Tengo una conclusión, que podría calmar a la población a la que la relación amorosa, de pareja, amor como vio en las películas, no le fluye. Si es que no se está frustrado por la situación, es un buen argumento para dejar de dar explicaciones y contestar esas preguntas de cuestionamientos repetitivos y sin sentido.
“No soy para el amor” es la respuesta. Esto en el plano amoroso de parejas.
En esta teoría, hay gente que es para el amor y gente que no lo es. Los que sí son para el amor, son algunos como mi amiga Sofía, Josefina o como mi amigo Diego, que han pololeado varias veces; son personas de relaciones digamos y que siempre les fluye a la perfección. Tienen casi un don para tener sus pololeos bajo control, terminan, salen adelante y vuelven a pololear otra vez. Aman y son amados, cosa más linda.
El otro día me tocó chatear con alguien a quien hacía casada y, como buscaba casa, le comenté que entendía estaba casada; me contestó que estaba separada desde febrero del 2019, pero que estaba súper superado, que incluso ya tenía nuevo pololo. Esa persona es para ese amor.
Habemos otros como Claudia, Constanza, mi amigo Jorge y quien escribe que no somos para el amor. Un fracaso tras otro, aunque la mayoría de las veces ni siquiera fracaso lo podemos llamar porque claramente no estamos ni cerca de tener una relación, entonces nunca empezamos… por ende, nunca terminamos. Igual es piola porque no hay tanto sufrimiento digamos, además que como ya sabes que “no eres para el amor”, estás curtido. Pero en cambio mis primas, muchos mayores que yo, con cinco hijos, a los pocos meses de separadas ya están enamoradas y siendo correspondidas, les fluye, porque son para ese amor.
[cita tipo=»destaque»] El problema es que desde que estábamos en kínder (mi primera obra de teatro fue un matrimonio donde claramente yo no era la novia), se le dio demasiada importancia a la realización que obtiene una persona al ser exitosa del amor, entonces los que no somos para ese amor, es tipo “pucha…”, si eres mujer para qué te digo. [/cita]
En vez de cuestionarse tanto qué es lo que uno hace tan mal para no tener esa relación de la que alguna vez tuvimos expectativa o explicar a tu abuela por 37 vez que el mercado no está fácil y que no es prioridad andar teniendo citas o andar coqueteando, teniendo tanto pendiente de la vida personal, laboral, social, hobbies varios o quedarse de guata acostado en el living porque sí. Es más sencillo dividir en “ser para el amor y no ser”, y decirle a tu abuela “…en buena ‘no soy para ese amor´”, simplifica todo. El problema es que desde que estábamos en kínder (mi primera obra de teatro fue un matrimonio donde claramente yo no era la novia), se le dio demasiada importancia a la realización que obtiene una persona al ser exitosa del amor, entonces los que no somos para ese amor, es tipo “pucha…”, si eres mujer para qué te digo.
Me impresiona que existen personas que no veo hace tiempo, antes de preguntarme cómo estoy, o si estoy feliz, me preguntan: “estás saliendo con alguien?”, como si mi soltería de casi siete años fuera algo raro, como si lo normal para una mujer fuera casi siempre estar en una relación seria y estable. Una vez una amiga me dijo que seguro “algo raro tenía”.
Me impresiona también que algunos de mi familia digan que “estoy loca”, que seguro por eso no tengo pareja. Loca, la mujer siempre es la loca, desde los tiempos de Freud fuimos las locas, a pesar de que los que están matando a las mujeres hoy son los hombres, somos nosotras las locas, las histéricas, las intensas. Como si no estuviese lleno de hombres intensos allá afuera también y nosotras abrazando su intensidad aunque nos cueste, porque nos parece más lindo la sinceridad, porque si es que esa intensidad refleja sentimientos honestos los valoramos. No estamos en tiempos de andar haciéndonos los cool o de que la niña que te gusta no pueda saber que te gusta. Estamos en tiempos de verdades y si eres intenso y es la verdad, prefiero eso a que estés actuando al desinteresado.
El otro día estaba sentada en un baby shower, que esta vez menos mal era un carrete y no tenía ningún juego de esos en los que se imita a los baby shower gringos. Se me sentó al lado la mamá de la amiga embarazada, con quien nos conocemos hace muchos años. Antes de preguntarme cualquier cosa, lo único que me preguntó fue “qué pasaba con mi vida sentimental”, le contesté que estaba sola, acto seguido me señaló al tío de la guagua que estaba sentado casi al lado. Le dije que no, contestándome “ah no te gusta”, a lo que yo le contesté “la verdad es que estoy en otra”, quizá pensó que soy lesbiana y la verdad es que me da lo mismo lo que haya pensando, sólo me sorprende que me traten de chantar gente, como si yo no fuera capaz de decidir sola en qué momento voy a buscar a alguien o mirar para al lado y ver si alguien me gusta o no.
Sandra, es la señora que me ayuda con el aseo una vez por semana, es lo más buena para hablar que he visto en mi vida, si estoy atrasada y me la topo, puedo tener una larga conversación por delante. A Sandra le da depresión mi soledad, mi no emparejamiento, me dice siempre “tan linda, tan inteligente, trabajadora”. Una frase de mierda que siempre te dicen, pero yo ya me cansé de explicar que los que no somos para el amor da lo mismo que tengamos todos esos atributos, si no somos no más. Esta catalogación algo dramática evita esa suerte de pésame que la gente hace algunas veces con una.
Me pregunto si a los hombres se les sentarán también a preguntarles estas cosas. Autores de esa masculinidad que anda por ahí haciendo trizas, esa masculinidad que no quiere bien. Creo que las que nos somos para ese amor, nos estamos poniendo en primer lugar, en segundo y en tercero.
Es una teoría conformista quizá, pero asumir que no te va a fluir es el inicio de darse cuenta que ¡filo oh! si no eres para ese amor, que muchos esperan o que te incitan a que tengas. Además, con los tiempos que corren, nos hemos aliado tanto por otras causas, que estos días pensar en la posibilidad de citas, que es como lo último que me importa.