El GeroFeminismo es una parte del movimiento feminista que, si bien ha tenido menos visibilidad en comparación a las luchas lideradas por mujeres más jóvenes, no ha quedado fuera de esta gran comunidad. En este sentido, lo que busca la iniciativa es “el empoderamiento de las mujeres mayores. Es una propuesta de movimiento social, político y cultural que intenta reivindicar las vejeces femeninas”, explica la Psicóloga de la Universidad de Tarapacá y tesorera de GeroFeminismo, María José Ron, en una conversación con El Mostrador Braga.
En estos tiempos de pandemia, muchas falencias del sistema social quedaron al descubierto, sin embargo, el hecho de que la principal población de riesgo fuera la tercera edad, dejó evidenciadas las profundas raíces que tiene la discriminación por motivos de edad en nuestra sociedad, sobre todo, la escasa garantía de los derechos humanos de las personas mayores.
En este contexto de vulnerabilidad, nuevamente las más afectadas son las mujeres, pero esta vez, son las adultas mayores a quienes se categorizan coloquialmente como “abuelitas”, concepto que en sí mismo contiene una problemática en torno a los estereotipos. Estas mujeres son históricamente a quienes más se les ha invisibilizado su aporte activo a esta la sociedad, cuya mención queda relegada en general, al debate en torno a la jubilación y las AFP.
En este contexto, sólo durante 2016, el 75% de las atenciones a mujeres mayores realizadas por La Oficina de Protección de Derechos del Adulto Mayor (Opdam) fueron casos en donde sus protagonistas sufrieron de vulneración de derechos. Es por ello que, con el fin combatir contra el edadismo desde una perspectiva de género y derechos humanos, la fundación GeroActivismo, fundó hace pocas semanas el colectivo “GeroFeminismo”, el cual es una propuesta de movimiento social, político y cultural que intenta reivindicar las vejeces femeninas.
“Buscamos promover espacios de encuentro, de diálogo intergeneracionales y reflexión y análisis interseccional, perfilándose como una herramienta de visibilización de las demandas de las mujeres en proceso de envejecimiento y de aquellas que ya son mujeres mayores, con el objetivo de construir una sociedad más equitativa e inclusiva con las mujeres de todas las edades”, relató la Psicóloga de la Universidad de Tarapacá y tesorera de GeroFeminismo, María José Ron, en una conversación con El Mostrador Braga.
La iniciativa busca desarrollar 3 líneas principalmente. En primer lugar se encuentra la difusión y visibilización de necesidades, demandas, así como la problematización de los discursos edadistas en torno a la mujer mayor. En segunda instancia, aportar a nivel teórico y metodológico en torno a la Gerontología feminista.
Y en tercera instancia, “una vez logremos asentarnos como colectivo, fundar una Red GeroFeminista que incorpore mujeres voluntarias de distintas edades, pero sobre todo mayores, con el fin de poner en práctica nuevas formas de relacionarnos con la vejez femenina, desde una perspectiva de derecho y feminista, a través, de charlas, talleres y otras instancias de acompañamiento presencial o virtual, favoreciendo una perspectiva no centralista e interseccional”, expresaron en conjunto tres de sus fundadoras, Agnieszka Bozanic, Patricia Pinto y María José Ron, en representación de la agrupación.
Una de las problemáticas que las inspiró a comenzar con este proyecto fue que mientras estudiaban sobre feminismo durante la cuarentena, se percataron que, desde el lado académico, no existían feminismos en donde las mujeres mayores y sus necesidades particulares fueran las protagonistas.
“Esta invisibilización social y dentro de los feminismos, motivaron la conformación de un colectivo latinoamericano que pudiese abogar por el empoderamiento de estas mujeres y que, a la vez, pudiese ser un espacio de reflexión para nuestras propias vejeces futuras, un espacio de encuentro y diálogo con otras mujeres latinoamericanas desde un punto de partida común: la necesidad de deconstruir los estereotipos de género y edad que nos permitiese mirar la vejez con otros ojos”, expresó Ron.
Según la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT), realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), las mujeres pueden llegar a tener hasta una triple jornada en comparación a los hombres, puesto que la mayor carga de trabajo doméstico no remunerado y de cuidado a terceros, recae en ellas.
En este sentido, con esta triple jornada, las mujeres mayores que han pasado toda su vida trabajando, cuidando, tratando de mantener relaciones afectivas, las ha reducido a que “sean mujeres mayores que no tienen espacio para el ocio, sufren más enfermedades crónicas, musculoesqueléticas como artrosis, etc. Al llegar a la vejez encuentran este cruce de discriminaciones que tiene un impacto directo en la vivencia de ser mujer y mayor”, explicó Bozanic.
Para el colectivo, otro elemento es la discriminación cultural, esto tiene que ver con el estereotipo que tenemos acerca de cómo se vive el día a día al ser de la tercera edad, la forma de vestir, sus amistades, actividades, la manera de hablar, sus gustos, e incluso el retomar una vida romántica o tener una vida sexual activa, además del castigo en el ámbito laboral.
El edadismo es la discriminación por edad, no siempre es con una mala intención, pero el problema radica en que se dan como verdades algunos supuestos, como por ejemplo, que una mujer mayor no puede tener pareja, vida sexual, o que automáticamente debe hacerse cargo del cuidado de los nietos, son mandatos impuestos por el lado social.
Y en este contexto, el edadismo también tiene diferencias de acuerdo al género, por ejemplo, que “al hombre se le permitan las canas desde que comienzan a salirle, mientras que a las mujeres hasta cierta edad no, son detalles de diferencias de género pero que en realidad tienen mucho impacto en nuestra forma de ver el mundo”, profundiza Ron.
En la misma línea, es muy común que a la hora de ayudar a una persona mayor o atenderla en el sector de salud, tratarlas de abuelita o abuelito sea algo positivo, con cariño y la sana motivación de querer ser más cercano o empático con esta persona, sin embargo, el problema que se genera con esta inocente forma de tratar, es que se disminuye o empequeñece a la persona, “inconscientemente lo pones en un nivel más bajo, como que es una persona que genera lástima ‘pobrecita ella’”, precisó Ron.
Esta postura asistencialista y paternalista, contiene de manera inconsciente al pensamiento de que al ser una persona mayor, automáticamente tiene menos facultades o ha perdido “facultades de hacer y deshacer, es como si no tuvieran razón de decisión, entonces lo pones al tiro en una posición de que al tener cierta edad, antes que abuelita es persona y por ende, sujeto de derechos. Hay que siempre hacer la pega de que las y los mayores son personas”.
Finalmente, las fundadoras del colectivo consideran que “ser mujer y mayor en esta sociedad da como resultado una vivencia diferente. Las discriminaciones se entrecruzan y tienen un impacto directo en sus vidas de estas mujeres”, y es por esa razón que la iniciativa busca visibilizar la problemática, además de que “responde a nuestra propia necesidad individual de sororidad que nos ayudase a transitar de una forma positiva hacia una vejez futura y que permitiera sostener (-nos) este duelo que lleva el proceso de desconstrucción tanto de las micro-violencias”, expresaron Bozanic, Pinto y Ron, en representación de la agrupación.