Basta con prender la tele, abrir una revista, salir a la calle o ir de compras a un mall, para ver cómo los estándares de belleza que los medios y la publicidad nos imponen, nos llevan a vivir con muchas presiones, pues nos muestran cuerpos esculturales, esbeltos e irreales a nuestra cultura como sinónimo de éxito, felicidad e incluso, salud.
Esto no es sólo un pensamiento actual, sino que viene de tiempos remotos. Las culturas siempre han estigmatizado y cada cierto tiempo con distintos matices, sobre lo que es belleza y lo que significa ser bello.
Sólo por mencionar algunos ejemplos, el concepto de la mujer ícono de belleza de comienzos de siglo estaba marcado por la silueta S debida al corsé, que dejaba ver una cintura muy pequeña y una forma de cuerpo muy parecida a un reloj de arena, imponiendo un estilo provocativo y sensual. Luego, nace el boom de una silueta plana, donde se ocultan los pechos y se luce una figura extremadamente delgada, con piernas largas y pelo corto, similar el look de una eterna adolescente.
Lo que hoy en día se ha impuesto son los cuerpos de mujeres atléticas, delgadas y fibrosas, el cuerpo “fitness” de gimnasio, hoy surge la necesidad de querer estar siempre en forma. Pero dejemos dos puntos establecidos: no siempre es posible ser como la sociedad y publicidad nos imponen; y segundo, las mujeres, quiéranlo o no, muchas veces no entienden este punto y se esfuerzan para tratar de conseguir un look cada vez menos natural y parecido a lo que se les dicta.
Una encuesta elaborada por la ONG La Rebelión del Cuerpo, arrojó que el 48% de las mujeres piensa en su cuerpo en al menos diez veces al día, un 21% de ellas afirmó que la apariencia física ha sido el principal aspecto de su vida por el cual se han sentido preocupadas durante la última semana y un 40% dijo pasar más de cuatro días a la semana sintiendo terror a aumentar de peso.
El cuerpo es mucho más complejo y menos superficial de lo que parece. Sin embargo, lo preocupante es la relación conflictiva y negativa de las mujeres con su cuerpo, y la cantidad de horas que destinan al día, focalizándose en lo que no les gusta de ellas.
La belleza se define como la característica de algo que a través de una experiencia sensorial procura la sensación de placer o un sentimiento de satisfacción. Pero, la belleza a su vez, implica la interpretación de una entidad que está en equilibrio y armonía, y puede conducir a sentimientos de atracción y bienestar emocional, siempre de manera subjetiva, pues la belleza está en el ojo del observador.
Por eso, si una persona desea hacerse algún arreglo físico y acudir a una cirugía estética para sentirse mejor, no hay problema. Pero si la idea de la perfección no la deja tranquila y comienza a obsesionarse con parecerse a una persona que no es y este comportamiento se vuelve repetitivo o buscan hacerse cirugías que evidentemente no son necesarias, hay que poner atención. La salud mental de los pacientes es prioridad y si una persona se siente inconforme con su apariencia, es recomendable que pruebe con algún tipo de actividad física o tratamiento no invasivo. La idea es siempre que el paciente tenga las motivaciones correctas para acudir a un cambio físico, entendiendo qué es lo que realmente necesita, y en muchas ocasiones, esa respuesta no se encuentra en un quirófano.