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El castigo social a mujeres que no quieren tener hijos/as: “Nunca vas a ser una mujer completa hasta que seas madre” BRAGA Créditos: Foto de Liberty Antonia Sadler / metro.co.uk

El castigo social a mujeres que no quieren tener hijos/as: “Nunca vas a ser una mujer completa hasta que seas madre”

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Natalia Espinoza C
Por : Natalia Espinoza C Periodista - Contacto: braga@elmostrador.cl / (sólo wsp) Fono sección: +569 99182473
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“En mi última pega el Gerente con el Subgerente opinaron que una postulante lo más probable es que fuera una mujer complicada, porque tenía 40 años y no tenía hijos ni esposo. La tacharon inmediatamente sin conocerla”, cuenta Andrea Zamorano, lectora que contó su experiencia en conversación con El Mostrador Braga.


La regla dice: “naces, creces, te reproduces, mueres” este es el ciclo de la vida que nos han enseñado en el colegio desde tiempos inmemorables, sin embargo, ya no es el único ciclo que todas/os quieren seguir como opción de vida.

En este sentido, los “Childfree” o “sin hijos por elección” han ido tomando fuerza, si bien el término comenzó a escucharse tímidamente hace algunos años atrás, ahora ya muchas personas comparten abiertamente que no quieren tener, en ningún momento de sus vidas, hijas e hijos y no por ello odian a niños y niñas o son personas frustradas, egoístas o superficiales.

Si bien este camino puede ser optado tanto por hombres como por mujeres, pareciera ser que las mujeres, al ser quienes efectivamente son las únicas en poder dar a luz, son las más afectadas por los cuestionamientos de su círculo más cercano y más aún, aquellas que han decido desarrollarse profesionalmente en el ámbito laboral, así lo demuestran los diversos testimonios que lectoras y lectores de El Mostrador Braga compartieron:

Alicia Alonso comenta que en una ocasión en su trabajo le dijeron que, si no tiene pensado casarse con su pareja y tener hijos, no tiene entonces proyectos en la vida. “Me quedé blanca porque no me podía creer que haya gente que su único «proyecto» sea dar a luz y criar hijos”, cuenta.

Caso parecido es el de Karina Carrillo, quien es profesora y recibe constantes cuestionamientos de sus colegas y apoderados: “me molestan un par de colegas de más edad que me dicen que tenga uno aunque sea; que sería excelente madre y yo creo que sí lo sería, pero escojo no tener (…) Más me han molestado las apoderadas, muchas creen que porque no soy mamá, no sé cómo educar bien a un niño (mis estudios de psicología o derivados de ésta aparentemente no sirven de nada), y no tengo el respeto de ellas.. eso pasa al principio, para validarme tengo que empezar a utilizar lenguaje técnico que sé que no manejan… ahí recién me gano su respeto (una estupidez) y en más de una ocasión he escuchado el “otra cosa es con guitarra” cuando les digo algo que su hija o hijo debe mejorar, antes me callaba; ahora les digo que ellos tienen una guitarra, yo manejo una orquesta”.

En este contexto, ¿por qué cuesta tanto aceptar la existencia de mujeres que no quieren ser madres? para entenderlo hay que remontarnos al qué significa ser madre en una sociedad que ha reducido a la mujer a este aspecto como su rol principal. Es por ello que conversamos con la Antropóloga Social de la Universidad de Chile, especialista género, Macarena Castañeda.

Según analiza la experta, hay una noción muy común de que toda la vida, la constitución de la familia, el orden social y los roles de sus integrantes han sido los del hombre como proveedor y la mujer como criadora, sin embargo, esto no es así.

El concepto clásico de familia que conocemos comenzó en la Revolución Industrial, motivado por razones políticas-económicas “estábamos en medio de una revolución donde justo necesitaban fuerza de trabajo que estuviera dedicada al 100% a la producción, tenías entonces que asignarles a otros aquellos trabajos que requería este obrero para poder seguir produciendo, otra persona que se dedique a hacerle la comida, lavarle la ropa, a proveerle todas sus necesidades”, explica Castañeda.

Al observar la literatura y los diarios de la época (hacia el 1700) lo que de hecho se hablaba es que el salario del hombre es el salario de la familia: estaba considerado que él tuviera la capacidad de sostener a la mujer y los hijos para que éstos no trabajaran y eso reforzaba de nuevo su rol de proveedor.

Sin embargo, las crisis económicas, guerras, pandemias que asolaron al mundo tras el establecimiento de este sistema, abrieron paso a que la mujer fuera necesaria en las industrias para producir, y es que, tras la guerra, los hombres “fuertes y jóvenes” habían disminuido considerablemente.

En ese momento es que orden social imperante hasta la fecha entró en crisis y fue evolucionando hasta la actualidad, en donde el que las mujeres estudien y trabajen sea normal y de hecho se fomente. El problema, puntualiza la experta, es que los cambios socioculturales no siempre evolucionan al mismo ritmo que los político-económicos.

“Ahora se promueve que las mujeres salgan de un rol reproductivo y entren al de producción, y a los hombres al revés, se les insta a tener más roles de cuidado y crianza y no sólo exclusivamente productivos (…) Sin embargo, aún no se ha evolucionado en el marco sentido cultural”, señala la antropóloga.

Al momento que una sociedad toma una decisión, define una norma o un orden, utiliza aparatos socioculturales para reproducirlos, enseñarlos, reforzarlos y así asegurarse de que todos sus integrantes actúen acorde a esas normas, en este caso, el principal rol de la mujer estaba reducido a la maternidad y crianza.

“Cuando una persona te dice se te va a pasar el tren, esa persona quizá en ese momento cree que está haciendo un comentario bien intencionado y que tiene todo el sentido del mundo, pero lo que está haciendo en realidad es utilizar una estrategia del aparato normativo que regula que las mujeres tengan hijos a la edad aceptada”, explica.

Entonces, uno a través de esos comentarios puede “ir sacando la foto a la sociedad”. Hoy en día las sociedades como la chilena tienden a pensar, primero, que todas las mujeres debiesen ser madres, “ojalá entre los 25 y 30 años de manera absolutamente ideal, habiendo terminado los estudios, pero estando joven; con pareja estable, mejor aún casadas; y cuyo rol principal sea la crianza y el cuidado, por supuesto no su trabajo ni desarrollo profesional”, profundiza Castañeda.

Segundo, los padres y el entorno social se encargan “de hacérnoslo saber a través de estos comentarios, a través de las imágenes que vemos en televisión, a través de la reproducción y representación de las familias, a través de frases que escuchamos de nuestros pares». La presión se intensifica cuando vas llegando a los 25 años con cosas como: ya pue’ cuándo usted se va a casar y cuándo va a tener hijos, ¡¿Cómo, por qué no va a tener hijos?!, no entiendo por qué no querría tenerlos, si es lo más lindo que le puede pasar a una mujer, nunca vas a ser una mujer completa hasta que seas madre.

La relación entre la mujer como madre y la mujer como trabajadora, ha sido históricamente bastante polémica, porque socialmente es esperado que su rol principal sea reproductivo, por tanto, cuando  la mujer entra al mundo laboral, se entiende que es para tener un salario complementario al de los hombres, “eso es mientras no se tienen hijos, y se espera socialmente que cese su rol como trabajadora y adopte, eventualmente, el de madre como rol principal”.

Entonces, finalmente llegamos a un punto en donde se discrimina en lo laboral a la mujer que opta por ser madre, ya que es “más cara” para las empresas, pero también se discrimina a las que deciden no serlo para desarrollarse en otros aspectos de su vida, porque es “antinatural” y reniega del histórico rol que le fue asignado por el hecho de poder dar a luz. Choca con los códigos socioculturales de los que hemos formado parte incluso desde mucho antes de la época de la Revolución Industrial y que como se explica anteriormente, el entorno se encarga de mantener, porque es lo que considera como obvio, “normal” o “natural”.

Conoce otros testimonios de lectoras y lectores a continuación

Beatriz Vázquez: yo tengo 41 y hay quien todavía me dice que «estoy a tiempo», el problema es que no entienden que esté a tiempo o no, no quiero, soy feliz así.

Jenifer E. Navarrete: a mí siempre me molestan en el trabajo con que como no tengo hijos, que haga turnos pencas como los de las fiestas, porque las otras u otros que tienen hijos tienen que pasar tiempo con ellos, yo los mando a la chucha, no es mi culpa, yo también tengo vida.

Geraldine R.L: hace poco cumplí los 30 y ha sido difícil encontrar pega. Cuando me llaman a entrevista siempre me preguntan con quién vivo, si tengo pareja e hijos. Digo que vivo con mi pareja y se les nota el cambio en el rostro de decepción, como evidenciando que, por vivir con mi pololo, quedo en la pega y me embarazaré altiro.

Nicole Buccellati: cuando comenté en mi trabajo que yo no quiero hijos, dije que aparte de que no quiero, mi pareja y yo tenemos otros planes, además que no tenemos los recursos para mantener a un niño bien, pero salen con la típica «ay yo también tenía otros planes, todos decimos eso, pero espérate no ma’». Sinceramente a esos comentarios siento que hay como una rabia escondida, te lo desean como con mala “a ti también te va a pasar, ya veraaás».

María Jesús Nogueira: hace años trabajé en la secretaría de un colegio como administrativa en mi ciudad. En el verano siempre subo un par de kilos y a la vuelta del verano llevaba yo una camiseta amplia porque todavía hacía calor. Viene una profesora y me dice tocándome el estómago: “¿y esa camiseta qué significa?, ¿ya estás?”. Me la quedé mirando con una cara de “pero ¿qué dices?” y le dije de manera brusca que no significa nada, que he engordado en verano y ya está. Creo que se dio cuenta de que había metido la pata, se dio media vuelta y se fue, lo peor es que todos sabían de sobra que yo no quería hijos, no sé a qué vino esa pregunta y la típica insistencia.

Ale Gálvez: Yo tengo 30 años, inicie muy joven a trabajar. Antes, no me decían nada, pero conforme mis años aumentan, los cuestionamientos sobre si aún no escucho el llamado de la maternidad aumentan también, aseguran que será la mejor sensación y experiencia de mi vida. Mujeres me dicen que es lo más bello, hombres dicen que se me va a ir el tren…  mientras mi esposo y yo, en casa disfrutamos nuestra calma en casa teniendo tiempo para invertir en nosotros como personas y como pareja. He aprendido que no vale la pena debatir con esas personas, no vas a ganar porque no tienen la capacidad de visualizar otra vida diferente.

Diana Ramírez: pues siempre que digo que no tendré hijos me salen con que me voy a embarazar cuando menos me dé cuenta, y les digo que en ese caso voy a abortar, luego me dicen si mi prometido no quiere hijos y que me va a dejar por otra, me encanta la cara que ponen cuando les digo que él tampoco quiere. Cuando ven que no voy a cambiar de opinión me salen con que soy egoísta, mala mujer, que voy a morir sola, etc.

Williams Ordoñez: A mí me dijeron que «no me funciona la Pólvora», sólo queda reír.

Ulises Enríquez:  ya me tienen harto con el comentario de siempre, ¿y quién va a ver por ti cuando seas viejo? Mi respuesta es que para eso me casé y somos 2, para atendernos mutuamente, el hecho que yo tenga hecha la vasectomía, no me hace menos hombre ni nada de eso, yo como hombre valgo por lo que soy y por lo que he hecho a lo largo de mi vida y no por no tener hijos mi valor como persona disminuye.

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