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Copa Mundial Femenina: la lucha por meter un gol a la desigualdad BRAGA

Copa Mundial Femenina: la lucha por meter un gol a la desigualdad

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Después de 14 días de la histórica participación de la Roja en la Copa Mundial de Fútbol femenino en Francia, salió a la palestra la realidad de las jugadoras profesionales de Chile. Evidenciando la desigualdad de oportunidades y revelando historias de grandes sacrificios de las distintas referentes nacionales del rubro deportivo.


“Aunque no parezca, esto es el comercial del mundial de fútbol. ¿Qué esperabas? ¿Ver una atleta en cámara lenta?”.

Así comienza el vídeo ilustrativo publicitario de la Copa Mundial de Fútbol de Francia, donde participa la defensa lateral nacional y actual jugadora en Zaragoza FCC de España, Su Helen Galaz, de 27 años.

Trabajando detrás de una máquina de coser. Mostrando la realidad que deben vivir miles de jugadoras para poder subsistir del deporte a través de otros trabajos y estudios, por no ser tratadas como deportistas profesionales.

Hoy, lo más importante para ellas es mostrar a la gente la realidad que vive el fútbol femenino en el país y en gran parte de Sudamérica.

Las condiciones laborales y las oportunidades, abisman una gran diferencia en comparación a los profesionales masculinos en temas de remuneraciones, seguros médicos, canchas, equipos, espacios mediáticos, entre otros.

Renacimiento

 El 2008 se hizo el mundial femenino Sub-20 en el país, quedándose con el triunfo la selección estadounidense, la cual contó con la participación de Alex Morgan, quien en ese instante no era conocida como lo es hoy, siendo una referente del fútbol femenino.

Frente a esta situación, se inauguraron estadios e invirtieron dinero para la rama femenina gracias a las maniobras del presidente de turno de la época en ANFP, Harold Mayne-Nicholls, y su afán por aportar con proyectos para el crecimiento del fútbol femenino en materias de redes mediáticas, aportes monetarios, o asumir responsabilidades bajo la ANFP (hechos que antes estaban a cargo de la ANFA).

Muchas jugadoras se decepcionaron al ver que todos estos avances quedaron congelados durante años, e incluso retrocedieron en la era de Jadue (2011-2016).

Isidora Muñoz, volante de creación de Unión la Calera, comenta que el presidente en ese entonces sacó la normativa de obligatoriedad de los clubes para tener una rama femenina. “Cagamos, nunca más se pescó el fútbol femenino hasta hace unos años”.

Por su parte Catalina Carrillo (21 años), delantera de Santiago Morning, al tanto de toda esta situación afirma también que “no puede ser que una persona está en pro de que esto crezca y lo deje en un cierto nivel de avance, la cosa baje, es insólito que retroceda”.

Esta decepción no habla sólo desde las jugadoras, sino que se toma como un pesar colectivo entre entrenadores y fanáticos.

En esta línea, la preparadora de arqueras de Santiago Morning, Stephanie Díaz, refiere que en ese tiempo el fútbol desapareció, no interesaba y todo el financiamiento fue para la adulta masculina. Esto dio un pequeño giro cuando nació la Corporación de Fomento del Fútbol Femenino (COFFUF).

Esta organización sin fines de lucro, nace el 2014 por un grupo de mujeres que se enfoca en el crecimiento del fútbol femenino en Chile en todos sus niveles, por lo que gracias a sus movilizaciones y preocupación por el tema, se retomó y ha vuelto a renacer de a poco el fútbol femenino, ya que “fueron ellas las que se dieron cuenta de que Chile no estaba en el ranking.

La selección en esa época estaba apagada y muerta a poco tiempo de comenzar la Copa América y posterior mundial, entonces decidieron empezar hacer un amistoso, gestionando el primer partido de fútbol contra Uruguay en el nacional después de 3 años sin jugar”  dice la entrenadora.

Escenario donde Chile se quedó con el triunfo del amistoso por la cuenta mínima tras la anotación de Javiera Jerez, frente a 4000 espectadores. “Sin duda, este ha sido el puntapié inicial para que la ANFP se vuelva a hacer responsable de fomentar la participación del fútbol femenino en todas las categorías” agregó.

Irregularidades y desamparo

El año 2018, la Conmebol dictaminó que todos los equipos que jueguen en los torneos gestionados por esta entidad, deben contar con una rama femenina. Esta normativa que comenzó a regir recién en enero del 2019, si bien podría tomarse como un impulso para fomentar el fútbol femenino a nivel Sudamericano, genera incongruencias.

Aparentemente esta libertad de prestar el nombre y/o conformar una rama femenina propia de cada club, desató en las jugadoras una gran ilusión de tener oportunidades para profesionalizarse en el tema, pero esto decantó rápidamente al ver que las condiciones que existen para desenvolverse contienen grandes “vacíos legales” al no haber un ente regulador, debido a que los apoyos que brindan los clubes son casi inexistentes.

Este proyecto se impulsó con regulaciones mínimas, las que según un informe realizado por radio Pauta en septiembre del 2018, estipulan que las instituciones deben competir en las dos categorías, el entrenador debe tener el título INAF, las jugadoras deben contar con seguro médico y cancha para desarrollar los partidos, y por último, tener camarines para mujeres.

Sin embargo, dentro de estas exigencias tan generalizadas, nace el descontento colectivo puesto que se ha demostrado que los clubes en Chile no muestran interés en proyectar el futuro de las jugadoras sin darles las condiciones básicas en los entrenamientos para formar a un deportista profesional o los espacios de difusión necesarios para equiparar un poco la cancha.

En muchos clubes ocurre que la rama femenina no trabaja a la par con la masculina, donde son las mismas jugadoras quienes deben auto gestionarse para subsistir en materia de implementación y requisitos básicos para generar un entrenamiento constructivo.

Priscila Tapia, jugadora de Audax Italiano reconoce esto,  “pago una mensualidad para poder jugar, ya que funcionamos como un ente aparte del club masculino, por lo que debemos sustentarnos y con esa mensualidad se compra todo lo que tenga que ver con uniformes, implementos deportivos, viajes, colaciones, etc.”.

Historia que no tiene grandes diferencias para las jugadoras de Unión la Calera, las que deben pagar para hacer el sueldo del cuerpo técnico y buscar auspiciadores pequeños con el fin de tener indumentarias básicas.

Sin embargo, hace un par de semanas consiguieron tener canchas propias y gratuitas de entrenamiento en la comuna de San Ramón, por un convenio con la municipalidad mediante una coordinación de las mismas jugadoras, pero por ningún motivo por dirigentes de alto mando del club.

“Un gran paso sería tener contrato y que por lo menos nos pagaran el sueldo mínimo, no es que pidamos los 500 millones que gana Messi o Cristiano Ronaldo, es una base para poder vivir del fútbol y no tener que preocuparnos de miles otras cosas que pasan en nuestra vida” comenta Isi Muñoz, frase que se repite recurrentemente dentro de los testimonios de las distintas jugadoras profesionales chilenas, ya que estas no cuentan con contratos universales, y como se mencionó antes, incluso hay quienes deben pagar para poder jugar.

Si bien Santiago Morning ha sido el primer equipo en contratar a sus jugadoras (aparte de las extranjeras) y equiparar las condiciones de entrenamiento, aún quedan más del 95% de las futbolistas nacionales por cubrir con contratos y equipamientos dignos para lograr un desarrollo importante a nivel nacional.

En cuanto a las giras tanto nacionales como internacionales, si bien la ANFP en conjunto con algunos clubes se hacen cargo con una parte de los viajes a distintos torneos que realizan las jugadoras, Yipsy Ojeda, quien actualmente juega de volante central en Associçao Esportiva 3B da Amazônia en Brasil y próximamente emigrará al equipo de primera B en España, CFF Cáceres, recuerda que entre los años 2015-2016 a veces viajaban de noche para llegar a jugar de mañana y así no pagar hospedaje.

 Estudiar, trabajar y entrenar. Esa es la vida que debe tener una jugadora en Chile, cumplir con estas responsabilidades las limita para poder dedicarse como una futbolista profesional y cumplir el sueño de vivir de esta profesión.

Las horas de entrenamiento que fluctúan entre 1 a 2 horas diarias, entre miles de otros factores que se deben mejorar, no son suficientes para alcanzar un nivel competitivo a nivel internacional, sin embargo, hoy no tienen muchas alternativas dentro de este mundo deportivo, porque el tiempo o el dinero no alcanza.

Así es como lo señalan algunas jugadoras de distintas categorías de Colo Colo, como Martina Osses, jugadora Sub17 de dicho equipo y de la selección chilena, que aún está a dos años de egresar del colegio.

«Quiero sacar un título profesional (…) Obviamente me gusta mucho el fútbol, me gustaría profesionalizarme e irme fuera, pero tengo que tener un plan B porque aquí no voy a poder vivir del fútbol”.

La delantera de la adulta del mismo club, Bárbara Muñoz, expresó que “una mujer no puede vivir del fútbol, quizás si te vay a otro país, podís vivir, pero aquí en Chile es difícil”, que en paralelo a ejercer como futbolista estudió Fisioterapia y Pedagogía en Educación Física.

Pero ¿por qué razones ocurre esto?

Dentro de algunas respuestas que entregan las referentes del fútbol se encuentran principalmente la poca difusión que se les ha dado en los medios, no estar legalmente a cargo de los clubes, el poco apoyo de la ANFP, la cultura nivel país, la historia o en definitiva, porque “somos una sociedad que tenemos que ver resultados para invertir, pero no hacemos el proceso del crecimiento, no damos la tarea dura de esperar uno o dos años.”, como comenta en anonimato otra profesional de este deporte.

Algo similar a lo que comenta el entrenador de Palestino de la rama femenina, Claudio Quintilani, en el reportaje realizado por CHV en el año 2018, que a raíz de la paulatina expansión que ha tenido el ingreso de jugadoras al club, han golpeado puertas y no han recibido apoyo, teniendo como respuesta que “el fútbol femenino no retribuye a la inversión, dado que las jugadoras no se pueden vender al extranjero  y no hay ganancia para los clubes, por lo tanto, no es negocio, como no es negocio y muchos clubes están quebrados, no hay recursos para el fútbol femenino.”

Tanto para los entrenadores como para las jugadoras, ser deportista profesional en Chile ha iniciado épocas de lucha a través de una generación que se está sumando para lograr la igualdad de oportunidades y condiciones en distintos temas sociales y culturales, actuando paso a paso con la ayuda de diversas redes mediáticas que las mismas mujeres han creado.

A pesar que aún queda mucho por crecer para lograr la profesionalización total del fútbol femenino, se han dado pasos importantes en donde la sociedad ha comenzado a mirar el fútbol desde una perspectiva distinta, disminuyendo la brecha para aproximarse a lo que muchas consideran ideal, el sistema del fútbol estadounidense o europeo.

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