«Las asistentes sociales de la Vicaría de la solidaridad» es el libro de la historiadora María Soledad del Villar Tagle, el cual visibiliza la labor que realizaron las mujeres al interior del organismo, convirtiéndose en el rostro visible de la Iglesia frente a las víctimas de la dictadura en Chile. «En la gran mayoría de los relatos se destaca la labor de obispos, vicarios y/o abogados, omitiendo la labor de las mujeres que sostuvieron en el día a día las acciones de la Vicaría de la Solidaridad», comenta la académica a El Mostrador.
La Vicaría de la Solidaridad fue un organismo clave en el proceso de resistencia a la dictadura cívico-militar en Chile, cumpliendo con la misión de prestar asistencia social y jurídica a más de 257.000 víctimas de represión y violación de los Derechos Humanos.
En este contexto de resistencia fue protagónico el rol de las asistentes sociales de la Vicaría de la Solidaridad, quienes también contribuyeron en la búsqueda de detenidos desaparecidos y en la creación de organizaciones para la subsistencia, siendo el soporte de aquellas mujeres que recurrían a su servicio buscando amparo por las desapariciones y detenciones de sus familiares.
Sin embargo, el relato histórico sobre el rol de la Iglesia en la defensa de los Derechos Humanos ha invisibilizado la labor de este grupo de mujeres que fueron el rostro visible del organismo frente las víctimas.
«En la gran mayoría de los relatos se destaca la labor de obispos, vicarios y/o abogados, omitiendo la labor de las mujeres que sostuvieron en el día a día las acciones de la Vicaría de la Solidaridad«, comenta a El Mostrador, la historiadora María Soledad del Villar Tagle, autora del libro «Las asistentes sociales de la Vicaría de la solidaridad».
María Soledad del Villar argumenta que «la gran mayoría de las personas que participaron en las organizaciones populares y agrupaciones de derechos humanos amparadas por la Vicaría fueron mujeres. Mujeres familiares de víctimas de la represión política, mujeres pobladoras y mujeres profesionales como las asistentes sociales».
Con el objetivo de visibilizar esta realidad, la historiadora elaboró este relato con Archivos del organismo y diversas entrevistas a ex trabajadoras de la Vicaría. «Quise volver la mirada hacia esas mujeres y escuchar su versión de la historia, y de esta manera, hacer justicia a su aporte que fue central», afirma la especialista en teologías feministas y de mujeres.
Trabajar en la Vicaría supuso formar parte de una institución que se opuso abiertamente a la política represiva de la dictadura militar, y esto significó en parte exponerse a ser víctima de esa violencia.
«Las amenazas y amedrentamientos eran frecuentes. Más de alguna asistente social cayó presa luego de un acto de protesta. Sin embargo, el miedo a ser víctima de la represión no detuvo a estas trabajadoras sociales, que entendían que su trabajo era algo más que simple ejercicio profesional, era un compromiso con la defensa de la vida», expresa la historiadora.
Para la historiadora, la invisibilización de la mujer obedece a varios factores. «Tanto las víctimas directas como los perpetradores y responsables fueron en su gran mayoría varones, y es central conocer sus historias. Pero al centrarnos solo en ellas nos olvidamos de narrar la historia de terceros actores, personas que sin ser víctimas directas se organizaron para responder frente a la violación a los derechos humanos. Si volvemos la mirada a esos grupos de personas, nos comenzaremos a dar cuenta de que dichas organizaciones fueron llevadas adelante principalmente por mujeres», señala María Soledad.
Por otro lado, del Villar considera que «tanto la historiografía como la cultura popular chilena tienen una tendencia a glorificar a los héroes masculinos. En el caso de la Vicaría, se destaca la valentía del Cardenal Silva Henríquez o de los abogados».
«Lo mismo que ocurre a nivel de cultura popular ocurre muchas veces en trabajos académicos o de investigación y en la historiografía profesional. Aunque tengo la impresión de que esta tendencia esta cambiando, sobre todo por el trabajo que varias historiadoras y académicas mujeres, algunas de ellas feministas, están realizando», puntualiza.