Karin Saavedra, doctora en Ingeniería Mecánica y académica de la Universidad de Talca, marcó un hito al ser la primera mujer ingeniera aeroespacial de Chile, por lo que también se convirtió en un referente del empoderamiento femenino dentro de una profesión dominada principalmente por hombres. Para Saavedra, la misión de incentivar e incorporar más mujeres al rubro científico-tecnológico, recae principalmente en derribar los estereotipos de género presentes en las “estructuras socioculturales que inciden en la identidad, creencias y elecciones vocacionales de niñas y niños”.
Karin Saavedra, la primera ingeniera civil aeroespacial de Chile, no sólo contribuye a nivel nacional e internacional en el campo de la investigación, innovación y transferencia tecnológica, sino que también, es un modelo de inspiración para niñas y jóvenes al combatir los estereotipos de género arraigados al vínculo mujer e ingeniería.
La doctora en Ingeniería Mecánica desde pequeña despertó su interés por las matemáticas, ciencias y tecnologías; incluso diseñaba sus propios videojuegos cuando era niña. Es por esto que su camino siempre apuntó a disciplinas que históricamente fueron dominadas por la presencia masculina.
«Mis papás siempre me dieron libertad para elegir: podía jugar con autos o con muñecas, desarmar los cachureos de mi papá o hacer pasteles de barro. No estaban preocupados de los estereotipos de género», relata Karin a El Mostrador, enfatizando que el apoyo de sus padres fue fundamental en su futuro profesional.
Para la académica que formó parte de la primera generación de Ingeniería Civil Aeroespacial en Concepción, «ser la única mujer de la sala o de la oficina es una presión extra».
Saavedra comenta que el fenómeno de los roles de género estaba tan presente en el rubro, que hasta la elección de su vestimenta le generaba conflicto al momento de ejercer. «Recuerdo que cuando daba mis primeras clases podía estar segura de los contenidos, pero me complicaba mucho elegir mi ropa. Al final, tiendes a masculinizarte como técnica de mimetización«, comenta.
Dentro del rubro, Karin también identifica la presencia de micromachismos que suelen manifestarse durante el liderazgo de una mujer. «Si hablas suave no te escuchan y si hablas fuerte te dicen mandona; o cuando hay que comenzar un debate de opiniones o exposiciones, típico que les baja la caballerosidad y dicen ‘las mujeres primero», describe.
Para Karin, quien es madre de dos hijos, compatibilizar el trabajo con la familia tampoco es fácil. «Si asumes un cargo de responsabilidad, te juzgan como mala madre; no te asignan ciertas tareas porque suponen que no estás disponible cuidando a los hijos; o te evalúan en periodos de tiempo en los que tienes lagunas por maternidad», explica Saavedra.
«Muchas de las razones que hacen invisible a las mujeres pasan por situaciones que no están consideradas en las definiciones de meritocracia, estándares que se han construido en base a hombres que han tenido más oportunidades y más privilegios», afirma la ingeniera y ejemplifica esta situación con una experiencia que enfrentó una de sus alumnas.
«Una alumna recién titulada me comentó que pasó todas las etapas en una entrevista de trabajo, pero el gerente decidió no contratarla porque era mujer y podía quedar embarazada«, relata Karin y se pregunta «¿era ella incompetente para el puesto? No y tal vez nunca tenga hijos, pero se le dará el cargo a un hombre que goza de un privilegio social que ella no«.
«Para mí, no existen diferencias en las capacidades entre hombres y mujeres, pero sí en oportunidades», comenta la académica que imparte talleres de robótica con enfoque de género para escolares en la Universidad de Talca.
A pesar de este contexto desigual en oportunidades, cada vez son más las mujeres que se incorporan al rubro de las ciencias e ingenierías.
«El ingreso de mujeres aumentó significativamente el último año, pasó de 20% a 40%», destaca Karin con esperanza, y añade que «si hay más mujeres, hay mayor diversidad para enriquecer las soluciones que entregan actualmente las tecnologías».
«Sin duda, no hay diferencias entre los talentos de niñas y niños», señala Karin y explica que «la responsabilidad de que existan más mujeres destacadas no está en las niñas, está en los padres, en el sistema educativo, en quienes legislan y en todos los que definen e inciden en las creencias, identidad y elecciones vocacionales de niñas y niños.
En este sentido, el rol de los padres y la familia recae en la entrega de una educación donde puedan «motivar activamente a sus hijas a seguir disciplinas tecnológicas, comenzando por no categorizar los juguetes infantiles y los roles por género».
Con respecto al sistema educativo y escolar, Karin señala que se requiere «considerar metodologías de enseñanza sensibles al género; promover ambientes inclusivos; reclutar profesores de ambos sexos; eliminar sesgos de género en el lenguaje y en materiales de estudio; considerar mentorías y becas de escolaridad exclusivas para niñas».
En los medios masivos de comunicación, se debería comenzar a «utilizar imágenes que desafíen los estereotipos y considerar mujeres en los paneles de opinión». En cuanto al contenido mediático, puede contribuir el «promover las redes de profesionales y científicas; visibilizar los ingresos diferenciados por género de distintas Facultades de Ingeniería y las políticas de contrataciones femeninas en empresas privadas».
Finalmente, para Saavedra en el sector público se debe «contemplar legislación, cuotas, incentivos o programas como el de Educación con Equidad de Género anunciado recientemente por los ministerios de Educación, Mujer y Equidad de Género».