Una semana ha transcurrido luego de que se descubriera el cuerpo de Norma Vásquez en el maletero del auto de quien fuera su compañero en Carabineros de Chile, el Subteniente Gary Valenzuela, quien además contaba con al menos media docena de investigaciones y sumarios en su contra. Hace unos días, Katherine Silva, ex pareja del Capitán acusado de agredir a Fabiola Campillay hizo públicas las agresiones que sufrió por parte del uniformado y miembro de la barra brava “Los Marginales” de Curicó Unido, conocida por sus altos niveles de violencia.
Katherine y Norma tienen en común haber denunciado hechos de violencia que involucraban a funcionarios de Carabineros. Por ello, es legitimo preguntarnos ¿qué hizo Carabineros de Chile frente a estas denuncias? ¿Qué hizo la Dirección Nacional de Orden y Seguridad frente a estos casos?.
[cita tipo=»destaque»] La cultura policial tiene que permearse por los cambios sociales que está experimentando la sociedad chilena y no ser refractaria a ellos. No es posible que el destino de las carabineras sólo sea la Zona de Familia [/cita]
Y más precisamente, es oportuno preguntarnos ¿en qué va la creación del Departamento de Asuntos de Género dependiente de la Dirección Nacional de Personal? ¿cuáles son sus resultados?. Esta no es una pregunta caprichosa, pues se trata de una meta del Ministerio de la Mujer en materia de equidad género de la cual Carabineros y el Gobierno deben dar cuenta.
Los datos de la Encuesta Mensual de Seguridad Ciudadana y Evaluación Policial del Monitor de Seguridad, lamentablemente, vienen a corroborar la sensación de impunidad que perciben Katherine Silva, Fabiola Campillay, y la familia de Norma Vásquez. En este sentido, la pérdida de confianza y legitimidad en las instituciones policiales para nosotras, las mujeres, se expresa en un 61% que considera la policía nunca toma decisiones justas frente a los casos en que los que se ocupa; un 74% considera que las policías nunca explican sus decisiones y acciones cuando se les pide; un 75% de las mujeres considera que las policías discriminan según clase social; y un 57% rechaza el actuar policial.
Es más, un 54% percibe un quiebre entre lo que las mujeres consideramos correcto e incorrecto, y lo que consideran como correcto e incorrecto las policías. Este dato devela una ruptura moral mayor. Por otro lado, un 61%,las mujeres percibimos que las policías son completamente ineficaces frente al control del narcotráfico.
Frente a este escenario sombrío, poco y nada contribuye el silencio cómplice del Alto Mando -compuesto por 37 Generales (hombres) y sólo 2 “Generalas” (mujeres) – sobre los delitos contra las mujeres, dentro y fuera de Carabineros. La cultura policial tiene que permearse por los cambios sociales que está experimentando la sociedad chilena y no ser refractaria a ellos.
No es posible que el destino de las carabineras sólo sea la Zona de Familia (ZonaFam), y que para los carabineros, esta labor sea percibida como un “castigo”. Es más, Control y Orden Público (COP) necesita más mujeres en las secciones y en los mandos, porque está comprobado que la presencia de mujeres en labores de orden público genera menos fricciones que la presencia de funcionarios hombres en manifestaciones.
Finalmente, es urgente y necesario que la Reforma Policial se acompañe de una política institucional de género real y efectiva para enfrentar la falta de credibilidad social y la desafección que tenemos las mujeres y la ciudadanía con la institución que tiene a cargo la función más esencial del Estado: la prevención de los delitos y la violencia; y en este caso en particular, los delitos y la violencia contra las mujeres.