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Mujeres autoconvocadas: el porvenir del movimiento feminista En la Universidad del Bio Bio, Concepción

Mujeres autoconvocadas: el porvenir del movimiento feminista

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Laura Quintana
Por : Laura Quintana Periodista. Coach Ontológico, y Mentora. Experta en comunicación estratégica y legislación en torno a Diversidad, Género e Inclusión.
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Apuntes del Primer Encuentro de Feministas Autoconvocadas. Cómo en dos semanas, con un capital inicial de 20.000 pesos y una organización sin jerarquía se logra levantar un evento gratuito en el que 600 mujeres, de todo el país, generaron nuevo conocimiento del feminismo en Chile.


Hace frío en Concepción, son las 10 de la mañana del sábado 9 de junio, una fecha que, aquí lo firmo, será un hito en la organización feminista y en la lucha por la educación no sexista que ha motivado más de 25 tomas de universidades en todo Chile.

En medio de la toma feminista de la Universidad del Bio Bio, se organiza y ejecuta el Primer Encuentro de Mujeres Auto convocadas (9 y 10 de junio de 2018).

Somos casi 600 mujeres que vinimos de agrupaciones desde Arica a Punta Arenas: estudiantes de las universidades en toma, académicas de Concepción y el sur, y mujeres que se sintieron llamadas desde distintos espacios. El mío es la plataforma FEM Chile.

Las mujeres van llegando al Gimnasio de la UBB desde temprano, muchas alojarán en la misma toma, otras han conseguido donde quedarse en Concepción.

Todas tenemos frío, lluvia sureña, el espacio que nos cobija es helado, sin embargo comenzamos la dinámica de conocernos y de conversar sobre lo que nos convoca, ese dolor que nos atraviesa: el abuso en todas sus formas. Un solo hombre, el sonidista, entre más de medio millar de mujeres. Ese hombre -conversaremos después- inhibió a muchas contar su historia.

Lo que más sorprende es la organización y los colores utilizados en la decoración, a pesar que lo que nos reúne es doloroso, en muchas dimensiones: las compañeras han puesto colores luminosos y mensajes positivos.

Isabel San Martín Ramírez es parte de uno de los muchos comités que se crearon para que pudiera ser posible este encuentro gratuito que entregó desayuno, almuerzo, “coffee break” y once a las participantes, además de guardería para sus niños. Me cuenta, mientras trabajamos moviendo unas mesas desde el Gimnasio a la Facultad de Arquitectura, porque la idea de un evento autoconvocando es que cada mujer que llega asuma un rol, ponga a disposición su trabajo y conocimiento.

“Empezamos con 20 lucas, creo. Hace sólo dos semanas, no sé cómo lo hicimos, supongo que también nace de la pena y de la rabia de todas. Fue como la toma, se convocó a una asamblea de mujeres, y al término, y luego de contarnos tantos abusos que todas habíamos sufrido en este espacio, simplemente se dio. La idea nació de todas”, dijo.

Con ayuda de las estudiantes de Trabajo Social, armaron el cronograma y los temas de discusión, así como el método.

Hace cuatro semanas que las mujeres de la UBB están en su primera toma feminista. La universidad es considerada un bastión machista en Concepción: la mayoría de sus carreras son ingenierías y hay un porcentaje muy reducido de mujeres en sus aulas. El edificio Gantes es el ícono de esta realidad y es precisamente ahí donde está el centro de operaciones de la toma y del encuentro.

El mismo sábado, después de un gran almuerzo en el casino de la universidad -con menú de charquicán y pasta, además de la opción vegana- y de tres presentaciones artísticas de mujeres, nos dividimos en mesas de trabajo con diferentes temáticas: aborto, maternidad, placer sexual, derechos reproductivos, educación no sexista, disidencia sexual, precarización laboral, mujer y memoria, y migración y pueblos originarios, entre otras.

Muestra artística, Gimnasio UBB

Tienes que vivirlo

Muy ordenadas nos dispersamos por los edificios de la universidad, las mujeres eligen a qué mesa ir, pero después de 40 minutos los grupos se rotan y se recomienda integrarse a una mesa con un tema distinto. Además de nosotras, una moderadora resguarda que todas participemos de igual manera y una “sistematizadora” se encarga de anotar las palabras claras e intervenciones. La idea es generar conocimiento y respaldarlo para darle forma en un texto en PDF, entre otros insumos.

Elegí, la Mesa Aborto/ Violencia Obstétrica/ Ginecología Natural donde más de 20 mujeres hablamos de ciclos menstruales, masturbación, placer, maternidad, salud obstétrica, anticonceptivos, aborto, la culpa materna y un sinfín de derivadas. Nos contamos muchas cosas privadas, hablé de mi primer abuso y recibí mucho cariño.

Allí, seis de nosotras “confesaron” haber abortado, además de lo doloroso que fue revivir esa experiencia con ellas, de confirmar que el dolor continúa, que la sociedad te hace sentir culpable; la oportunidad de decirle que no es su culpa, abrazarlas, apoyarlas entre todas, por ese momento cómplice y sororo valió la pena todo el viaje.

Salgo medio mareada de la sala y lo primero que pienso es lo imposible que hubiese sido tener ese espacio de comunicación con un hombre presente, aunque sea el más amigo, el más sensible. Los hombres nos intimidan y desconfiamos, concluimos luego en una conversación de pasillo. Esta experiencia me cambió -y creo que a varias- de una manera catártica y tan profunda que no soy capaz de explicar, supongo que es como EJE, porque realmente “tienes que vivirlo”.

Ya es de noche y estamos cansadas y felices, se confirma a las 20:00 la tocata separatista (sólo mujeres) en Humanidades de la Universidad de Concepción, también en toma. Nos vamos en micro con unas “compas” de la toma feminista de Derecho de la U de Chile, y claro, seguimos hablando de feminismo. Me explican lo que consideran “Feminismo liberal”. Creo que hace años no aprendía tanto en tan poco tiempo.

En la tocata -adornada por un gran lienzo hecho en estilo patchwork en el que se lee “La revolución, será feminista o no será”- venden Candola, una variación muy rica del navegado, además de sopaipillas, empanadas de queso, opciones de comida vegana (hay una comisión que garantiza el acceso a comida vegana de las participantes) y cerveza, todo a precios universitarios.

Todo funciona. No recuerdo la última vez que estuve en un evento así -de noche, con baile, música y trago- tan tranquila, sin miedo. La ausencia de presencia masculina en este espacio me entrega una paz que no recuerdo haber sentido nunca. Me embriago sin miedo, fumamos marihuana, bailamos, gritamos cada tanto: “Alerta, alerta, alerta machista, que todo el territorio se vuelva feminista”. A la 01:00 se cierra la toma UBB, después de eso no se puede entrar. Mis acompañantes se están quedando ahí, así que nos dividimos para irnos en Uber. Como siempre quedamos de confirmar que llegamos bien en un whatsapp, “qué lata, pero bueno, siempre hay locos afuera. Siempre estamos inseguras”, les digo.

Tocata separatista en Facultad de Humanidades de la Universidad de Concepción.

El domingo en la mañana estoy intrigada por saber quiénes son las mujeres que organizaron esta maravilla, para ello tengo que cambiar todo lo aprendido por “organización” para entender que acá no existe una jerarquía, que es “horizontal”. Sí hay un comité de logística y otro de organización general, que funcionan en el edificio Gantes. Al llegar ahí me sorprende lo limpio para está -considerando que ha estado tomado por tanto tiempo: los baños funcionan y hay espacios para tomar café, acceso a literatura feminista -hartos ensayos de la escritora chilena Andrea Franulic- y a material informativo del encuentro. Todo el edificio está decorado por banderines de género en colores suaves y carteles alusivos a la sororidad y a la cooperación: “La de al lado es compañera, no competencia”; “hermanas las invito a ser autónomas en los quehaceres domésticos” (sic). Es realmente bello.

Cartel en la Toma Feminista del edificio Gantes de la UBB

Toma Feminista del edificio Gantes de la UBB


Sororidad y cultura feminista

Junto a una estufa pequeña y un mate, Isabel me presenta a Amanda V González y a Javiera Rivera Salazar, alumnas de tercer año de arquitectura de la UBB. Ellas están en la comisión de Coordinación General, donde reciben las inscripciones para participar en las otras comisiones. Les pido que me revelen el secreto de la organización horizontal y autogestionada. Cómo lograron con $20.000 y en dos semanas levantar un espacio para casi 600 mujeres.

“Acá no tenemos una líder, somos como 50 coordinadoras. A veces es más difícil, pero si una tiene ganas de hacer algo simplemente lo hace, todo autogestionado y con donaciones”, dice Isabel, y agrega: “En la organización mixta siempre hay un hombre que quiere destacar, levantar la voz, tener jerarquía. Entre mujeres hemos trabajado generando respeto en cuanto a las opiniones, de saber que estamos en la misma lucha”.

“Sólo nosotras sabemos lo que hemos vivido”, dice un cartel en la toma. Me hace todo el sentido. Les cuento de mi teoría de bidet: ese hilo de dolor que se nos atraviesa, es el que hoy estamos tirando de vuelta para reconocernos y organizarnos, por eso todo ha sido tan rápido, ya teníamos al dolor conector.

“Me basta mirar a los ojos a una compañera para saber que te va entender completamente”, me dice Amanda, “tanto así que desde que estamos mucho tiempo juntas se nos ha sincronizado la regla, así de organizadas”, reímos todas, las tres mujeres que están conmigo están, efectivamente, sincronizadas.

“Todas somos iguales y todas cooperamos según lo que sabemos hacer, lo que nos gusta, pero también en lo que se necesita. Lo hicimos realmente rápido”, cuenta Javiera. Con anterioridad se habían articulado en mesas regionales de Universidades movilizadas para la difusión y trabajo, pero “nunca pensamos que iban a llegar tantas mujeres.

“¡El jueves en la noche habían 850 inscritas, Whaaat!”, dice Amanda gesticulando, Isabel precisa “igual han habido momentos difíciles. Hay compañeras que no han podido participar de nada por estar trabajando, las que hicieron el almuerzo el primer día, no durmieron la noche anterior, y así”.

El rector puso a disposición las instalaciones para el evento, lo que valoran. Además hubo una coordinación con las facultades para el préstamo de salas e inmobiliario, con el compromiso de devolverlo a su lugar, como las mesas de la Facultad de Arquitectura que acarreamos. Isabel explica: “La idea es tener todo muy cuidado, que nadie diga que hemos destrozado algo. Ahí también hay diferencias con los movimientos mixtos, porque los hombres no tienen mucha cultura de cuidar sus espacios, principalmente porque ese es un trabajo que siempre ha recaído en nosotras”.

Amanda me aclara, luego de que le insista en que creo que realizaron una hazaña, a estas alturas soy su fan y ya les pedí foto: “No queremos comparar esta manera de organizar con otras mixtas, porque este modo es nuevo. Muchas cosas las creamos en la necesidad de armar algo rápido, sin plata y sin una lógica jerárquica”.

“Hay que crear nuevas formas de relacionarnos, nuevas institucionalidades, porque las que existen fueron pensadas en una lógica hetero patriarcal y funcionan sólo en esa lógica”, concluye Isabel.

De vuelta a Santiago me queda la siguiente reflexión: este es un ejemplo de que el mayor temor de quienes quieren mantener el status quo del patriarcado deberían ser las mujeres organizadas. Las mujeres organizadas pueden cambiar el paradigma.

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