Como consecuencia de la pandemia de COVID-19, en pocas semanas, los esfuerzos del movimiento feminista en América Latina han sufrido un duro revés. Durante la cuarentena, la violencia contra las mujeres ha aumentado.
A principios de marzo millones de mujeres salieron a las calles en América Latina, portando pañuelos morados y alzando la voz para exigir respeto. Al ritmo del himno feminista «El violador eres tú», hicieron un llamado a acabar con la violencia y el machismo. El movimiento feminista parecía resurgir con fuerza.
No obstante, tan solo seis semanas después, sus esfuerzos han sufrido un duro revés a causa del nuevo coronavirus. Durante la cuarentena, la violencia contra las mujeres incluso ha aumentado, de acuerdo con estadísticas de varios países latinoamericanos.
En la capital colombiana de Bogotá, todos los delitos -con excepción de la violencia contra las mujeres- disminuyeron en las primeras semanas de la cuarentena. La línea de atención a víctimas, instalada por la Policía, registró un 225 por ciento más de llamadas que de costumbre.
Ya en el primer día del confinamiento, un hombre mató a balazos a su mujer, cuñada y suegra, en el departamento que compartían en la ciudad costera de Cartagena. La argentina Romina Vidal, de 37 años, fue encerrada en su propio departamento y quemada viva. Carmen, una mexicana de 28 años, fue violada, estrangulada y tirada en un terreno abandonado.
Violencia, «la verdadera pandemia»
«Ninguna mascarilla nos protege de la violencia, ésta es la verdadera pandemia», dice la argentina Dolores Iglesias, de 21 años, cuya madre y hermana, de siete años, fueron asesinadas en su casa durante la cuarentena. La pareja de la madre ha sido detenida en calidad de sospechoso. Estos son solo algunos de los ejemplos que han sido recogidos por la prensa durante la crisis del coronavirus. La dimensión de la violencia es mucho más terrible, como muestran las estadísticas.
En Bolivia, los crímenes contra las mujeres durante el confinamiento incluso rebasaron el número de delitos como robos y asaltos, informó la Fiscal General Mirna Arancibia. En marzo, se registraron tantos delitos contra el sexo femenino en México como por última vez en 2015. En base a datos oficiales, la organización México Evalúa documentó un aumento del 60 por ciento en comparación con el mes anterior.
La demanda de lugares en casas refugio para mujeres creció un tercio. En México, 163 mujeres han sido asesinadas durante la cuarentena, de ellas 16 menores de edad; 19 en Argentina; 12 en Colombia; seis en Perú.
En Chile, un país en el que la violencia intrafamiliar se incrementó drásticamente durante el confinamiento, se registraron cuatro feminicidios. También en barrios más acomodados, como por ejemplo Providencia, en Santiago de Chile, las llamadas a líneas de atención a víctimas aumentaron un 500 por ciento.
Las medidas de cuarentena, los espacios de vivienda reducidos, así como el estrés económico e intrafamiliar afectan sobre todo a las mujeres y niñas, advierte ONU Mujeres. En América Latina, por ejemplo, las viviendas sociales pocas veces son más grandes que 50 metros cuadrados; en México, la unidad habitacional más pequeña incluso mide solo 28 metros cuadrados.
«Más aisladas y más vulnerables»
«Debido a la cuarentena, las mujeres no solo están a merced de sus torturadores las 24 horas, sino que también les faltan lugares de refugio y el apoyo de personas de confianza como colegas o las madres de los compañros de clase de sus hijos», dijo la mexicana Renata Villarreal, portavoz del movimiento feminista Marea Verde. «Están más aisladas y son más vulnerables», agregó.
En Lima, la capital de Perú, las autoridades se vieron obligadas a abrir una nueva casa refugio para mujeres, y, en pocos días, ocho mujeres junto con sus hijos ya habían buscado protección allí. En Chile y Argentina, los gobiernos determinaron códigos secretos para activar la alarma de género y pedir ayuda. Cuando una mujer pregunta en una farmacia -uno de los pocos negocios que siguen abiertos- por un «tapabocas rojo» o «una mascarilla número 19», los empleados apuntan sus datos personales e informan a las autoridades.
No obstante, organizaciones de derechos humanos subrayan que estas medidas no son suficientes. «El gobierno mexicano redujo las ayudas financieras para las casas refugio para mujeres», critica por ejemplo México Evalúa. Esto está teniendo consecuencias fatales. «Urge aumentar el personal y el financiamiento», agrega.
Iniciativas privadas como Gendes aportan ayuda. La organización mexicana instaló una línea de atención a hombres agresivos. «Cada día recibimos llamadas de hombres que dicen estar a punto de golpear a sus mujeres», cuenta su fundador Mauro Vargas. Con ayuda de técnicas de respiración y terapia conversacional, los psicólogos intentan impedir lo peor.