombres de la ecuación, lo único que deseamos conseguir es llamar la atención ¡y ser iguales! ¿O es muy tonto lo que estoy diciendo? Porque las desigualdades existen y no se pueden negar, para muestra un botón: según la diferencia de sueldos, “las mujeres trabajamos una jornada y media más por semana que los hombres». ¿Suena fuerte verdad? ¿Y quién llega a hacer las labores de la casa, preocuparse de los niños, o incluso hasta de que las mascotas tengan comida y limpio su lugar de aseo?
Solo hagan el ejercicio y verán que no es tan tirado de las mechas lo que les estoy diciendo, y mucho menos es un ataque al sexo opuesto. Y por eso existe el feminismo como ideología, porque si creen que es otra cosa, no lo entiendo y permítame decirle que está equivocado. No tenemos porque pensar igual, pero sí respetarnos. Por ejemplo, yo no comparto la radicalidad en este movimiento, pero mucho menos comparto que les llamen “feminazis” de una forma peyorativa, pero aun así, seguimos siendo todas feministas, no tenemos que estar totalmente de acuerdo en todo, si en lo primordial que es luchar por nuestra igualdad.
Y como en todo en la vida, hay personas que confunden el feminismo con acciones escandalosas y con eso nos pintan a todas como féminas estereotipadas que solo luchamos con el sostén en la mano. Esto solo sirve para desprestigiar, y con eso acallar a chicas que piensan igual pero no tienen el carácter para dar su opinión, o sea, generan además de coartarles la libertad de expresión, ostracismo.
Estoy cansada de escuchar la demonización y la ignorancia ante este tema. SÍ, soy feminista, pero no odio a los hombres.
Estoy de acuerdo con el aborto y no intento cambiar a las personas pro vida, porque siento que no somos siameses, y no todos tenemos que pensar igual, pero sí, respetar la opinión de los demás.
Pero no comparto que le digan a las niñas que no pueden ser obreras porque es un trabajo de fuerza, o que no pueden ser una gran facultativa de medicina porque no tendrá tiempo para la familia.
Solo para que lo sepan, sean del partido político que sean, la presidenta de Chile es mujer, y para que no crean que solo me miro el omblígo estoy casi segura que Angela Merkel, Margaret Thatcher entre otras, también son mujeres, ¡ah! Y para ir un poquito mas atrás, Cleopatra y Juana de Arco, también lo fueron.
¿Qué tienen que ver se preguntarán ustedes? Fácil, que son mujeres que cambiaron algo para bien o para mal, pero pudieron, y…¡eran mujeres! Porque aquí no estamos definiendo lo bueno de lo malo, solo queremos la igualdad.
Pero volvamos a lo cotidiano, qué triste es que las mujeres sientan pánico de ser abusadas por un hombre, qué triste es que al caminar solas por las noches nos sintamos inseguras, porque ojo, no es miedo a que nos roben, es a otra cosa. Qué triste es que nos juzguen por la ropa que nos gusta, o por el maquillaje que compramos.
Por eso y muchos otros ejemplos más es que debemos hablar y entender que todos tenemos derecho a elegir. El concepto de que el hombre está para proveer y llevar el sustento al hogar, es arcaico. E incluso en la época de las cavernas, por un tema de fuerza podía cazar, pero… ¿quién creen que asaba la comida?
Y ya que vivimos en un país tan religioso, y sin querer meterme en las patas de los caballos, quiero que esto les haga pensar, porque, hasta el evangelio apoya al feminismo: «Todos somos iguales ante Dios”, “la expiación es para todos”, “de todos es el reino del Señor”. ¿Dónde dice, solo el hombre?
Y si su máximo representante, nada más y nada menos que el hijo de Dios, Jesucristo mostró respeto por las mujeres, ¿por qué no pueden hacerlo los hombres el día de hoy? Y como me gustan los ejemplos, aquí les doy algunos: perdonó a la mujer adultera, cuidó de su madre, y como si eso no fuera suficiente, a la primera que se le apareció fue María Magdalena, ¡oh, que horror a una prostituta! En conclusión Jesús respetó a todas las mujeres por igual, y algo no menor, si mi historia y las clases de religión no me fallan, ¿no fue Judas Iscariote el que lo traicionó?, ¿no fue Nerón el que quemó Roma?
Y con esto termino, porque si les hablo de las desigualdades del medio oriente, y de que allí se vulneran derechos no terminaría nunca. Pero para que lo sepan, yo soy feminista, pero lavo la ropa, le cocino a mi marido y lo amo, no me siento menos, solo espero respeto, y es tan fácil como que si uno lava los platos el otro la guarda. A puesto a que no es tan terrible. No son acaso, ¿esas las pequeñas diferencias que hacen el cambio?
Por todo lo anterior mencionado, no quiero que me feliciten los 8 de marzo, pero que sí recordemos a las mujeres que dieron su vida por conseguir algo mejor.