Mientras los chicos oían hablar de orgasmos y erecciones, a las chicas nos insinuaban que nos preparáramos en silencio para lo que se venía. Gemma Askham, de BBC Three, explora por qué tantas mujeres asumen que el dolor o las molestias son una parte inherente a las relaciones sexuales.
En las clases de educación sexual de mi escuela y de las chicas mayores que conocía me llegaba un mensaje claro: si eras mujer, las relaciones sexuales te iban a doler.
La penetración probablemente te haría sangrar. Si tenías muchas relaciones sexuales probablemente te contagiarías de alguna enfermedad de transmisión sexual, que al final te iba a doler, y si te quedabas embarazada… Ya se sabe que las mujeres no gritan tanto en el parto porque se hayan ganado la lotería.
Mientras los chicos oían hablar de orgasmos y erecciones, a las chicas nos insinuaban que nos preparáramos en silencio para lo que se venía.
Y esa idea, de que deberíamos anticipar molestias durante las relaciones sexuales hace que muchas mujeres crean que sentir algo de dolor durante las relaciones íntimas es parte del paquete, no solo la primera vez sino siempre.
Mientras se afanaban por inhibirnos con la imagen de un bebé asomando por nuestras partes más íntimas, nadie se acordó de mencionar cómo hacer placenteras las relaciones sexuales.
«Simplemente acepté las molestias»
«Yo no tenía ni idea de que las relaciones sexuales podían ser otra cosa que no fuera dolor», dice Jess, de 24 años.
«Estaba tan tensa que era difícil que alguien pudiera entrar en mí, y eso me volvió muy cohibida. Creía que el clítoris era algo que tocabas unos segundos y tenías un orgasmo. Pero eso no era suficiente para hacer que llegara al clímax, así que pensé que debía tener algún problema. Me habían dicho que tener relaciones sexuales podía doler, así que simplemente acepté las molestias».
Pero el año pasado, gracias a una pareja atenta que Jess define como «un chico al que le gustaba el juego preliminar al sexo y era muy generoso» y a cierta exploración en solitario, esta joven británica se dio cuenta de que el dolor no era algo inherente a las relaciones sexuales.
«Eso es una mentira», le dijo a la cadena de televisión BBC Three.
Cuándo hay razones médicas y cuándo psicológicas y sociales
La videobloguera Hannah Wilton forma parte de un grupo de veiteañeras que están utilizando YouTube como plataforma para ofrecer una conversación honesta sobre la sexualidad femenina.
«La razón por la que muchas mujeres tienen relaciones sexuales con dolor es porque no nos enseñan a disfrutar de nuestra sexualidad», dice.
Por supuesto que en ciertas circunstancias el dolor durante el coito puede ser síntoma de algo más grave.
«El dolor en la vagina puede estar causado por candidiasis (una infección fúngica provocada por una levadura de la especie Candida), por una enfermedad de transmisión sexual, por vaginismo (una condición por la que los músculos del conducto se contraen con fuerza) o por irritación por contacto con el látex de los condones o con el jabón», dice Swati Jha, portavoz del Colegio de Obstetras y Ginecólogos de Reino Unido (RCOG, por sus siglas en inglés).
Según Jha, «el dolor dentro de la pelvis puede ser consecuencia de una enfermedad inflamatoria en la pelvis, de la endometriosis, de fibroides o del síndrome del colon irritable», y anima a cualquiera que le preocupe el dolor durante o después de las relaciones sexuales a que consulte su caso con un médico o especialista en salud sexual.
Pero, según la doctora Kirstin Mitchell, investigadora de la Universidad de Glasgow, en Escocia, «también hay toda una variedad de razones psicológicas y sociales para el dolor».
Ella es la académica que lideró en 2017 un estudio que encontró que casi un 10% de las mujeres sexualmente activas de Reino Unido de entre 16 y 24 años experimentan sistemáticamente dolor durante las relaciones sexuales.
Los autores del estudio definieron dolor sistemático como el experimentado durante tres meses o más.
Derecho al placer
«Si una mujer no tiene el tipo de relaciones sexuales que le gustaría tener, si no está bien excitada, si no tiene la confianza en sí misma para hablar de lo que le gusta o de lo que no le gusta, entonces el sexo puede ser doloroso», dijo Mitchell.
En opinión de esta experta, «con frecuencia las mujeres sienten que no tienen tanto derecho al placer como los hombres. A veces sienten dolor con las relaciones íntimas y creen que simplemente así es para las mujeres».
Para llevar a cabo la investigación Intimate Justice: A Critical Analysis of Sexual Satisfaction («Justicia íntima: un análisis crítico de la satisfacción sexual»), publicado en enero de este año, la investigadora Sara McClelland, de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, les preguntó a hombres y mujeres que describieran qué significaba para ellos una baja satisfacción sexual.
Mientras los hombres le hablaron de aspectos como el aburrimiento o la indiferencia de sus parejas sexuales, las mujeres con frecuencia mencionaban el dolor.
¿Un problema verbal?
Kim Loliya ha experimentado dolor en sus relaciones íntimas y ahora lidera una campaña para reivindicar el derecho de las mujeres al placer, como editora de la revista Sex+zine en internet y como fundadora de un servicio de educación sexual con sede en Londres.
Loliya cree que la incomodidad durante las relaciones sexuales no es necesariamente resultado de un problema físico, sino de uno verbal.
«Las mujeres sienten que no pueden decir que les duele durante las relaciones sexuales. El adoctrinamiento social dice que «a las chicas se las mira pero no se las escucha»», dice Kim.
«Cuando sienten dolor muchas veces las mujeres creen que son ellas las que tienen algún problema y les da miedo que eso afecte a su pareja. Se sienten responsables y avergonzadas por ese dolor. A menudo no se dan cuenta de que lo que desencadena el dolor es la inseguridad para con su cuerpo».
Para restablecer esa sensación de comodidad y seguridad, la doctora Mitchell anima a las parejas a dar un paso atrás.
«Las relaciones sexuales no tienen por qué ser con penetración. Si te da un gran placer estimular el clítoris con los dedos, haz eso. Siempre debería haber un ascenso mutuo, gradual, en el que uno escucha al otro».
La desinformación de las películas
Pero las imágenes que nos llegan de lo que son las relaciones sexuales no siempre promueven ese proceso.
«La única representación que mucha gente tiene sobre la logística del sexo es lo que se ve en películas pornográficas o en las de Hollywood», dice Hannah Witton, la videobloggera de YouTube.
«En ambos casos las mujeres están listas (para la penetración) desde el primer momento. No te muestran la realidad de las relaciones sexuales: las torpezas, los juegos preliminares, la suavidad que se convierte en intensidad pero que en raras ocasiones empieza así. ¡Y tampoco te muestran el lubricante! Lo que puede ser muy erótico», comentó Witton.
Según Lydia, una británica de 21 años, todavía existe el estigma de que el lubricante es solo para el sexo anal, pero utilizarlo le cambió totalmente la vida sexual.
Antes «me dolían la relaciones sexuales, sentía tensión, irritación y solo quería que se acabaran todo pronto».
Claire, de 24 años, le dijo a BBC Three que ella empezó a sentir menos dolor cuando tomó más control en sus relaciones sexuales.
«Nos damos más besos, jugamos más antes de la penetración y nos aseguramos de que estoy superrelajada. Después yo tomo el liderazgo del ritmo de la penetración. Eso me funciona mejor que pedirle a mi pareja que vaya más despacio, porque lo hace tres veces y después se olvida».
Según Kim Loliya, «hay que desaprender eso de que la excitación femenina es complicada o da mucho trabajo, ideas que aún persisten en nuestra cultura».
«Todavía se asume que lo que es placentero para el hombre debería ser placentero también para la mujer. Pero eso no es necesariamente así, como muchas mujeres te podrán contar. Y ya es hora de que aceptemos eso», dijo la editora y educadora del Instituto del Placer de Londres.
Lee el artículo original en inglés en este enlace de BBC Three