Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Matrona. Cada 5 de mayo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) destaca nuestra labor y la importancia que reviste en la salud de las madres y recién nacidos. Con el paso del tiempo, la realidad de la matronería ha cambiado, y nuestro foco ya no solo está en los procesos de embarazo y parto, sino que también en el bienestar sexual y reproductivo de las mujeres y la población diversa.
Las matronas y matrones hemos tenido que evolucionar frente a las nuevas necesidades de una población cada vez más activa, que adhiere de forma masiva a demandas sociales como la lucha feminista, la igualdad de derechos para las personas LGTBIQ+ o el respeto por los DD.HH. con un enfoque inclusivo para las personas con diferencias individuales . La ciudadanía avanza y nosotras no podemos quedarnos atrás, y para estar a la altura debemos adquirir nuevas herramientas y conocimientos que nos permitan brindar una atención de calidad e informada, con un trato digno y empático. El Chile de hoy necesita una matronería más feminista.
Los desafíos que nos esperan son múltiples, pero ya comenzamos a enfrentarlos. Uno de ellos, es seguir trabajando por un parto respetado y personalizado, que incentive métodos alternativos para el alivio del dolor, el trato amoroso, el derecho a tener un parto acompañada por una persona significativa y asegurar el apego madre e hije. También es necesario mejorar la infraestructura hospitalaria y dotar a los centros de salud de elementos y recursos humanos adecuados, ya que muchas veces las condiciones materiales dificultan aún más las atenciones.
Desde la otra vereda, las matronas también debemos estar presentes en la discusión por el aborto en más de tres causales, ya que la legislación actual sigue dejando en riesgo a miles de jóvenes que optan por realizarse estos procedimientos de forma insegura y sin el apoyo de una profesional preparada que las guíe y acompañe.
Además, es necesario asegurar la educación temprana y acceso universal a los métodos anticonceptivos y de regulación del ciclo menstrual, como también complementarlos con prácticas de medicina ancestral como el yoga, medicina china y otras terapias no tradicionales.
[cita tipo=»destaque»]Existe un ausentismo histórico en el financiamiento de la salud sexual y reproductiva que, paradójicamente, cada vez registra más demanda. [/cita]
Otra de las demandas actuales en las que hemos trabajado como matronas de la Región Metropolitana, es en la atención sexual de la población diversa, que históricamente ha visto vulnerados sus derechos en sus atenciones ginecológicas. Para abarcar esta problemática, levantamos talleres de formación profesional en salud LGTBIQ+, que complementan el trabajo realizado por el programa Trans del Hospital Sótero del Río. A pesar del tremendo avance que esto significa, aún estamos muy lejos de responder de manera global a lo que necesita esta comunidad, por lo que esperamos que estos criterios y capacitaciones puedan aplicarse en un futuro en todos los servicios de salud del país.
También consideramos imperioso discutir sobre las atenciones más allá de los consultorios u hospitales, y comenzar a aventurarnos en las atenciones remotas. La experiencia de nuestro primer Consultorio Virtual en Salud Sexual y Reproductiva, liderado por matronas de la RM y que comenzamos a implementar desde el inicio de la cuarentena, nos enseñó que vivimos en una era totalmente digitalizada, y que nuestras usuarias están preparadas para nuevas formas de atención que, de paso, ayudarán a descongestionar servicios que están colapsados.
Pero, sin duda, lo más importante es continuar luchando para erradicar todas las formas de violencia de género, desde el plano gineco-obstétrico, económico, político, psicológico, simbólico y sexual. A nivel interno, también tenemos que modificar los estereotipos de género ligados a nuestra profesión, que desde el pregrado nos limitan a las tareas del cuidado, cuando estamos ampliamente capacitadas para ejercer cargos de gestión o dirección. Pese a que las mujeres representamos el 70% del personal de salud en el mundo, aún debemos ejercer nuestras labores en condiciones precarizadas y desiguales.
A nivel gremial, seguiremos insistiendo en el aumento de matronas para los establecimientos públicos, ya que esta medida ayudará a disminuir drásticamente las brechas de desigualdad en la salud de las mujeres. Existe un ausentismo histórico en el financiamiento de la salud sexual y reproductiva que, paradójicamente, cada vez registra más demanda.
Este escenario se ha agudizado con la actual crisis sanitaria, donde muchas gestantes han debido posponer o cancelar sus controles, debido a la escasez de personal que las atienda. O también mujeres que se han quedado sin tratamiento anticonceptivo, porque los equipos de salud han tenido que volcarse a la atención de urgencias.
Pero no solo los recintos hospitalarios adolecen este problema. El sector de Atención Primaria en Salud (APS) también carece de profesionales para atender desde una mirada integral, basada en las necesidades locales de una población que crece exponencialmente y que tiene una importante presencia de inmigrantes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió este 2020 como el “Año Internacional del Personal de Enfermería y de Partería”. El organismo internacional enfatizó que se deben cambiar “las difíciles condiciones que suelen enfrentar” los profesionales del área. Para esto recomendaron como primera medida elevar el recurso humano en 9 millones de personas.
Nuestro país no está ajeno a esta “tendencia” mundial, por lo que esperamos que nuestras autoridades en salud escuchen y sigan las recomendaciones, por el bien de las matronas y matrones. Solo así podremos enfocarnos en lo importante, que es seguir brindando una atención a la altura de lo que necesitan las embarazadas, adultas mayores, mujeres en situación de discapacidad, transgénero, lesbianas, niñas y adolescentes.