Un grupo de 6 mujeres se unieron para trabajar y lograr ser un tremendo aporte en la economía del hogar. Se decidieron por la independencia, sin jefes, para poder tener la libertad de cuidar a sus hijos.
Maribel Pérez Oliva no para de trabajar, fríe y fríe ostiones apanados mientras se desarrolla la feria Yo Como pesca`o en el Parque Araucano, es lo que le gusta y lo que le ha traído una tremenda felicidad e independencia. Esta mujer trabajadora nació en La Serena, pero vive en La Herradura de Coquimbo: «Llevo 13 años viviendo ahí y me gusta mucho. Tengo los productos del mar fresquitos, por lo que me especialicé en prepararlos».
Al principio, «no se creía el cuento», empezó tímidamente a hacer empanadas de queso-camarón, esa fue su especialidad, y junto a un grupo de amigas las comenzaron a vender en las playas.
Maribel nunca trabajó en un local establecido, sin embargo, con las puras ganas se presentó a un concurso que organizaba la municipalidad y que buscaba elegir la mejor empanada de queso-camarón.
«Yo le dije a mis amigas, que son todas esposas de pescadores, que fuéramos a participar. Cuando nos fuimos a inscribir había puros restaurantes. Las chicas me decían que quizás no nos iba a ir bien porque eran puros restaurantes reconocidos, yo les decía que no, porque yo de verdad sabía que iba a ganar. Les dije voy a ganar porque he probado de otras partes y no me gustan y a la gente tampoco, porque en la empanada de queso-camarón todo va en la masa. Casi todos trabajan con masa comprada», relata entusiasmada. Y agrega que «yo hice mi masa. El chef Fernando Madariaga me dijo que estaba muy rica porque había trabajado un buen queso, el camarón estaba intacto no se hizo tira, no estaba recocido como otras empanadas».
Fue así, que Maribel se transformó en la reina de empanada de queso-camarón. De a poco se capacitó, realizando diferentes cursos de banquetería, de alimentación: «He hecho varios cursos y mi especialidad son los productos del mar es lo que más cocino».
Esta cocinera del mar terminó su cuarto medio y estudió trabajo social en Inacap. No lo terminó porque se enamoró, y luego tuvo un hijo. No le quedó tiempo para ella, hasta que su hijo creció y comenzó a trabajar de forma irregular, sobre todo cuando «la mar estaba mala» y su marido, que es pescador, no podía salir a trabajar.
Al principio, su «compañero de vida» no creía mucho en el proyecto, pero poco a poco, junto a seis amigas, lograron ser un soporte importante en la economía del hogar. «Nosotras trabajamos a pedido, vamos a hacer eventos, comidas. Tenemos harta clientela en Coquimbo y cuando hay festivales gastronómicos ahí vamos, y cualquier cosa que se hace con los pescadores estamos apoyando, pero aun no tenemos local establecido», señala ya con planes de tener «un lugarcito».
Cada una de las mujeres que trabajan con Maribel tiene un rol que cumplir, algunas amasan, otras fríen, otras venden, otras limpian y otras llevan las finanzas. «Nosotras hicimos un curso de alimentación y empezamos a reunirnos más y yo le dije a las chiquillas, porque igual siempre conversábamos que faltaba en la casa, que no siempre a los hombres les iba bien y además ellas no querían trabajar de empleadas porque dejaban a sus niños solos».
La decisión de estas mujeres fue en pro de la familia, Maribel les propuso ser independientes, si un jefe, «empezamos a trabajar todos los días sábados vendiendo en la playa, puras mujeres, íbamos a la playa con carretilla, carretones , llevábamos hasta mesa. Yo me acuerdo porque llevamos bidones de gas, fogones y nos conseguimos el container de los pescadores. Llegaba mucha gente, teníamos mucha clientela porque después se empezó a correr la voz en la playa La Herradura y como se dice no hay mejor propaganda del boca a boca» explica.
Maribel y sus amigas se hicieron conocidas, «la gente empezó a llegar. Así que dijimos por qué no nos vamos a la Pampilla. Ya hemos ido durante tres años seguidos. La primera vez fuimos fue el terremoto de 2015, algunas decían nos va a ir mal, pero fuimos igual . Yo le decía a las chiquillas, no importa cómo nos vaya. No nos fue mal, recuperamos la plata y nos quedó algo para cada una. El 2016 volvimos a ir, nos fue súper bien, y el año pasado también fuimos, estábamos en un lugar familiar El Rincón Chileno. Éramos una novedad con productos de mar: pastel de jaiba, empanadas camarón queso, jaiba queso, ceviche herradureño, que es un ceviche gourmet que a la gente le gusta . Ese ceviche lo promocionamos también en un programa de televisión que se llama Lleve de lo Bueno, nosotras salimos cocinando en la playa ese ceviche, hacíamos el levanta muerto que fue furor, hicimos varios platos», explica riéndose por los peculiares nombres de los platos.
Ya han pasado tres años desde esta iniciativa, Maribel asumió un lugar en la realeza gastronómica de la playa con sus más ricas empanadas queso-camarón.
-¿Cuál es el secreto de tu empanada?
No es un secreto porque yo doy mi receta , no soy egoísta en eso. Pero sí mi empanada no era sólo camarón o queso, llevaba el camarón, queso amarillo, eso sí queso de buen calidad y además yo hago la masa.
-¿Ustedes con lo que trabajan han logrado ser un sustento importante en sus familias?
Nosotras sí, porque todas somos esposas, hijas, sobrinas de pescadores y cuando nosotras trabajamos aportamos harto, porque no siempre el mar da y entonces uno puede ayudar mucho en la casa, no siempre da el mar lo que uno quisiera.
-¿Cómo lo hacen para coordinar el cuidado de los hijos y el trabajo?
Tengo un solo hijo y siempre dicen “el hombre es de la mujer”. En realidad yo con él no me hago problema porque mi hijo es puro mar, el trabaja con su papá. Yo de repente digo tengo ganas de comer piure, por ejemplo, y mi hijo va, bucea y me saca. Yo no me hago problema, tiene 11 años pero es bien independiente.
-¿Qué es el mar para ti?
Familiarmente , económicamente es todo, dependemos del mar, para nosotros es todo.
Hoy «las chiquillas» lideradas por Maribel van a cuanta feria gastronómica las inviten, y los esposos que al comienzo eran escépticos, colaboran con el negocio y entendieron que sus parejas pueden vivir de cocinar y ser independientes económicamente.