La académica y filósofa post-estructuralista visitó nuestro país durante la semana pasada. Aunque no la recibieron con protestas de grupos extremistas, como en Brasil en 2017, su mensaje, más allá de la discusión elevada en el academicismo, se centró en las discusiones dentro del movimiento social feminista. La filósofa aseguró que la respuesta al avance neoconservador proviene de la organización de los feminismos y de la lucha desde aquellos que padecen las vidas precarias.
Escribir sobre Judith Butler no es fácil. No sólo porque sea una de las teóricas feministas más respetadas, eclécticas e influyentes de la historia, fundadora de la teoría queer y algo así como una especie de rockstar en pleno auge del feminismo internacional.
Butler no es sólo teoría y academia, Butler es praxis, movimiento social, política pura, que tensiona el propio pensamiento crítico del feminismo y posiciona la centralidad de las vidas precarias. Ése es el mensaje que dejó en su paso por Chile.
Visitó Chile en el marco del lanzamiento del año académico de la Universidad de Chile, dictó la clase magistral «Critique, Dissent, And The Future Of The Humanities», en el nuevo Centro Interdisciplinario de Estudios en Filosofía, Artes y Humanidades, y recibió el grado de Doctor Honoris Causa de dicha universidad. Pero, su exposición de masas, que repletó el patio interior de la Casa Central de la Universidad de Chile, fue el foro «Palabras Públicas: Conversatorio con Judith Butler», en el que respondió preguntas de activistas sociales del movimiento feminista y LGBTQI.
La encargada de moderar el foro fue la teórica cultural y feminista, Nelly Richard. “Judith es la responsable de la denominada ideología de género”, bromeó al presentarla, y es que Butler se ha caracterizado por ser una de las teóricas feministas más criticadas por los grupos conservadores de la sociedad.
Su popularidad, que más allá de los círculos academicistas, la hecho flanco de contra manifestaciones, como en su última visita a Brasil en el año 2017. “Para sus detractores, es la imagen maquiavélica de lo queer”, destacó.
Judith, es una teórica de la impureza que profundiza en un feminismo mutante, “que reivindica las imperfecciones de la teoría”, agregó la académica de la Universidad de Chile. “Es la pensadora de la complejidad que reivindica lo plural y lo contradictorio”, pero más allá de todo, “Butler es la teórica de las vidas precarias”, concluyó Richard.
Política ante el neoconservadurismo
Uno de los tópicos que más se abordó en el conversatorio es el avance de las ideas y líderes neoconservadores en el mundo, personificados en figuras como los presidentes Bolsonaro y Trump. Para Judith Butler es el momento de “pensar en el fascismo emergente, no podemos confiar en los modelos del pasado para enfrentar los del presente”.
La académica destacó que este es un avance que se comparte en todas las regiones del mundo, y que los gobiernos comienzan a relativizar a las dictaduras, “dicen que no eran malas (…) Estos son modos de supresión a la democracia”.
El problema, según Butler, es que a estos grupos “no los puedes invitar a debatir». “En Suiza una mujer le dijo ‘oro por ti’, porque me oponía a los escritos de la biblia, que no era natural”, relató la académica.
Según Butler la forma de responder a este avance es la organización y el trabajo en conjunto de los distintos feminismos, “nunca ha habido una teoría de género unica”. Romper con esta idea en cada lugar y desmitificar la satanización del feminismo, “algunas personas piensan que ya no van haber hombres y no van haber mujeres”.
Socializar las ideas, “la educación no sólo puede darse en las universidades”, ya que la dominación del neoliberalismo “depende de la dominación, depende de la iniquidad (…) nosotros -EEUU- fuimos los inventores, ustedes -Chile- fueron el experimento del neoliberalismo”.
Para Butler la clave está en la construcción social, aunque no descarta la opción de apuntar a los espacios institucionalizados, como el Parlamento, “también se necesitan mujeres en donde hacen la leyes”, destacó. Pero más allá de eso, apuntó al trabajo colectivo, “esto no es sólo mi historia, son colectivas”, lo que queda reflejado en “Ni una Menos”, un movimiento que abrió, según la académica, el problema de la violencia en contra de la mujer en un problema social, en un conflicto de todos.
El futuro no es de mujeres, es feminista
Uno de los principales problemas para constitución de movimiento y fuerza social bajo un contexto neoliberal es la supremacía de lo individual, una de las ideas que ha posicionado Butler, es la lucha feminista y queer desde la organización social, pero aún así se ha criticado la elitización del movimiento, además de la predominancia de la academia, algo así como ‘falta de calle’.
En el conversatorio Butler destacó la organización del movimiento en Argentina, la pelea interna en los sindicatos, “fueron hasta a las iglesias (…) No digan que ni una menos salió de la academia”, indicó.
La filósofa recalcó el alcance e inmersión social que ha alcanzado la nueva ola feminista internacional, señaló que “cuando una red de mujeres se vuelve mayor a la de los sindicatos, los sindicatos se ponen nerviosos porque la solidaridad no es sólo nacional, son colaboraciones a lo largo de la región”.
También destacó que “no creo que el futuro sean las mujeres creo que es el feminismo”, y que desde esta vereda se debe abordar la arremetida neoconservadora que está en “contra los migrantes, de los indígenas y contra los pobres. Nosotros estamos en contra del militarismo y los fascismos”.
Destacó que el feminismo debe ser colisionante con los movimientos de los que viven vidas precarias, “es importante reunirse como mujeres, pero está la pregunta de cómo definimos a una mujer (…) no vamos a ser una proto policía de lo que es la identidad”.
También tuvo tiempo de responder preguntas que hoy se discuten al interior del movimiento feminista, una de ellas es la del trabajo sexual o ‘prostitución’. Judith Butler destacó que la discusión que a ella le importa es que “los y las trabajadores sexuales deben ser capaces de hacer su trabajo fuera de violencia, me preocupan las condiciones de trabajo, más que la discusión moral sobre el trabajo sexual”.
También respecto a la deconstrucción de la masculinidad. “No creo que los aspectos radicales del feminismo sea para desafiar la iniquidad de género que le entrega una ventaja a lo masculino. No me opongo a la masculinidad, no sé lo que es ser menos masculino, hay que trabajar esto en un campo que es la violencia”.