
“Si tú vivieras aquí” de Martha Rosler: resistencia artística y activismo sociopolítico
Martha Rosler (Nueva York, 1943) es una artista y teórica norteamericana considerada una de las creadoras más influyentes de su generación. Su producción incluye video, fotografía, instalaciones, performance y texto; siendo una de las pioneras en el uso de lenguajes híbridos entre diferentes técnicas, el videoarte político, el arte feminista y el uso de Détournement. Su recorrido se inicia en la década del sesenta para abarcar temáticas de interés global como la seguridad nacional, el espacio público, la esfera privada, la urbanización y el rol del Estado.
La exposición enmarcada en la segunda edición de la Bienalsur “Si tú vivieras aquí” -curada por Monsterrat Rojas Corradi y Mariagrazia Muscatello y expuesta en el MAC Parque Forestal- es la primera retrospectiva de la artista en Latinoamérica y está compuesta por una selección de obras icónicas e inéditas en torno a conflictos sociales, la vida cotidiana, lo bélico, entre otros. Un conjunto compuesto por videos, fotografías e instalaciones que dialogan con trabajos de seis artistas nacionales -Bernardo Oyarzún, Máximo Corvalán, Voluspa Jarpa, Cristóbal Cea, Bárbara Oettinger y Claudia del Fierro- en torno a aspectos identitarios que también ha explorado Rosler: racial, social, histórico como formación de la identidad nacional y del estado-nación, migración y género.
El nombre de la muestra es la traducción de la pieza audiovisual “If you lived here” (1989), donde la artista interroga sobre cómo el fenómeno de gentrificación y el modelo neoliberalista repercuten en el sinhogarismo y pobreza en Estados Unidos bajo el mandato de Ronald Reagan. Un gesto de traducción que busca establecer un dialogo con la actualidad del contexto latinoamericano donde se dan otros relatos, realidades y reflexiones y, particularmente en Chile, al referirse a los desplazamientos humanos y configuración de la identidad nacional post dictadura.
Dentro de las obras que se presentan destacan House Beautiful: Bringing the war home (1967-1972), fotomontajes realizados durante la Guerra de Vietnam que yuxtaponen imágenes de medios de comunicación con registros del conflicto bélico. El resultado, composiciones que develan la indiferencia de los norteamericanos que seguían por televisión la transmisión de la guerra y dos realidades diametralmente opuestas. También, In the place of the public: Airport Series (1983-presente), fotografías donde la artista expone la experiencia del usuario en el aeropuerto y avión para evidenciar la estructura, estética, estratificación, publicidad y espacios de ese “no-lugar” para examinar conceptos como segregación, control y formas de vida. En paralelo, Cuba series (1981), fotografías de carácter documental que exponen la realidad social de la isla.Asimismo, dos obras que ejemplifican como Rosler se centra en lugares comunes para cuestionar la figura, estereotipo sexista y rol doméstico de la mujer: el video Semiotics of the Kitchen (1975), donde la artista personifica a una conocida chef de televisión para, mediante un lenguaje de incomodidad y disgusto, presentar en orden alfabético los utensilios de cocina y su función discutiendo como los artefactos se vuelven metáforas de la cosificación femenina y la cocina es el lugar asignado y de “realización” de la mujer; y Martha Rosler reads Vogue (1982), donde de la artista interroga y censura este tipo de publicaciones y la industria de la moda.
[cita tipo=»destaque»] la obra de Rosler se abandera con el feminismo al evidenciar las imposiciones y expectativas que se tienen sobre este género y como lo femenino está circunscrito a un espacio social y cultural definido por convenciones sociales, los medios de comunicación y la figura del hombre; verticalidad machista que históricamente ha instrumentalizado, condicionado y controlado la vida, cuerpos, pensamientos y voz de las mujeres. [/cita]
En relación a lo nacional, dos obras que constatan momentos claves de nuestra historia: Chile on The Road to NAFTA (1997), trabajo que fue producido con el material que la artista grabó en su visita de 1995 y que muestra paisajes rurales entrelazados con publicidad de una conocida bebida gaseosa para dar cuenta de la cultura de consumo internacionalizada y sistema capitalista de un Chile post dictadura; y The Restoration of High Culture in Chile (1977), novela inspirada en la muerte de Orlando Letelier -político chileno miembro del gobierno de Salvador Allende, quien fue asesinado en EEUU el año 1976- que presenta hechos del golpe militar chileno a través de fotografías y textos.
Para finalizar, el Proyecto Biblioteca Martha Rosler, trabajo realizado previamente en otras locaciones y que en Santiago se esta llevando a cabo mediante una convocatoria que incita a la donación de libros que tengan relación con Chile y Latinoamérica. Un trabajo colaborativo entre artista, agentes locales y público general que tiene como fin la creación de una biblioteca comunitaria que invita a repensar nuestra historia y realidad.
Con estos antecedentes, podemos entrever que la obra de Rosler se abandera con el feminismo al evidenciar las imposiciones y expectativas que se tienen sobre este género y como lo femenino está circunscrito a un espacio social y cultural definido por convenciones sociales, los medios de comunicación y la figura del hombre; verticalidad machista que históricamente ha instrumentalizado, condicionado y controlado la vida, cuerpos, pensamientos y voz de las mujeres. Es así como mediante una trayectoria que relaciona la ola feminista de la década de los setenta con el feminismo actual, la artista lleva a cabo una lucha por reivindicar los derechos y opresión de la mujer -batalla que en un principio parece representar a la mujer blanca y que hoy incluye a un mayor espectro de mujeres- y poner en discusión argumentos y reformas que aun parecen estar inconclusas: nociones de identidad, libertad e igualdad, el abuso y violencia, la mujer en el ámbito laboral y económico, el patriarcado, el binarismo, por nombrar algunas. Un afán de lucha y movilización que busca la equidad de género pero también un cambio político y una nueva organización social que conlleve a una mejor calidad de vida y justicia social para todos los desplazados y desprotegidos.
Considerando esto, estamos frente a una artista de izquierda y progresista que por alrededor de cincuenta años de expresión artística ha aportado una mirada crítica a los entramados de las jerarquías sociales, a las ideologías políticas, al discurso mediático, a las disimiles realidades socioeconómicas y al poder en sus diversas formas. Se trata de un pensamiento artístico que -en base al debate, cuestionamiento y denuncia- expone problemas civiles y colectivos que estén en línea con la urgencia de su tiempo. En otras palabras, una exponente que entiende su práctica como un espacio para discutir sus creencias, demandas, anhelos y preocupaciones; o sea, un vehículo para su aparato crítico y discurso público. Un arte subversivo, combativo y sin censura que conjuga su radical postura con un lenguaje sutil -que en ocasiones puede ser básico y de pocos elementos- pero cargado de ingenio, suspicacia, ironía e humor. Un manifiesto que comprende un proceso de investigación y análisis de la dimensión social y política de diversos temas para componer un archivo que se rearticula y reactiva en cada uno de los contextos que se despliega. Entonces tanto la exposición -como la obra y escritos de la artista- proponen un diálogo entre problemáticas del pasado y del presente para, mediante obras que tienden a convertirse en testimonios visuales y documentación histórica, deconstruir y reescribir la historia. Una resistencia artística que explica porque a sus 76 años Rosler sigue siendo un referente en cuanto a su lucha por el feminismo, pero también caracterizada por activismo sociopolítico que no es sólo capaz de producir un vínculo entre la audiencia y temas atingentes, sino que también una militancia colectiva, sensibilidad entre las personas y compromiso más allá del mundo del arte. Papel sociocultural que cumple mediante un cuerpo de obra que educa, informa e inspira para invitar al espectador a detenerse y replantearse. En este sentido, se agradece estar frente a un arte que cuestiona el orden establecido, que no busca complacer al mercado del arte o ser “util” para ciertos liderazgos políticos e intereses económicos. Es decir, un arte libre, utópico pero por sobre todo solidario, que busca generar conciencia y una capacidad de entendimiento en pos de un cambio de paradigma que transforme a nuestra sociedad.
- El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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